𝗗𝗔𝗥𝗟𝗜𝗡𝗚 ¹ | 𝐊𝐨𝐥 𝐌𝐢𝐤𝐚𝐞𝐥𝐬𝐨𝐧

IX

Después de haber pasado una mala noche, pensando en Bonnie y en si su madre había completado la transición... Avery se montó en su coche al día siguiente y salió de Mystic Falls para poder darse un respiro.

Al parecer, aparte de Finn y Esther, Kol y Elijah también se habían ido del pueblo. ¿Dónde? No lo sabía, pero mejor así. Necesitaba dejar de pensar al menos por unas horas de los Mikaelson, de estacas, y de todo lo que ha pasado en estos dos días atrás...

La mayor de los Salvatore iba conduciendo tan tranquila, sintiendo el aire ondear su pelo, hasta que alguien hizo que frenase de golpe.

– ¿Finn? –preguntó extrañada.–

El mayor de los originales se acercó a velocidad vampírica entrando en el coche y sentándose en el asiento del copiloto.

– ¿Que hacías ahí en medio de la carretera?

– Tu solo conduce, ¿quieres?

– Me parece a mi que no –la chica movió el coche aparcándolo a un lado de la carretera, parando el motor y se volvió de lado para mirar al original.–

– ¿Por qué lo hiciste Avery? ¿Y por qué no le has matado?

– ¿Hacer que? ¿Acostarme con él? –Finn asintió.– Simplemente... pasó, y no puedo matar a alguien que llegó a importarme. Fue mi primer amor, Finn.

– Ya da igual. El daño esta hecho –Avery alzó una ceja.–

¿Qué el daño estaba hecho? ¿Acaso Finn se había fijado en mí?

– ¿Qué el daño está hecho? –dijo Avery flipando.– Tanto daño no te habré hecho cuando no me has contado que si matas a un original, todo vampiro convertido con su sangre muere con él

Finn giró la cabeza hacia ella.

– ¿Como has...?

– Como me he enterado es lo de menos, el caso es que tu también me has mentido. Y no pienso quedar solo yo como la mala.

– Lo siento.

– Es igual –se encogió de hombros.– Y yo también lo siento. –Finn asintió.–

– Sabes que ahora madre te matará, ¿verdad? O algo peor

– Y aquí estaré esperándole, porqué ya me da igual –me encogí de hombros.– Me lo tengo merecido, aunque tu al menos seguirás vivo.

– Llevo 1000 años en esta tierra, al que le da igual ya morir es a mí. Somos monstruos tal y como dice madre.

– No eres un monstruo, Finn. Y no quiero meter el dedo en la llaga pero... ¿vivo? Más bien estuviste encerrado en el ataúd porque el psicopata de Klaus quiso encerrarte.

– Si, soy un monstruo Avery, como gente, me alimento de vidas como un canibal e incluso me alegro de que Niklaus me haya encerrado en ese ataúd para no soportar la mierda de ser un monstruo. Un asesino, porque eso es lo que somos los vampiros, asesinos de vidas inocentes.

Avery suspiró, volviendo a incorporarse sobre el asiento y apoyando la frente en el volante.

– ¿Puedo hacerte una pregunta? –preguntó Finn cambiando de tema.–

– Ya la estás haciendo, ¿no?

– Que graciosa

– Pregunta –se apartó del volante para volver a mirar al original.–