—¿En serio te lo vas a llevar todo, Yeonjun ? —le pregunté, agitando una fusta en el aire para mostrársela antes de echarla en la caja de cartón junto al resto—. Sabes que, seguramente, volvamos en algún momento a esta casa y podremos empaquetar más cosas, ¿verdad?
—Son cosas que quiero llevarme ya, Beom —respondió él, abriendo las cajoneras donde tenía ordenadas las cuerdas por material, grosor y uso—. La apertura de la nueva sede europea me va a poner nervioso y voy a necesitar muchos masajes de aceite y muchas sesiones especiales de sexo duro.
Me detuve y le dediqué una silenciosa mirada con expresión seria hasta que dejó de guardar las cuerdas para girar el rostro y mirarme por encima del hombro.
—Te quiero mucho, Yeonjun , pero no voy a volver a dejar que me hagas eso —le aseguré.
—No como antes —aclaró—, me refiero a como en los domingos especiales. Algo divertido para los dos...
Arqueé una ceja, mantuve su mirada durante unos segundos y continué guardando las fustas y varas una por una.
—Quizá te vuelva a atar yo y te ponga una correa y un arnés — murmuré.
—Sabes que puedes hacerlo, Beom, siempre y cuando me des algo a cambio.
—Ah, o sea que yo tengo que darte algo a cambio y tú lo haces sin más.
—Exacto —afirmó sin pudor alguno—. Eso me hace sentir como el amo y me gusta mucho.
Cogí una bocanada de aire y negué con la cabeza, terminando de meter las fustas y agachándome para abrir el armario de exposición donde tenía las máscaras de cuero, las correas, los arneses y las pinzas eróticas.
—¿De estas cosas qué quieres llevarte? —le pregunté.
Cerró la cajonera y vino a grandes pasos hacia mí, haciendo retumbar un poco el suelo de moqueta negra bajos sus pies. Se inclinó a mi lado y me acarició la espalda mientras miraba con expresión pensativa lo que allí había. Al final hizo una pequeña selección, dejando todas las máscaras porque no le gustaba cubrirme la cara y jamás lo había ni intentado.
—¿Has guardado todos los disfraces? —me preguntó antes de levantarse.
—Sí, ya los he bajado con el resto de cajas.
—¿Tus libros?
—Sí.
Asintió y volvió hacia donde estaba para seguir guardando las cuerdas. Me quedé mirándole un momento el culo, muy ajustado en su pantalón de chándal largo y negro, y se me escapó un leve resoplido. Había cosas que merecían ser clasificadas como «perfección» en esta vida, y el trasero de Yeonjun era una de ellas.
—Voy a bajar esto y empezar con mi antigua habitación —anuncié, dirigiéndome hacia la puerta con la caja entre las manos. Ambos llevábamos ropa cómoda y de deporte, una que no nos importara manchar y sudar a la hora de empaquetar todo, meterlo en cajas de cartón para precintarlas, marcarlas y moverlas al lugar donde una empresa de envíos nos las llevaría directamente a Dublín. Pero cuando Yeonjun me había dicho que «quería hacer las maletas y llevarnos algunas cosas», no me había imaginado que se refería al noventa por ciento del vestidor, todo el ajuar y más de la mitad de sus juguetes de la Habitación del Placer.
Pasé de largo el pasillo, bajé las escaleras y dejé la caja de cartón en el suelo con las demás, usando la cinta de carrocero para sellarla y el rotulador negro para escribir: «Fustas y varas». Me hubiera gustado ser más sutil, pero no había tiempo
para eso. Cogí otra de las cajas de embalaje vacías y la volví a subir hasta mi antigua habitación a oscuras y con un intenso olor a cerrado. Me acerqué a la lampara y encendí la luz, sintiendo de pronto un aluvión de sensaciones y recuerdos.
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El jefe (Yeongyu)
FanfictionEl señor Choi devora todo a su paso, y tal vez su nuevo asistente sea su siguiente presa. Adaptación