(XIX): Kol

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Un mes después...

Había pasado un maldito mes y seguiamos sin saber nada de Avery.

No teníamos ni siquiera una pista o algo que nos indicase de su paradero. Nada. Era como si se le hubiese tragado la tierra, y eso me enfurecía y me hacía perder la esperanza.

Me enfurecía porque supongamos que hubiese sido ella la que se hubiera marchado de este pueblo sin decir absolutamente nada a nadie, pero la conocía. Sabía que ella no haría una cosa así, y más teniendo a sus hermanos a su lado.

Como envidiaba su relación.

Y me hacía perder la esperanza y entristecía porque si le había llegado a pasar algo otra vez, la culpa me calcomanía por no haberla podido proteger, otra vez. Y mi mayor miedo era que la hubiese perdido esta vez para siempre, por si después de un mes, alguien la hubiese matado y por eso no aparecía.

Salí de la ducha, con otra toalla en mano empezando a secarme el pelo y el cuello, me acerqué al armario abriendo las puertas y desatando la toalla que estaba ajustada a mi cintura dejándola caer al suelo. Agarré unos boxers, unos pantalones vaqueros y una camiseta gris algo ajustada, me vestí cerrando el armario y me tiré sobre la cama, con un brazo flexionado y apoyado detrás de mi cabeza, mientras que con la otra mano tiraba una pelota repetidas veces hacia la pared.

Volvía la tiraba, volvía la tiraba, rebotaba, volvía...

Mierda hostia, ¿pero que narices estaba haciendo?

Avery desaparecida y yo tumbado en la cama jugando con una pelotita.

El timbre sonó y eso hizo que me levántase de la cama de un saltó, salí de mi habitación caminando hacia las escaleras y alguien se me adelantó al abrir la puerta porque lo primero que escuché nada más abrirse la puerta fue:

– Sabemos como encontrar a Avery –Alessandro.–

– ¿Como? –preguntó mi hermano Niklaus.–

– Hechizo de seguimiento –dijo Bonnie mientras entraba en la casa después de Asher y Alessandro, con los otros dos Salvatore detrás de ella.–

– ¿Y ahora habeis caído en hacer el hechizo? –preguntó Niklaus.– Ha pasado un mes, Avery podría estar muerta, o a lo mejor se ha ido para que no la encontréis.

– Avery no es así –fue mi turno de hablar.– La conozco y no haría eso.

– Que optimistas sois –Niklaus hizo amago de cerrar la puerta, pero una mano se estampó sobre esta impidiendo que la cerrase.– Finn –dijo Niklaus.– Y Sage, ¿que haceis aquí?

– Nos hemos enterado de que Avery ha desaparecido, y hemos venido a ayudar –dijo la pelirroja.–

– No necesitamos vuestra ayuda así que ahora adiós –Klaus volvió a hacer amago de cerrar la puerta, pero una voz se lo impidió.–

– Klaus –llamó mi hermana bajando las escaleras.– dejales que pasen, cuantos más seamos mejor.

– A él no le necesitamos Bekah –dijo Klaus.–

– Como echo de menos a Avery, para ver como te da una lección –dijo Damon.–

– Yo también a decir verdad –respondí mirando al moreno.– Venga, pasad, que cuanto antes encontremos a Avery mejor

Klaus miró a Damon comenzando a caminar hacia el, pero una mano se estampó contra su pecho. Damon sonrió.

– Las peleas las dejáis mejor para otro momento –dijo Stefan.–

– Sois peores que algunos críos –suspiró Rebekah antes de girarse y seguir a los hermanos de la Salvatore y a la brujita Bennet hacia el salón.

𝗗𝗔𝗥𝗟𝗜𝗡𝗚 ¹ | 𝐊𝐨𝐥 𝐌𝐢𝐤𝐚𝐞𝐥𝐬𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora