XXIII

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Dos semanas después...

Habían pasado dos semanas desde que los Salvatore y los Mikaelson junto a la brujita Bennet y Sage habían encontrado y rescatado a Avery. Y estando Jordan muerto, no había de que preocuparse.

El problema era Katherine, que había conseguido escapar y desde entonces tenían que estar alerta por si aparecía en el pueblo y volvía a hacerle algo peor a Avery.

Por otro lado, Klaus y sus híbridos seguían haciendo de las suyas, nada nuevo. Elijah volvió a marcharse a saber dónde esta vez.

Finn y Sage también volvieron a marcharse, aunque seguían en contacto con la Salvatore por si volvía a necesitar ayuda, y Rebekah y Kol, al igual que Klaus fueron los únicos en quedarse en el pueblo.

Estos dos últimos, en las dos semanas que habían pasado, se habían vuelto a auto invitar y quedarse en la mansión Salvatore. Cosa que no le sorprendía a ninguno en absoluto.

Y ahora, Avery se encontraba de camino hacia una pasteleria a recoger unas cajas de pastelitos ya que Caroline le pidió que necesitaba ayuda con los preparativos de otro nuevo baile que se celebraría en el instituto, y ya que todo el mundo estaba ocupado haciendo sus respectivas tareas que la rubia le había mandado a hacer, la única que quedaba con tiempo libre era Avery.

La Salvatore llegó a la pastelería gracias a que Caroline le mando la ubicación, abrió la puerta y se adentró en el local acercándose al mostrador para esperar y así recoger los pedidos.

Y al haber pasado unos segundos después de que ella hubiese entrado, la campanita volvió a sonar indicando que alguien había entrado a la pastelería, esa persona se paró a su lado a velocidad vampírica. La chica le entregó las cajas con los pastelitos y Avery le dio las gracias amablemente antes de que la chica volviese a retirarse.

– Coge de fresa –dijo la persona que se encontraba a su lado.– Me encantan los de fresa –Avery sonrió.–

– ¿A un tipo como tú les gusta los pastelitos de fresa? –preguntó la rubia girando la cabeza hacia él.– Me sorprendes Klaus –el híbrido sonrió.– ¿te doy un consejo?

– Tu dirás.

– Si quieres seguir con vida, y si yo fuese tu no cogería ninguno –Klaus hizo un puchero modo actuado.–

– Oh vamos, ¿le vas a negar un pastelito a tu cuñado favorito?

– Si quieres que Caroline te arranque la mano... tu mismo –Klaus cargó con las tres cajas de arriba.–

– Caroline no me da ningún miedo –respondió el híbrido.– En cambio tu si deberías tenerlo, porque me encargaré de que estas cajas de aquí falten.

La puerta volvió a abrirse tras sonar la campanita nuevamente.

– Klaus Mikaelson, ni se te ocurra, ¿me has oído? –dijo Caroline mirando al híbrido, poniendo los brazos en jarra.–

Al oír su nombre por parte de la rubia, y escuchando su reprimenda sin rechistar y en silencio, asintió volviendo a dejar las cajas donde estaban antes e ir hacia donde Caroline. Avery apretó los labios mirando al híbrido para evitar reírse.

– ¡Eh Klaus! –llamó Avery.– Estás hecho todo un perrito faldero eh, y nunca mejor dicho –el híbrido le echo una mala mirada antes de salir detrás de la rubia siguiéndola.–

Patético.

Avery volvió a coger las cajas y al ver que la puerta había quedado abierta, salió del local y comenzó a caminar hacia el instituto para dejar los pedidos en una de las mesas que había en el gimnasio, según había dicho Caroline.

𝗗𝗔𝗥𝗟𝗜𝗡𝗚 ¹ | 𝐊𝐨𝐥 𝐌𝐢𝐤𝐚𝐞𝐥𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora