Capítulo dos: Frenesí - Parte 2

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Enzo se agacha justo a tiempo, mientras las balas comienzan a impactar contra el auto. Este se mueve con ferocidad gracias a las maniobras de Rebeca, que agitada activa la alarma, llamando a los miembros por ayuda. Acelera, tratando de maniobrar para evitar los disparos, pero el auto se tambalea y pierde el control. Con un fuerte estruendo, el vehículo se estrella contra una tienda, dejando a ambos aturdidos. La azabache sale rápidamente, sacudiendo su cabeza al sentir aquel sonido chillón en su oído debido al golpe. "Enzo", piensa alarmado y con rapidez abre la puerta trasera, encontrando a Enzo entre lágrimas y adolorido por el choque.

—Rebeca. —llama a la susodicha con suavidad mientras estira sus brazos temblorosos.

—Enzo. —rápidamente, retira el cinturón de seguridad y toman entre sus brazos, como a un niño, al joven de cabello blanco, acusando el rostro del mismo en su cuello. —Tranquilo, estás bien, estás bien. —susurra cerca de su oído mientras observa a las afueras.

—Yo... —musita cerca, muy cerca de su rostro, causando que aquella fémina se atragante embelesada. —Lo siento...

Antes de que Enzo pueda decir algo más, una nueva ráfaga de disparos se escucha a lo lejos y en dirección a la tienda en la que se encuentran. Rebeca ve el destello de un arma apuntando hacia ellos y, sin pensarlo, se gira, cubriendo a Enzo con su cuerpo. Una bala alcanza su hombro derecho, el dolor la atraviesa junto a un gruñido en respuesta. Rápidamente, se agacha hasta quedar de rodillas en la parte delantera del auto para cubrirse.

—¡Rebeca! —grita Enzo lleno de pánico al ver la sangre manar de su herida.

—Estoy bien —responde jadeando, débil.

—No, no estás bien. —toma su rostro mirándola. —¿Por qué sonríe? No sonrías. —solloza levemente.

—Debí comerme esos pastelillos. No comí nada desde ayer. —señala, sintiendo náuseas y fatiga. —Yo... no...

—¡Rebeca! —chilla, angustiado, al ver que esta cae al suelo por completo y sobre ella su tembloroso cuerpo. —No te duermas, no te duermas. —ruega a la azabache, cerca de su rostro, respirando el mismo aire.

—No te muevas. —susurra Rebeca con los ojos fijos en los de Enzo, olvidando por completo el caos externo. Con lentitud acerca su mano a la mejilla del muchacho que llora asustado y toca con sus dedos la mejilla de este delicadamente.

—Lo siento. —musita con labios temblorosos.

—Está bien... solo olvidemos los pastelillos.

—No es gracioso. —sorbe su nariz.

—Pues estás sonriendo, no sé qué pensar. —susurra, sintiendo sus ojos pesados.

—No, no, no te duermas, por favor. —súplica entre sollozos.

—Solo... será un momento... —lucha por no quedarse dormida hasta desmayarse por completo.

—¡Rebeca! —toca desesperadamente el rostro de la morocha.

Mientras tanto, Tiziano y Dante llegan con el resto de los miembros justo a tiempo, escuchando el grito de Enzo, por lo que se apresuran. Uno de los nuevos miembros, Davide Gallo, un alfa, se acerca a Enzo y lo toma del brazo para ayudarlo.

—No, déjame, ella... —forcejea sin fuerzas.

—Tranquilo, hey, va a estar bien. —observa con atención los ojos del muchacho. —Está demasiado conmocionado, es mejor que los saquemos tan rápido como se pueda.

—Puso el cuerpo. —señala Dante al revisar a Rebeca. Empieza a vendar el hombro herido para hacer presión. —Pero estará bien. Hay que llevarlos a la mansión para que les den atención médica. Ahora mismo un hospital no es buena idea. —observa los cuerpos inertes en las calles de algunos miembros de los Cuervos de Calabria. —Bastardos. —masculla.

Vizcaíno ©  (Omegaverse, romance, erotismo y mafia). #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora