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Capítulo ocho: Dunkel - Parte 2

Aquella mujer de cabello negro pertenece a una especie que alguna vez fue venerada y odiada al mismo tiempo: Los cocodrilos negros de agua dulce y salada, estos conocidos en la antigüedad como Los Drakon Akheron que se traduce como "Los antiguos depredadores divinos", fueron una especie legendaria y mítica que se cree extinta hasta el día de hoy y fuera de todo aspecto mágico y sobrenatural, considerándose solo como un personaje más dentro de la cultura de aquellas épocas en las que las personas rezaban a dioses como es natural. Estos temibles depredadores son mencionados en antiguas leyendas de Grecia, Egipto y otras civilizaciones ancestrales, siendo considerados dioses y uno de los depredadores más poderosos del viejo mundo.

Los Akheron son descritos en los libros de historia como enormes cocodrilos con escamas negras y brillantes que les permiten camuflarse en la oscuridad de la noche. Además, se cree que poseían la habilidad única de adaptarse tanto a aguas dulces como saladas, cosa que es cierta, pero que los historiadores solo ven como simples características añadidas por la sociedad de aquel entonces. Aquellas particularidades les daban una ventaja sobre otros depredadores acuáticos, agregando además que sus mandíbulas son poderosas, capaces de destrozar cualquier presa que se cruce en su camino. Asimismo, una de las características más sorprendentes y temidas de los Drakon es su capacidad para transformarse en humanos, pues según las leyendas, estos cocodrilos podían adoptar la forma humana para mezclarse con las civilizaciones antiguas, lo que les permitía acechar a sus víctimas, es decir sirenas y tritones que se encontraban en la superficie. Esta habilidad además les permitía pasar desapercibidos y ejercer influencia sobre los humanos, quienes los adoraban como dioses debido a que consideraban que alejaban a las peores creaturas de sus rebaños o criaderos.

Por otra parte, durante los años 4000 antes de Cristo y .3000 antes de Cristo en Egipto, se les asociaba con el dios Sobek, el dios cocodrilo del Nilo. Eran venerados en templos y se les ofrecían sacrificios para asegurar la protección y prosperidad del Nilo y lagos cercanos a sus propiedades. También durante los años 1500 antes de Cristo y 500 antes de Cristo en la antigua Grecia, se creía que los Drakon Akheron eran guardianes del río Aqueronte, uno de los ríos del inframundo por lo que se les rendía culto en ceremonias dedicadas a los dioses del inframundo, buscando su favor y protección y finalmente con la expansión del Imperio Romano entre los años 500 antes de Cristo y 100 antes de Cristo las leyendas de los Drakon Akheron se difundieron aún más hasta hacerse una historia dentro de esta sociedad, siendo catalogados como enemigos por una parte y por otra como aliados. Pese a todo el poder que lograron obtener en sus épocas de oro, con el paso del tiempo, los avistamientos de los cocodrilos negros de agua dulce y salada disminuyeron, y eventualmente se creyó que los Drakon Akheron habían desaparecido debido a una enfermedad que los atacó sin piedad por al menos tres años, por lo cual la población tomó esto como una señal de castigo divino por parte de dioses superiores a ellos.

Pero he aquí a una heredera directa de la especie más poderosa de las aguas, viva y oculta, tan simple como un ser humano, desmintiendo todo aquello que se creía, ¿dioses? ¿Poderes? No, por supuesto que no, solo seres distintos a los humanos al ser mitad animal y mitad humano, pero nada que les haga ser seres superiores. "No somos dioses", dijo aquel tritón negro en la televisión pública hace ya un par de años.

—Enzo. —llama suavemente al de cabello blanco que se remueve en la cama. —Enzo. —llama una vez más.

El muchacho había dormido toda la mañana y parte de la tarde, pues ya siendo las 2 de la tarde, logra despertar y a consideración de la azabache es mejor evitar que duerma más o creerá que algo peor está pasándole al chico. "Dante me dijo que tiene problemas cardiacos, no pensé que fueran tan jodidos", piensa molesta y al mismo tiempo sintiéndose culpable por lo sucedido horas atrás.