༻75༺

18 3 0
                                    

Los sirvientes habían curado a la joven, quien estaba aferrada al cuerpo destruido de su cuervo, la única compañía que realmente adoraba, aquel animal que la acompañaba día a día durante sus misiones, lo conocío cuando fue un polluelo, ahora saber que el nunca volvería le causaba tristeza.

Observó el anillo en su mano, aquel anillo le causaba asco pero era imposible quítaselo, era como si ese objeto la estuviera atando a el.

Douma se quedó escuchando a escondidas, había algo en su llanto que parecía estrujar su pecho de manera dolorosa. Bajó la mirada hacia el trozo de tela ensangrentado que tenía en la mano y apretó el puño con rabia.
No debía de haberla lastimado, pero si no lo hacía no podría ser creíble la noticia de su muerte.

El demonio salió rumbo al bosque en cuanto oscureció lo suficiente para que fuese seguro salir y abandonó la tela rasgada, el resto de la espada destruida y una nota para el pilar del agua en un lugar alejado donde pudieran encontrarlo.

Giyu Tomioka

"Te agradezco haberme dejado a la chica, fue un festín único y memorable. Lamento que ni siquiera en sus últimas palabras hablara de tí, debe haberte odiado hasta el final por ser tan débil y no hacer nada por ella.
Soy tan bueno que te dejaré un pequeño recuerdo para que llores su muerte y puedas volver a informarlo a los demás"


Hanako yacía en el jardín enterrando a su cuervo, quería estar sola, pero el miedo de los sirvientes hicieron que la llevaran a la habitación del demonio, Hanako ya ni les dirigía la palabra, incluso deseaba que murieran por la manera tan insensible en como eran con ella, miedo o lealtad, detestaba a los sirvientes que Douma había buscado personalmente para ella.

—-El quiere verla.—-Una de las criadas lo mencionó mientras le entregaba un kimono nuevo, Hanako lo arrebató con agresividad al ignorar a la mujer, encerrándose en aquella habitación para vestirse, la sutura en su brazo era notoria, el dolor parecía empeorar cada vez, ninguna herida antes le generaba tanto dolor como aquella, incluso le dolía el cuerpo, el corazón y los pulmones, sabía que eso dejaria una enorme cicatriz imposible de borrar, la chica estaba harta de fingir estar feliz, su trato hacia ella era tan confuso, a veces parecía quererla y otras veces la veía como un alimento.




El demonio caminaba a su hogar cuando encontró una paloma herida tratando de volver a volar. Nunca en su vida le habría mirado tan siquiera de no ser porque esa criatura abandonada tenía una mirada tan parecida a la chica que le esperaba en casa. La mantenía cuidadosamente entre sus manos mientras caminaba a la habitación que pronto compartirian, tocando la puerta antes de entrar solo para anunciar su llegada, no para pedir permiso.

Se quedó en un rincón de la habitación bajando la mirada con una falsa culpa mientras le mostraba al ave herida.

—Lamento lo del cuervo, no era mi intención hacerle eso, pero quería separarnos....—-.Se acercó a una pequeña mesa para dejar al animal con suavidad, procurando no empeorar su estado.

—Traerte otra mascota no compensa su muerte, pero ¿Podrías perdonarme?.—-.Finalmente, se plantó frente a ella y la tomó entre sus brazos con fuerza, como si sintiera que podría perderla si alguna vez se enteraran de su paradero.
Bajó su mano y acarició la herida que hace pocas horas le había dejado en el antebrazo.

Hanako por primera vez sintió pavor, cerrando los ojos con fuerza mientras su cuerpo temblaba, estaba segura que en cualquier momento el la atacaría de nuevo.

—-¡El jamás intento separarnos! Solo era un pequeño libre! Al menos el tenía libertad!

La chica rompió en llanto, su cuerpo estaba temblando como gelatina, su corazón empezó a latir con fuerza, se veía el miedo en su rostro. Douma era un psicópata total, fingiendo culpa con ella, ahora su obsesión estaba creciendo.

—No tenías la culpa de lo que hizo ese maldito animal traidor, tú no debías pagar sus errores. Pero al menos tu sangre me ayudó para perder tu rastro.——.A diferencia de antes ahora no se encontraba en una posición defensiva o sádica, la calma de asegurar la muerte de su prisionera le mantenía de buen ánimo. De manera repentina se inclinó a besar su mejilla con cuidado.

—¿No estás feliz? Ningún pilar vendrá a robarte de mi lado, no tendremos que preocuparnos por ellos, ahora creen que estás muerta..—-.Douma la tenía entre sus brazos, abrazándola de la cintura con cariño, un extraño cariño del cual ella se sentía vulnerable, no le agradaba estar así.

—-¡Por favor! Si tanto lo deseas ya mátame de una vez! Me cansé de estar así! ¡No te amo y jamás lo haré!.—- Hanako estaba harta, su corazón se estaba rindiendo, la ansiedad en su corazón la comía cada vez más.

—-Oh no cariño, no volveré a lastimarte, te lo prometo, tampoco voy a devorarte, eres mi más hermoso tesoro.—-Douma la besó a la fuerza, haciendo que la chica forcejeara con la poca fuerza que ella tenía, era inútil, el estaba ganando.

—-Ven a darte una ducha, necesitas tener color en esa piel tan pálida, la falta de sol genero que se apagará ese bello sonrojo que tenías, te esperaré en la ducha cariño.—- Douma la empujó después del beso, la pelirroja estaba preocupada, sabía que las cosas irían empeorando, Hanako corrió a su habitación para buscar las cartas que recibió de su esposo, pero no había nada, al parecer alguien había urtado sus pertenencias. Hanako lloraba al saber que su plan estaría arruinado.

—-Mi señora, el amo Douma la espera en la bañera...

—-¡No te atrevas a hablarme maldita traidora! Haz urtado lo que me pertenecía y no me interesa si tu lealtad hacia Douma es sincera o solo es miedo, el de igual manera te matará, de pensar que en un momento pensé en salvarte de sus garras, se que de alguna manera diste con mis cartas y fuiste tú quien reportó lo de mi cuervo, espero tu muerte sea lenta y dolorosa, no pienso salvar a un humano que está del lado de un demonio.— La mujer hizo un lado a la criada, pese que se le veía miedo, a Hanako ya le importaba, de solo pensar que tarde o temprano su esposo pensaría que estaría muerta sería una pesadilla para ella.

Giyu por su parte, buscaba respuestas sobre el paradero de su esposa, volviendo al punto donde la perdió, fue ahí donde su mundo se derrumbó, ver su haori lleno de sangre, la mitad de su katana, la carta escrita por el demonio, Giyu cayó de rodillas al no poder seguir aguantando, creyó que la había perdido para siempre.

𝐍𝐎𝐂𝐇𝐄𝐒 𝐁𝐋𝐀𝐍𝐂𝐀𝐒 (𝐃𝐞𝐦𝐨𝐧 𝐒𝐥𝐚𝐲𝐞𝐫)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora