Capítulo 60

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A la hora del almuerzo, el ambiente cambió de manera sutil. En el comedor de la planta baja, cerca del despacho del Alfa, el almuerzo era sencillo: una sopa de papas y salchichas ahumadas.

La sopa se notaba espesa combinado con las papas, pero se notaba flotando en esta rodajas de salchichas ahumadas que daban un delicioso sabor a barbacoa y aunque fuera una comida deliciosa o típica del lugar, extrañaba las comidas de su tierra. No iba a decir que no fueran ricas solo que esperaba mas un tallarin con albondigas de carne, que una sopa espesa.

«Noto que extrañas mucho la vida que llevabas antes»habló Astra.

Al escucharla no pude evitar apretar de más la cuchara entre mis dedos, alertando a Elisey por consecuencia:

—¿Fue por Astra?—preguntó intrigado.

Asentí mientras tragaba la sopa.

—Es raro que alguien más que no seas tu, me hable de cosas muy personales —confieso mientras en dos o cuatro bocados termino de comer la sopa.

—Al principio suele ser extraño, pero con el tiempo te acostumbras. Debes aprender cuando hacer de escucha y cuando dejar que interactuen... —comenta Elisey mientras cabecea comprensivo al igual que consume lo de su plato— Generalmente cada lobo con su rango se debe domar de acuerdo a la necesidad, Björn es explosivo y no anda con cuidado.

«El Alfa no se queda atrás, ha dicho Björn»confesó entredientes Astra.

—No te quedas atrás, también eres gruñón Elisey —agrega sin cuidado.

—Mira quién lo dice, Luna. —bufó el rubio con una mirada desafiante pero juguetón, mientras desliza su dedo pulgar por la comisura de ella.

—No soy una bebé, Elisey —comenté avergonzada tomando una servilleta para limpiarse bien la boca sucia.

El rubio alemán se ríe, y sin poder evitarlo siento sus labios en un corto beso, aunque lo finaliza con una suave mordida en mi labio inferior.

«¡Ay que radiante y sexy es!»aulló Astra emocionada por el beso, que está claro que no solo a mí aceleró el corazón.

Nos separamos, aprovecho para tomar el jugo de manzanas percibiendo perfectamente las hierbas de menta fresca y un toque de romero en el jugo, haciéndola una bebida ligera y dulce.

—No me enojo porque me ha gustado.

Elisey encantado se relame los labios.

—Amo que seas tan sincera, pequeña Luna —lo dijo casi como si estuviera masticando cada palabra con esa voz ronca y risueña.— Bien, no la tentaré más. Aunque me gustaría hablarte de un tema.

Aquello llamó mi atención total.

—Cuéntame, soy toda oídos.

Elisey deja que las cocineras retiren nuestros platos vacíos, y me lleva hacia su despacho donde me pide que me siente en el sofa, para hablar en privacidad debida. Curiosa hasta los codos, espero pacientemente la charla.

—He estado notando que tienes una expresión de nostalgia, ya sea cuando comemos o cuando estás de paseo. Necesito saber que es lo que te tiene mal, me preocupa que no estes feliz aquí, Bruna —dice Elisey.

«Ya era hora. Debes contarle como te sientes, sé sincera como lo has sido»aconseja Astra.

—Una vez te dije que no era muy buena adaptándome en un lugar y no tanto con el alemán pero que lo intentaría por ti. —contesta clara y concisa.

—¿Extrañas mucho Paraguay? —pregunta Elisey con cautela, pero se notaba que era pesado de digerir.

Con una expresión culpable asiento.

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⏰ Última actualización: Nov 14 ⏰

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