Capítulo ocho: Dunkel - Parte 1

7 3 4
                                    


Porque nuestra lucha no es contra seres humanos,

sino contra poderes...

contra autoridades...

contra potestades...

que dominan este mundo de tinieblas...

y contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales.

Efesios - 6, versículo 12


—¡Enzo! —grita una vez más la azabache, llena de cólera.

¿Cómo es posible que aquel mocoso de cabello blanco no se dignara a decirle que se vendría solo a la cabaña? Imposible, es intolerable para aquella mujer que cuando se trata de trabajo no puede fallar, pero, ¿acaso eso es lo que realmente la hace enojar?

—Oye, ¿qué mierda te pasa? Calmate. —Lorenzo, ya en la terraza de la cabaña. Nunca había visto a Rebeca tan molesta, sin bien su necesidad por hacer el trabajo a la perfección es una bendición y maldición para la mujer, nunca causó problema alguno o reacciones exageradas si cometía algún error. —Está a salvo.

—Estuve como loca buscándolo, pensé que algún cuervo de Calabria le habría hecho algo. —dice irritada, caminando de un lado a otro. —Déjame pasar, tengo que hablar con él.

—Ni de chiste, mírate, perra, pareces el diablo, vas a asustar al chico. —se cruza de brazos y la mira extrañado. —Ya te dije que está bien, ¿por qué estás tan molesta?

—Ya te dije por qué. —chasquea la lengua y respira hondo, mirando hacia las montañas.

—Que te preocupes por alguien, no hará que salga mal tu trabajo.

—No sé de qué hablas. —ríe levemente. —Ahora déjame pasar.

—Estás preocupada por el chico, deja de mentir. —dice con seriedad y tranquilidad.

—Piensa lo que quieras, ahora déjame pasar.

—Al primer grito te saco a golpes de aquí. —se hace a un lado y la sigue detrás.

Al entrar, observa a Alexander y con un suave asentimiento le saluda. Una sonrisa furiosa se instala en su rostro al ver a Enzo esconderse detrás del sacerdote. "Conque no eres tan valiente, ¿verdad?", piensa y relame sus labios sin dejar de ver las delicadas manos del muchacho. "Maldito mocoso de mierda", piensa enfurecida.

—¿Sabes el susto que me diste? —pregunta entre dientes.

—Rebeca, cálmate. —señala Alexander, al verla sonrojada por la rabia. —Quizás él...

—¡Vieron a uno de los peores asesinos de esa estúpida Sociedad Thule rondando la zona cerca de tu maldito apartamento! —grita enfurecida. —¡Pensé que ese bastardo te había encontrado!

—¡Rebeca! —grita Alexander. —Tienes que calmarte, no tienes que gritarle.

—Y mira. —dice con cinismo. —Resulta que se te dio la gana de venir solo por caprichoso, por puro orgullo, ¡orgullo y nada más!

Se acerca, dispuesta a tomar la muñeca del chico, pero Alexander con rapidez la empuja, dándole una bofetada. Sintiendo peligro en su hogar, sus ojos cambian rápidamente a un color anaranjado antinatural para posteriormente esparcir feromonas protectoras. Rebeca rápidamente retrocede, chocando con la pared a lado de la puerta, acariciando su cuello.

—Aléjate. —advierte lentamente.

—Alex, está bien, tranquilo. —Vizcaíno se acerca suavemente, causando que el omega dominante respire suavemente, regulando poco a poco.

Vizcaíno ©  (Omegaverse, romance, erotismo y mafia). #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora