Yeonjun estaba delgado, ojeroso y pálido. Parecía no haber comido ni dormido en días, quedando tan solo una sombra del hombre que una vez había sido. Tenía los ojos hinchados, húmedos y enrojecidos y me miraba fijamente desde el final de la mesa. Llevaba uno de sus mejores trajes, el de color borgoña que sabía que a mí tanto me gustaba, con una camisa blanca debajo con los primeros botones desabotonados, mostrando el inicio de su torso fuerte y ancho.
Estaba perfectamente peinado y tenía su cabello negro recortada al milímetro, así que hacía poco que había ido al salón. Su rostro estaba serio, pero en él había casi imperceptibles señales que solo yo podía notar: sus cejas levemente contraídas con preocupación, sus ojos un poco entornados de más y repletos de miedo, sus labios rosados y tensos con nerviosismo y angustia. Mantenía sus manos entrelazadas y apretadas con fuerza para que no pudiera verlas temblar; y, en su dedo anular, todavía había un anillo plateado que, por alguna razón, no se había quitado.
Yo... estaba helado en el sitio. Me había quedado a un paso de la puerta, mirando al señor Choi tan fijamente como él me miraba. El corazón se me había detenido y había perdido la respiración, cambiando mi sonrisa por una profunda expresión de seriedad y sorpresa. Era como si hubiera visto un fantasma, un viejo recuerdo que querías olvidar, que habías dejado atrás más allá del mar y que creías que nunca volverías a ver de nuevo.
—¿Beomgyu? —me llamó una voz a un lado.
Giré el rostro hacia el señor O'Sullivan, que me miraba con las cejas rubias un poco arqueadas y una expresión extrañada de sonrisa un poco incómoda. No sabía por qué me había quedado sin habla y muy quieto al lado de la puerta al ver a Alan Grant, el dueño de Turn&Go. Parpadeé y carraspeé para aclararme la garganta antes de dirigirme a Yeonjun .
—Gracias por venir, señor Grant —dije con un tono de fría educación antes de girarme de nuevo hacia el señor O'Sullivan—. Darren, ¿te importaría que hiciera solo la reunión? —le pregunté.
El señor O'Sullivan arqueó más las cejas, sorprendido por mi pregunta, pero no tuvo más que ver al señor Choi, quien todavía me seguía mirando fijamente, para comprender que algo extraño pasaba allí.
Había una tensión en aquella sala de reuniones, una electricidad que de pronto había llenado el ambiente y que él no era capaz de comprender.
—Claro, Beomgyu... avísame si surge alguna duda o problema, estaré en el despacho —me dijo antes de dedicarle una breve despedida a un Yeonjun que le ignoró por completo.
Se dirigió a la salida y yo me giré para cerrar la puerta a sus espaldas, tomándome un momento para cerrar los ojos y tomar una buena respiración. Yeonjun estaba allí. Había usado una empresa falsa para poder ponerse en contacto con FC&A y concertar aquella estúpida entrevista justo delante de mis narices...
A él no le importaba dejarme en ridículo delante de mi nuevo jefe, no le importaba que le hubiera dicho que lo nuestro se había terminado, no le importaba nada más que sí mismo y conseguir lo que quería; porque así era Yeonjun Choi. Solté la manilla de la puerta que había estado apretando con fuerza, me giré con la vista baja y fui hacia la mesa, soltando con un golpe seco la carpeta de papeBeom sobre la madera, la cual llenó la sala de reuniones de un sonido rápido y cortante. Moví la silla y me senté. Entonces miré al señor Choi por el borde superior de los ojos con una mueca de enfado y le pregunté:
—¿Cómo te atreves...?
Yeonjun pareció perder el aliento y su abdomen se contrajo como si le acabaran de dar un puñetazo.
—Beom... —dijo en voz baja y algo tocada—, yo solo quería... Escúchame, por favor —me pidió, pero casi sonó a un ruego. Deshizo las manos que mantenía cruzadas y apretando con fuerza sobre la mesa y se llevó una de ellas, de dedos temblorosos y pálidos, al interior de la chaqueta de su traje. Sacó una página doblada del interior repleta de, lo que parecía, una letra fina y afilada, y la abrió para empezar a leer—: Beom. Sé que ahora te cuesta mirarme a la cara. A mí también me cuesta. Pero tienes que creerme cuando te digo que jamás he querido hacerte daño, yo... fui débil. Soy un hombre débil, Beom.
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El jefe (Yeongyu)
FanfictionEl señor Choi devora todo a su paso, y tal vez su nuevo asistente sea su siguiente presa. Adaptación