Capítulo 6 (Parte 1)

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Aunque la fama les había dado mucho y gracias al grupo había conocido a la que era ya la mujer de su vida, cada vez estaba más cansado de todo aquello. Hacía relativamente poco tiempo, por culpa de las redes sociales y la presión de los medios casi la había perdido, y en aquel momento, por culpa de una fanática ida de la cabeza, la habían herido. No comprendía cómo muchas personas no diferenciaban entre los personajes del escenario, aquellos que se seducían sin pudor, que se cantaban entre ellos y se tocaban, con las personas que reamente eran. Y por culpa de las cavilaciones y de las revolucionadas hormonas de unas cuantas, su pelirroja había sufrido las consecuencias.

Aunque los dos policías que la habían llevado hasta allí se habían ido, Leah le había prohibido entrar en la habitación hasta la noche. Decía que Jacky tenía que descansar y que con él dentro no podría hacerlo. ¿Cómo que no? ¡Si con él siempre descansaba! ¡Y a ver quién tenía los cojones de negárselo! Golpeó el sofá con el puño cerrado, lo que hizo que Rina, que leía en el sillón más cercano, diera un bote y soltara un ridículo gritito.

─¡Joder, Toni! ─se quejó la muchacha, llevándose la mano al pecho.

─¡Que no ha sido para tanto, ostia! ─contestó el, acabando la frase con un sonoro gruñido. Miró hacia la puerta de su habitación y luego a su alrededor. Quería entrar a ver cómo estaba, preguntarle cómo era esa grandísima hija de puta y buscarla para machacarla con sus puños. Nadie tocaba a los suyos. Leah no parecía estar por ningún lado, ni Joel tampoco, así que era más que probable que se hubieran ido a meterse en su mundo de piruleta. No conocía pareja más empalagosa y puritana que ellos ─aunque a puritano, durante muchos años, nadie pudo ganarle─. Se levantó de su asiento y caminó con paso firme hacia la habitación.

─Toni, como baje Leah y se entere de... ─dijo Rina, pero la salvaje mirada que le dedicó Toni hizo que cortara la frase a medio decir.

─Me toca la polla lo que diga esa enana. Yo voy a verla. ─Y sin dar opción a réplica, agarró el manillar de la puerta y lo giró con cuidado, empujando para abrir y poder colarse dentro.

La persiana estaba prácticamente bajada del todo, pero por los agujeritos que quedaban aún se filtraban los rayos de sol del atardecer, incidiendo directamente sobre la enorme cama. Allí, bajo las mantas, Toni podía adivinar perfectamente las formas de la pelirroja quien, por lo que podía escuchar, respiraba tranquilamente. Su cabello estaba desparramado por la almohada y toda la habitación olía a fresas: a ella. Ese era siempre su olor. Cerró con cuidado de no hacer ruido, pero para variar no controló su fuerza y dio un sonoro portazo. Al otro lado escuchó la risa de Rina, lo que hizo que se pusiera rojo a la vez que resoplaba por la nariz como un toro.

─Joder... ─gruñó. Se quitó una de las deportivas, dejándola caer sobre la alfombra, pero cuando se fue a quitar la otra perdió un poco el equilibrio y dio un par de saltos para intentar recuperarlo, dándose de lleno contra el armario y volviendo a organizar un buen estruendo. Bufó una vez más y esta vez sí pudo ver a la pelirroja moviéndose despacio bajo las ropas de la cama.

─Toni, ¿qué coño haces? ─No podía verla, pero sintió esos violáceos ojos clavarse directamente en los suyos.

─¿Te he despertado?

─¿Cómo no vas a despertarme si has hecho más ruido que Godzilla borracho? ─preguntó burlona. Toni gruño, frunciendo el ceño y lanzando la otra zapatilla, por fin, contra el suelo.

─¡MIRA QUIÉN FUE A HABLAR! ¡LA VIEJA DE TETAS CAÍDAS! ─Esperó el reproche de su pelirroja, pero solo escuchó una risa. Aquello le preocupó: normalmente le habría empezado a insultar. Se acercó hacia la cama de dos grandes zancadas y se sentó sobre el colchón. Enseguida vio a Jacky reptar un poco hacia él, siseando posiblemente por el tirón de la herida, hasta apoyar la cabeza sobre su pierna. Tras suspirar, posó la mano sobre su cabeza y acarició lentamente su melena pelirroja.

─He pasado mucho miedo, ¿sabes? ─susurró ella de repente.

─Joder, te han atacado, como para no. Aunque yo me habría levantado y le habría roto la boca ─contestó, frunciendo el ceño─. Si me dices cómo es, yo voy...

─Se la han llevado a comisaría, así que déjalo. No te metas en líos. ─De nuevo sintió cómo se movía y la escuchó sisear. Poco a poco vio aparecer su figura frente a sus ojos y la sintió a horcajadas sobre él, lo que hizo que arqueara ambas cejas mientras posaba las manos sobre sus caderas.

─Pelirroja, no creo yo que este sea el mejor momento para...

─Calla, imbécil ─le cortó ella, tapándole la boca con una mano. Frunció el ceño, dispuesto a quejarse pese a todo, pero se contuvo cuando la otra mano de su chica agarró una de las suyas y la posó sobre su vientre. La miró fijamente. En ese instante, pese a que su cuerpo detenía el avance de la mayoría de la luz que entraba por la ventana, podía ver los ojos de su pelirroja y, en ellos, un brillo peculiar. No, no tenía aquella mirada de leona que ponía cuando quería que la hiciera suya hasta caer rendidos, ni tampoco parecía tener esa expresión de mosqueo como cuando le regañaba por cualquier gilipollez. Era distinto, era un brillo que parecía danzar entre la ilusión y el miedo, entre la ternura y la duda. ¿Qué cojones le pasaba?─. Tengo que hablar contigo, Toni.

<<Mierda>> aquellas palabras nunca auguraban nada bueno. En todas las películas pastelosas que Jacky y Rina adoraban, esas palabras siempre implicaban una ruptura. ¿Qué coño había hecho? ¿Se había pasado el hacer ruido? ¿O es que quizá había encontrado a otro? La mano de la pelirroja presionó más contra su boca. Le conocía ya demasiado bien. Intentó hacer algún ruido, como quejándose, pero no podía decir nada entendible.

─¡Que cierres la bocaza y me escuches, gorila peludo! ─gruñó ella, lo que provocó que él gruñera aún más fuerte. La oyó suspirar y su corazón se aceleró aún más─. Sé que no llevamos juntos mucho tiempo, aunque es cierto que desde el primer día hemos compartido tanto la casa como la cama. Quizá no seamos la pareja más adorable del mundo, ni demostremos constantemente nuestro amor, pero nos queremos a nuestra manera y de eso no me cabe la menor duda. Por eso... ─Sintió que la muchacha apretaba su mano sobre su vientre, suavemente, pero él no podía dejar de mirar sus ojos, aquel brillo tan diferente─. Por eso creo que esta nueva aventura la pasaremos sin ningún problema. Toni, estoy embarazada.

The Black RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora