─¿Hummm? ─Intentó hablar, pero como Jacky le tenía a boca tapada, apenas salió un sonido ininteligible. Ella, tras reír un poco, le destapó la boca, dejándole hablar─. ¿Em... embarazada? ─susurró, mirando hacia la pelirroja ligeramente sorprendido─. ¿Cómo que embarazada? ¿Quieres decir que...?
─Que en unos siete meses y medio más o menos tú y yo vamos a tener un pequeño bebé. ─Un bebé. Aquellas pequeñas criaturas ruidosas, que solo sabían llorar, dormir, comer y cagar y que irradiaban tanta luz. Pequeños humanitos en miniatura tan inocentes que es imposible pensar en hacerles nada malo. Y él iba a tener uno con su pelirroja. De repente, y casi sin darse cuenta, comenzó a llorar de la alegría. Pero no una simple lágrima, no, sino que aquella noticia había abierto el grifo y lloraba casi escandalosamente, lo cual hizo que la pelirroja, al verlo, estallara en carcajadas─. ¡Pero no llores, Toni!
─¡¿Quién está llorando?! ¡Yo no estoy llorando joder! ─dijo, completamente rojo hasta las orejas y sin poder dejar de llorar. Alzó el brazo para limpiarse los lagrimones con el brazo, pero en cuanto quitaba unos, otros ocupaban su lugar. Nunca se había planteado ser padre, ni siquiera sabía si quería serlo. Hasta aquel momento. Con ella sí, claro que quería serlo, aunque aquello había comenzado a despertar un temor en su interior. ¿Cómo sería? Seguro que tan fuerte como él. Y tan guapo como su pelirroja. Sí, sería un bebé pre... ¡La gira! De repente en su cabeza apareció el apretado calendario que tenían durante casi un año. Jacky no podría hacer ningún esfuerzo, estaba claro, e iba a tener que cuidarse de las acosadoras como aquella loca que la había atacado. Y en cuanto estuviera lo suficientemente grande como para que cualquier movimiento se le hiciera cansado, no podría ni siquiera tocar en los conciertos. De repente sintió las manos de la muchacha en sus mejillas, apretándolas con ternura, y giró la vista hacia ella.
─Escucha, Toni, te conozco demasiado y enseguida vas a empezar a darle vueltas a todo. ─Sintió la caricia de la muchacha sobre sus mejillas, retirando algunas lágrimas, y aquello le hizo suspirar. Sí, le conocía ya demasiado bien─. Voy a hablar con Carlos mañana mismo para que lo sepa y pueda reorganizar la agenda. Sé que es un contratiempo para todos y lo siento en el alma, pero lógicamente a partir de septiembre u octubre va a ser imposible que me mueva demasiado. Los médicos me obligarán a guardar reposo, a no hacer viajes muy largos, etc. Así que hay que intentar hacer todo antes de esa fecha y hacer un pequeño paro hasta que tenga el bebé. ─La vio suspirar y agachar un poco la cabeza. Estaba seguro de que además de estar feliz por la noticia, se sentía culpable por retrasar todo lo demás. Ella le conocía a él, claro que sí, pero él también a ella.
─No es un contratiempo, y estoy seguro de que todos se alegrarán por nosotros ─gruñó finalmente, mirando hacia otro lado─. Solo... no hagas esfuerzos innecesarios. Y ve siempre con gente de confianza a los sitios. Y con guardaespaldas. ¡Deberíamos contratarlos! ─Asintió, totalmente en serio, lo que hizo que a ella le diera la risa.
─¡No seas tremendista, Toni! Los análisis me los hice en el hospital sin que ninguno lo supierais, y Leah me ha recomendado un tocólogo de lo más profesional. Me ha prometido que es muy discreto, así que no tendré que aguantar que una horda de gente me espere ante las puertas de la clínica.
─¿Leah lo sabe?
─¡Claro que sí! Cuando me di cuenta de que tenía un retraso, antes de montar un circo la llamé y hablé con ella. Me dijo que estaba de guardia y que me acercara a verla. Ella misma me sacó la sangre y la mandó analizar. Sé que no es lo normal en los hospitales, pero me hizo el favor. Cuando me ha estado curando me ha dicho que los análisis daban positivo y que me ha pedido cita con el tocólogo para la semana que viene.
─¡Y yo no lo sabía! ─rugió. Por un momento sintió una punzada de celos. ¡Le habría gustado ser el primero en enterarse!
─Lo siento, gorila, pero sabes que... ─Antes de que pudiera terminar la frase, la puerta se abrió de golpe. Los dos se sobre saltaron, en especial Jacky, que emitió un cómico grito. Allí, en la puerta, y con cara de pocos amigos, estaba Leah. Miraba directamente hacia él y, cuando cruzó su mirada con la de la enfermera, sintió un escalofrío recorrer su espalda. Siempre le habían dicho que no debía desobedecer a personas que trabajaran con objetos puntiagudos o cortantes.
—¡Toni, te dije que la dejaras descansar! —bramó la muchacha, acercándose con rápidas zancadas hacia ellos. Su pelirroja se escabulló rápidamente, dejándole solo ante el peligro. <<Serás cobarde, vieja bruja>> pensó, echándose un poco hacia atrás, como si aquello fuese a alejarle de la tormenta que se acercaba. Pero no fue así. Sintió los dedos de la joven enfermera pinzar su oreja y tirar con fuerza de ella. ¡Joder, cómo dolía! ¿Cómo una niña de piruleta como ella podía tener tanta fuerza cuando se enfadaba? Para evitar que le arrancara la oreja de cuajo, se levantó, entre gruñidos, siguiendo a la muchacha.
—¡Solo vine a verla!
—¡Y yo te dije que necesitaba dormir! —gritó Leah, caminando directa hacia la puerta, con el grandullón detrás—. Ahora, como castigo, vas a coger la cena y se la vas a traer en una bandejita. Desde hoy vas a tratarla como una reina, y si no lo haces te daré una buena paliza. —¡¿Cómo Joel se había podido enamorar de una loca como aquella?! Miró hacia Jacky, que permanecía sobre la cama, y la escuchó reír. Pues a él aquello no le hacía nada de gracia. Pero de repente Leah se detuvo, antes de llegar a la puerta, y soltó su oreja. Algo más tranquila, o al menos eso le parecía, se giró para mirarle, cruzándose de brazos—. Ahora va a necesitar menos sobre saltos y más cariño, así que más te vale dárselos, Toni. Piensa que ahora en su vientre lleva algo muy grande y que cualquier contratiempo, cualquier esfuerzo innecesario o incluso el estrés, pueden hacer que todo salga mal.
—Qué poco me conoces aún, mocosa —gruñó él, cruzándose de brazos y esbozando una gran sonrisa—. Si crees que no voy a cuidar de ella estás muy equivocado. Nada ni nadie tocará a mi pelirroja ni al garbanzo que lleva dentro.
***
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The Black Rose
RomanceAVISO: Esta historia es para mayores de 18 años. La historia puede contener escenas de sexo explícito en algunas de sus partes. A sus 35 años Sheila es una mujer feliz, una gran policía, una mujer independiente y madre de una enérgica adolescente. D...