Por otro lado, la mañana en la habitación del joven vizcaíno es diferente, todo lo contrario a un mal sabor de boca de la noche anterior. La luz se filtra suavemente a través de las cortinas blancas de la habitación que se hondean ligeramente por la briza. El morocho, observando a través de esta, sentando en la cama, suspira al ver al pelirrojo que poco a poco se despierta.
—Buenos días, mi amor. —susurra Vizcaíno, su voz baja y ronca aún por el sueño.
Alexander sonríe tímidamente, sus ojos aún entrecerrados debido a la luz. Lorenzo se mueve lentamente hasta quedar acostado y pegado a la espalda del pelirrojo. La mano de Vizcaíno se desliza con ternura por la piel de Alexander, acariciando su abdomen antes de bajar más y tocar suavemente su pene al estar desnudo bajo las sabanas. El pelirrojo se retuerce acalorado.
—No me toques. —musita y deja salir suave gemido al sentir su virilidad ser apretada con suavidad.
El de ojos rojos, con una sonrisa pícara, continúa masturbando suavemente el pene del joven sacerdote que se retuerce entre jadeos y dulces gemidos. Alexander aprieta con fuerza el brazo del morocho al sentir que este ha tocado la punta lenta y tortuosamente. Los gemidos de Alexander llenan la habitación, tan vulgares y sin pudor alguno, causando que el morocho no pueda soportarlo más, y con rapidez lo penetra suave y profundamente al levantar su pierna, dejando a la vista toda la desnudez del pelirrojo.
—Te amo, Alexander. —gruñe y gime en el oído de su amante y luego lame la oreja de este suavemente.
—¡Ah! Vizcaíno. —gime. —Para, para... —súplica entre gemidos.
—Dime, dime que me amas otra vez, dímelo.
—¡Ah, ah!
—Dímelo. —lo penetra con dureza.
—¡Te... amo!—responde Alexander con la voz entrecortada por el placer.
—¡Oh... mierda! —gruñe mientras se mueve dentro de Alexander.
Alexander cierra los ojos, mordiéndose el labio inferior para tratar de contener los gemidos, siendo esto imposible a cada penetración, cada vez más profunda. Agarra la mano de Vizcaíno, mientras es consumido con tanta pasión y sin poder soportarlo dice lo impensable.
—Llename. —jadeante y sudoroso le mira con debilidad a los ojos, causando que el alfa se estremezca.
—Por Dios. —gime y jadea, acelerando la penetración.
El tiempo se hace más lento por unos momentos; parece que aquel momento mereciera ser memorizado de manera tan dulce y suave mientras hacen el amor, cada movimiento, cada golpe de las pieles sudorosas, cada gemido.
—¡Vizcaíno! —gime con fuerza, cerrando sus ojos y dejando que las lágrimas se deslicen por sus mejillas.
—Oh, por Dios. —jadea el alfa, abrazando con fuerza al pelirrojo.
Vizcaíno acaricia el cabello de Alexander entre jadeos; sus dedos acarician suavemente sus mejillas mientras Alexander cierra los ojos.
—Tenemos que salir. —musita Alexander, sintiendo el pene de Vizcaíno en su interior. —Sacalo, tenemos que irnos pronto.
—No quiero. —como niño pequeño suelta un quejido suave.
—Lorenzo. —insiste el pelirrojo suavemente, sintiendo que este se mueve suavemente. —Sacalo ya o no volveremos a hacerlo. —suelta un suave gemido.
—Está bien. —suavemente, saca su virilidad y sonríe al escuchar los suaves gemidos de Alexander. —Me pongo duro si haces esos sonidos.
—No, alejate. —se arrastra en la cama y se levanta tan rápido como puede para ir al baño. —Iré a bañarme, no me sigas. —desnudo señala al morocho que asiente sonriente y brillante.
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Vizcaíno © (Omegaverse, romance, erotismo y mafia). #PGP2024
Roman d'amourSinopsis En la majestuosa ciudad de Roma, el grupo de la mafia llamado Los corsarios negros, dominan el territorio con mano de hierro en su totalidad, convirtiéndose en la organización más peligrosa y silenciosa del continente europeo. El Alfa domin...