Capítulo dos: Deseo - Parte 1

25 6 34
                                    


Eros

De tu lengua endemoniada

una muerte

un despertar de eros

en mi luna.

—Lenguaje de maderas talladas por María Clara Ospina Hernández, poeta colombiana.

—Mierda. —gruñe con suavidad, dejando caer su cabeza hacia atrás, junto a un suave suspiro que sale de sus labios después de tomar una calada de su habanero Corojo suavemente. —Ya deja de jugar y termina, puta.

Gruñe al ver a la joven beta sonreír desde abajo para luego dar una larga lamida a su pene palpitante y erecto. Con malicia juguetea con la punta del miembro viril, causando placenteros y fuertes espasmos en el alfa, que la observa sonriendo entre jadeos, excitado. Con fuerza agarra del cabello de la joven y empuja con fuerza, hasta hundir todo su pene en la garganta, tocando cada parte y sintiendo una calidez húmeda y deliciosa envolver su virilidad. Embiste con fuerza la garganta de la prostituta, que se retuerce llena de placer entre gemidos ahogados. El chapoteo, los líquidos derramándose de su boca al igual que sus lágrimas, causan que el alfa de cabello negro y blanco se estremezca hasta finalmente llegar al clímax.

—Oh, carajo. —dice entre jadeos profundos, soltando el cabello de la chica que se aleja al faltarle el aire debido al tamaño del pene de aquel hombre. —Mierda. —cierra sus ojos por unos segundos para luego abrirlos junto a una sonrisa tranquila y posteriormente tomando la última calada de habanero Corojo. —Ven aquí rápido, antes de que mi madre vuelva. —lanza el habanero sobre el platillo gris de su escritorio y se acomoda en la silla. —Rápido, no tengo todo el maldito día.

—Sí, señor Vizcaíno. —ansiosa y excitada, se sienta sobre la entrepierna del hombre.

—No, cariño, de espaldas. —hace un ademán rápidamente, demandante.

—Pero...

—Pero nada, si no lárgate. No miro a nadie a la cara mientras me lo follo, ¿entendiste? —hostil, la mira. —Si no lo vas a hacer, puedo buscar a otro, vi a tu compañero muy ansioso por chupármela.

—No, señor. —estremecida por la rabia y el odio hacia su compañero del burdel, se para y se voltea rápidamente.

Con rapidez y sin el menor cuidado, el joven Vizcaíno toma el cabello largo pelirrojo de aquella chica, causando que esta gimotee de placer ante la agresividad. Palmea los glúteos de la mujer y toma su pene, introduciéndolo rápidamente, tocando todos los puntos sensibles de la susodicha. Embiste con avidez mientras su mano derecha tira del cabello pelirrojo y su mano derecha toma con fuerza la cintura de su platillo del día. "¡¿Por qué?! ¡¿Por qué sigo pensando en ti?! ¿Quién eres?", piensa, mirando colmado de deseo a la nada mientras embiste aquella fémina, una y otra vez. Observa su cabello pelirrojo tan largo, con un tono tan fuerte y centelleante, pero... "No es como ese cabello... ese color... ese aroma ¡Carajo!", maldice internamente y deja salir un gruñido, golpeando el interior de la mujer con más fuerza, causando que esta gimotee de placer, enloquecida y sonriendo como tal. A punto de eclosionar en una fuerte eyaculación, cierra sus ojos imaginando aquel hermoso cabello pelirrojo de tonos cobrizos entre sus manos y aquel par de ojos marrones mirándolo intensamente por solo un instante, solo bastó eso, un instante.

—¡Papi! —gime con fuerza la mujer, que llega al clímax momentos después.

—¡Mierda! —grita y gruñe el hombre, ahora irritado. —Vete. —exige, entre jadeos, arrecostándose en la silla. —Vete, ahora.

—Pero señor. —lo mira con ternura, tratando de ganarse su cariño.

—Te dije... —rápidamente, toma el rostro de la mujer y amenazante, la observa con aquellos ojos rojos intensos y profundos. —...que te vayas ahora. —gruñe. —No soy tu papi. Lárgate, no quiero volver a verte. —empuja el rostro de la mujer que se levanta, derramando semen entre sus piernas, irritada. Toma su ropa y se la coloca tan rápido como puede.

—¡No vuelvas a llamarme! —enrojecida por la rabia, chilla dándose la vuelta.

—Ni siquiera me sé tu nombre y tampoco me interesa. —enciende su habanero Corojo y ríe con sorna. —Además... No repito plato, niñita.

—Púdrete. —escupe y sale dando un portazo.

—Por Dios. —suspira. —Otra loca creyéndose mi mujer. —hace pucheros mirando su habanero. —No estuvo peor que el tipo de ayer, ese sí que está coquiado. —ríe por unos instantes hasta que aquella sonrisa se apaga con lentitud.

Aquellos ojos marrones aún lo observan tan suaves y al mismo tiempo tan feroces. Aquellos labios moviéndose lentamente, pidiendo disculpas por el tropiezo que tuvieron, y aquel hermoso cabello largo, tan preciosamente brillante, tan inalcanzable para sus manos. Cierra sus ojos recordando el aroma a canela en el aire, ¿acaso provenía el aroma de la panadería a su izquierda? Probablemente, ante lo aturdido que se encontraba, sumándole la multitud y el ruido a su alrededor, podría ser solo una alucinación olfatoria. Tan dulce y delicado aroma a canela, tan aromático y reconfortante, no podría provenir de una simple panadería artesanal, de alguna par había salido, "Sí, debe ser de él, debe ser", piensa insistente sin dejar de ver la punta del habanero consumirse poco a poco, "Por tu culpa me gustan los pelirrojos ahora", piensa y ríe a carcajadas, "Pero... si te encuentro y hago lo que quiero ya no me volverán a gustar más, ¿sí?". se cuestiona y suelta un resoplido, acariciando su frente con suavidad.

—Me estoy volviendo loco y ni siquiera recuerdo su rostro. —cierra sus ojos de repente al sentir una fuerte punza pasar sin aviso. —Maldita migraña. —se levanta y toma de su estantería a la derecha dos píldoras para el dolor.

—Señor. —entra sin avisar y sin despegar los ojos de su agenda.

—Carajo, ¡¿te cuesta tocar la puerta?! —rápidamente, se sube los pantalones.

—Lo he visto en peores condiciones. —suspira.

Dante Caputo, el segundo secretario, francotirador experto y guardaespaldas más confiable del joven Vizcaíno. Se conocen desde que eran niños. La diferencia es que uno viene de un humilde pueblo llamado Lovere ubicado en Lombardía, que se ubica al norte de Italia propiamente dicho, y que si bien su nombre profesa algo muy precioso a otros como al joven Vizcaíno, es asunto de burla y broma hacia el joven beta de ojos grises, que ahora lo mira con desaprobación.

—No puedo creer que tengamos solo un año de diferencia y te comportes como maldito adolescente. —lanza sobre el escritorio del de cabello de negro y ojos acusadores, el contrato con la empresaria Martina López, dueña de Los López Constructora, una de las empresas más importantes en la creación de infraestructuras Latinoamérica. —Vendrá dentro de un mes o dos para darle la mano y la bienvenida al grupo de socios. Así que espero que cuando llegue ese día no te estés cogiendo a alguien porque eres el único pendejo que cree que esas puertas de cerro rojo son antisonidos. —toca su oído derecho. —¿Entendiste, mocoso?

Vizcaíno ©  (Omegaverse, romance, erotismo y mafia). #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora