No había pasado ni una semana desde el concierto, y la pobre Leah ya había empezado a sufrir el acoso por parte de las fans. Había algunas muchachas que parecían apoyarla y que incluso felicitaban a Joel por haber encontrado a una chica tan guapa, pero más del ochenta por ciento de los mensajes que recibían ambos en las redes sociales eran puro veneno. Algunos, incluso, habían comenzado a inventar cosas acerca de la pobre enfermera, que no hacía otra cosa sino trabajar y apoyar a Joel en todo. Miró el reloj de la cocina y suspiró.
─¡Ed! ¡¿Te falta mucho?! ─gritó la pelirroja, apoyada contra la encimera mientras se terminaba el tercer vaso de zumo de aquella mañana. Jacky tenía ganas de conocer la ciudad de León, y de todos sus compañeros Ed era el único que parecía mínimamente interesado en visitarla. Aunque no sabía si por gusto o porque había algo en León que llamaba su atención. Fuera lo que fuese, al menos no iría totalmente sola.
─¡Que ya voy, joder! ¡Uno no puede ni ducharse tranquilo! ─Dejó escapar una pequeña risa. Tan solo Toni tenía peor despertar que él. Y en ambos le parecía una cualidad divertida porque así podía molestarles más.
En cuanto terminó el contenido del vaso, lo dejó en el fregadero y se recolocó los vaqueros negros, ajustando bien el cinturón. Se había comprado una hebilla nueva, una con el emblema pirata de una serie que le encantaba ver cuando era más joven. Y posiblemente la seguiría viendo de no ser porque le faltaba tiempo. Se había recogido la larga melena en dos trenzas a los lados de su cabeza para luego poder ponerse un gorro. Las temperaturas en la ciudad habían descendido y era mejor ir bien abrigados.
─Ya estoy lista, pesada. ─Ed entró en la cocina, yendo directamente a prepararse una taza de café. Ladeó la cabeza y esbozó una media sonrisa. Había elegido unos vaqueros azul oscuro que remarcaban su "glorioso trasero" como solía denominarlo cuando eran más jóvenes. Encima se había puesto un sencillo jersey oscuro de cuello vuelto y se había peinado todo el cabello hacia atrás. Había cambiado mucho desde que le conocía. Aún podía recordar a aquel pequeño gafotas que acababa metido en peleas por su mal humor y que había conseguido despertar su curiosidad casi desde el primer momento. Una vez conocías a Ed llegaba a ser un encanto, incluso llegabas a amar ciertas borderías de las que tenía. Ella lo sabía muy bien. Había sido su mejor amigo de niños, su primer amor y sus muchas primeras veces. Juntos habían sido una verdadera explosión en muchos sentidos, pero no eran compatibles. A ella le hacía gracia discutir e incluso a veces provocaba las pequeñas riñas solo por pasar el rato, pero Ed las odiaba. Y aquello, al final, había desembocado en su ruptura. Sin embargo no lo sentía, había mantenido a su lado a un gran amigo, el mejor que podía tener, y gracias a su separación había conocido a alguien que encajaba perfectamente con ella.
Se acercó hacia el moreno y palmeó uno de sus glúteos con suavidad, besando después su mejilla cuando vio que había tragado el café que tenía en la boca.
─Anda, bombón, vamos a ver la ciudad antes de que tu ejército de fans salga del instituto. ¿Te imaginas la locura que podría ser eso?
─Buf... Calla, que yo agradezco que nos sigan y les guste nuestra música, pero a veces me da la sensación de que todo el mundo observa cada paso que doy. ─Le comprendía muy bien. Sabía que la gente solía pensar que la fama era algo maravilloso: te conocían, te alababan, te hacían regalos y, encima, ganabas suficiente dinero como para vivir de aquello de manera holgada. Pero la realidad era muy diferente, porque a todo aquello tenían que añadirle todas las críticas malintencionadas, las agresiones, a veces incluso físicas, por parte de fans y detractores, el hecho de no poder salir de casa sin que la gente te observara, pensar en lo que podía suponer un simple error ante las cámaras o en un concierto,... La presión era tal que, a veces, su estado de ánimo empeoraba. Y ella había conseguido más o menos mantenerse, pero personas como Ed, aunque no lo dijera, Toni o Joel llegaban a tener verdaderas épocas de angustia. Si Rina y ella sufrían acoso, ellos lo sufrían por triplicado. A veces, las fans más apasionadas, llegaban a hacer auténticas locuras─. ¿Estás bien, Jacky? ─Se había quedado totalmente inmersa en sus pensamientos. Esbozó una sonrisa y negó, caminando hacia el perchero para coger su abrigo largo y su gorro.
─Estoy perfectamente. Vamos, hay que coger el coche.
El camino hasta el centro de la ciudad no se hizo muy largo. Conectaron a la radio un USB con canciones de sus grupos favoritos, como 30 Seconds to Mars, Nightwish o Evanescence y habían ido todo el camino cantando a gritos en el coche. Aunque a Ed le había costado arrancarse a ello solo por mera diversión, ver a su compañera disfrutarlo tanto, sobre todo cuando paraban en algún semáforo, había conseguido que, sin darse cuenta, hubiera comenzado a cantar también. A Jacky le gustaba verle así de suelto y de feliz, algo que cada vez parecía más complicado.
─Bueno, va ─dijo la pelirroja tras salir del coche en el parking donde lo dejaron─, ahora estamos solos, así que ve contándome lo que hiciste tras el concierto, Y no, no me vengas con excusas, ¿vale?
─Vale, vale. ─Ed rio entre dientes, mirando de reojo a su compañera tras los cristales de sus gafas─. Me fui a tomar algo, ya sabes que tras un concierto, con la adrenalina a tope, me gusta salir a disfrutar. ─La pelirroja asintió, caminando hacia el ascensor que les llevaría a la calle─. Pues en un bar donde entré, conocí a una mujer. El resto de lo puedes imaginar.
─Si quiero puedo hasta revivirlo en mi mente ─bromeó la muchacha, entre risas─. ¿Qué tenía de especial?
─¿Qué?
─Oh, vamos, te conozco bien, y tú no te piras una noche entera y parte de un día con una desconocida si no es porque has visto algo en ella. Va, ¿tenía tetas enormes? ─bromeó, dándole un golpe con la cadera antes de llamar al ascensor. Ed volvió a reír.
─Qué bruta eres, joder. La vi en el concierto hablando con Leah y me llamó la atención. Cuando me la encontré, simplemente, hubo algo que me gustó de ella. Su sonrisa era sincera, no se cortó en contarme que tenía una hija y estaba divorciada, y me sentí más yo que nunca hablando con ella.
─¿Y aguantó tu ritmo? ─preguntó la pelirroja, cotilla, mientras entraban en el ascensor. Ed, tan solo por picar a la muchacha, la arrinconó contra la pared y acercó sus labios a su oído. Sentir el cálido aliento del moreno en aquella zona hizo que un escalofrío recorriera su columna, un efecto que siempre había tenido en ella. Desde luego Ed era capaz de convertir cualquier roce en algo tremendamente erótico. O al menos para ella.
─Durante toda la noche.
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The Black Rose
RomanceAVISO: Esta historia es para mayores de 18 años. La historia puede contener escenas de sexo explícito en algunas de sus partes. A sus 35 años Sheila es una mujer feliz, una gran policía, una mujer independiente y madre de una enérgica adolescente. D...