Un debut incroyable

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¡Bienvenidas al arco del viaje a Europa!

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Francia era un país increíble. ¿Qué cómo lo sabía? Porque iba a pasarme una puñetera semana recorriéndola en un precioso Maserati Quattroporte azul eléctrico; bebiendo vino y cenando en los pueblos más bonitos que había visto nunca, de París hasta Rocamoudure, y de allí hasta Toulouse; recorriendo los viñedos, las iglesias, las esculturas y los caminos empedrados y cargados de historia; durmiendo y follando en las casas rurales y hoteles más románticos con el hombre más guapo e increíblemente sexy del planeta tierra, mi novio de verdad, Choi Yeonjun.

Y Lia.

Sí, la joven también estaría allí. Bueno, de hecho, ese viaje era para ella. Al menos, oficialmente. Se suponía que yo solo iría porque era el ayudante del señor Choi, para hacerles de traductor y para sacarles fotos que enviaba sin parar a Thomas.

Aunque la realidad, como siempre pasaba con nosotros, era mucho más compleja.

Todo empezó cuando a principios de marzo el señor Choi tuvo que invitar a Lia a la cena de una gala benéfica. Allí, en una conversación bastante tonta sobre el tiempo lluvioso y húmedo que siempre hacía a principios de primavera, Lia dijo:
—Sí, siempre llueve mucho por esta época. No creo que recuerde uno de mis cumpleaños en los que no haya llovido, aunque solo fuera un poco.

—¿Cumples años en marzo? —le había preguntado yo.

Ya había quedado claro que Yeonjun no iba a esforzarse demasiado por mantener una conversación con ella cuando yo estaba cerca.

Solo se dedicaba a sonreír, asentir y reírse de vez en cuando mientras trataba de tocarme lo más posible o de susurrarme comentarios privados que Lia fingía ignorar.

—A finales, sí, el veinte siete —había respondido ella.

—Oh, yo soy del tres de abril —sonreí—, apenas una semana de diferencia.

—¿Es usted Aries como yo, señor Lee? —exclamó Lia con sorpresa, como si hubiera sido un descubrimiento arrollador y súper importante—. ¡Estaba muy segura de que sería un Capricornio!

Yo me había reído un poco junto con el señor Choi, aunque estaba seguro de que a ambos nos había parecido una completa estupidez lo que a Lia se le había ocurrido decir.

El hecho era que, después de haber descubierto su cumpleaños, se me ocurrió que sería lo apropiado organizar algún tipo de fiesta especial para ella.

—Nada de cenas sorpresa, Beom —me había advertido Yeonjun cuando le había hablado del tema. Estábamos desayunando en su despacho y el señor Choi comía un poco girado hacia mí en su enorme escritorio de ébano.

—Quizá algún restaurante caro y lujoso —había pensado yo en alto—. Podría conseguir sitio con un par de semanas de adelanto. Iré buscando también un regalo apropiado. ¿Qué le parece un colgante?

—Lo que sea —había respondido Yeonjun sin mucho interés.

Esa fue la idea original, una cena a la luz de las velas en algún lugar romántico e íntimo y un collar caro de una joyería. Pero las cosas cambiaron cuando Thomas, director del Departamento de Publicidad y el genio detrás de la relación falsa entre el señor Choi y Lia, descubrió los planes. Thomas todavía seguía muy molesto por la falta de fotos en San Valentín ya que, según él, «todo el mundo estaba deseando saber lo que habían organizado la pareja del siglo». Lo peor de aquello es que era cierto.

Las redes sociales del señor Choi se habían llenado de comentarios, críticas y quejas cuando no habían colgado nada más que una foto de ellos juntos con un ramo de rosas y unos bombones.

El jefe (Yeongyu) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora