Capítulo 9 (Parte 3)

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El fin de semana estaba siendo una locura. El viernes llegaron a media tarde a Bilbao, donde tuvieron que acudir a grabar un programa de televisión que se emitía el sábado y luego a una entrevista en la radio. Todo antes del gran concierto en la ciudad que se celebraba esa noche. Y por si fuera poco, el sábado tuvieron que viajar hasta Oviedo para dar otro concierto por la noche. Por suerte las dos ciudades no estaban muy lejos la una de la otra y pudieron descansar lo suficiente como para darlo todo en ambos eventos. Eso sí, el domingo por la mañana, cuando Ed se despertó en la cama del hotel, estaba destrozado. La luz se colaba por los pequeños agujeros de la persiana dibujando formas en toda la estancia. Alargó la mano hacia la mesilla y se puso las gafas antes de coger el móvil para ver la hora. Las diez de la mañana. Ya no llegaba al desayuno aunque se diera prisa, pero estaba seguro de que Jacky habría cogido algo para el viaje. Se bajó de la cama, cogió ropa limpia y el neceser y fue directo hacia el cuarto de baño: una buena ducha le despejaría y haría que se sintiera mejor.

Mientras el agua recorría cada resquicio de su cuerpo, su mente estaba en otro lugar. Después del incidente con la fotografía solo había podido hablar con Sheila una vez. Entre ensayos, entrevistas y el viaje para los dos conciertos no había podido acercarse a su casa a hablar con ella. Nunca le había dado explicaciones a nadie sobre su vida, ni jamás se había preocupado por lo que pudieran decir aquellos que decían ser "periodistas profesionales" cuyo único trabajo era buscar cualquier soplo, real o no, para hablar de ello durante semanas o incluso meses si era un escándalo lo suficientemente jugoso. Sin embargo aquella vez era distinto. O al menos lo era para él. Tras la charla con Jacky había reflexionado acerca de sus sentimientos, y si bien estaba seguro de que no podía hablar de amor o de algo parecido a lo que contaban sus propias canciones, no podía negar que la policía ejercía una atracción sobre él en diferentes aspectos. Y no solo eso, sino que muchas veces se sorprendía recordando alguna broma o dibujando su sonrisa en su mente. Aquella mujer era increíble en muchos aspectos y eso, en cierto modo, le daba un poco de miedo.

Salió de la ducha y se vistió tras secarse, dejándose el pelo húmedo y revuelto. Ya se secaría solo. Cogió el teléfono y buscó en la agenda el número de Sheila. ¿Debía llamarla o quizá no? Sabía que si la llamaba acabaría saliendo el tema de la fotografía y tendrían que hablarlo largo y tendido, por lo que desechó la idea: un tema como aquel tenía que hablarse cara a cara. Y entonces sonrió. ¿Por qué no? Habían quedado en salir a las doce hacia León, por lo que por la tarde podría hacer una escapada y darle una sorpresa a la policía. Era domingo, así que estaba seguro de que estaría pasando el día en casa con su hija.

Decidido se encaminó a la cama, donde había dejado la bolsa de viaje abierta para terminar de prepararla justo cuando llamaron a la puerta. Tras resoplar se acercó a abrir la puerta, donde esperaba una sonriente Jacqueline. Desde que había revelado su estado, parecía mucho más radiante que de costumbre. Tenía que reconocer que Toni no tenía mal gusto y que ella había sabido elegir a un buen hombre.

─Te has vuelto a dormir ─dijo ella, pasando al interior mientras alzaba un brick de zumo con una mano y un paquete de donuts con la otra─. Esto es lo que he podido subirme del salón de desayuno.

─¿Era bufet libre? ─Cerró la puerta una vez entró su compañera, siguiéndola hasta la cama, donde la chica había decidido tomar asiento.

─Sí, y me he puesto hasta el culo de comer. ─Rio ella, arrugando la naricilla─. Aunque me fastidia eso de evitar ciertas comidas, porque había una cantidad de embutidos...

─¿Ahora empiezas a preocuparte por tu línea? ─se mofó él, de broma.

─¡Que no, idiota! Pero mi médico me ha dicho que no coma embutidos por no sé qué cosa. Tampoco puedo comer pescado o marico crudo, ni nada que no esté bien cocinado. Supongo que por alguna bacteria.

─Eso es obvio, Jacky, lo decía por picarte. ─Sonrió, terminando de doblar la ropa y metiéndola en la bolsa, la cual cerró antes de tomar asiento con su amiga. Esta, melosa, le tendió el desayuno─. ¿Cómo lo llevas?

─Bueno, de momento bastante bien. Estoy más cansada de lo habitual, no te lo voy a negar, pero supongo que eso también es porque me paso las mañanas vomitando. Mi madre dice que se me pasará en unos días.

─¿Ya has hablado con ellos? ─Cogió el brick de zumo, agitándolo y colocando la pajita. Hacía años que no lo tomaba así, y aquello le hizo sonreír.

─Sí, les he dicho que en dos semanas iré a verlos. Mi madre quiere comprobar que estoy comiendo bien y mi padre está emperrado en ir conmigo a hacerme una ecografía para ver a su "garbanzote". Ya le he dicho yo que poco va a ver, pero parece que le hace ilusión. ─Él asintió, desayunando tranquilamente─. ¿Y tú qué? ¿Has hablado ya con Sheila?

─No, pero iré esta tarde.

─No hace falta que te diga que seas sincero contigo mismo antes que nada, ¿verdad? ─Sonrió, paleando su pierna.

─Jacky, sé lo que tengo que hacer.

─Vale, vale, don cascarrabias, no te digo más ─bromeó ella, besando su mejilla suavemente─. Por cierto, ¿has visto la foto de su ex en las redes sociales? No es por menospreciarte, pero el tío está cañón. Fíjate cómo estará que si le llego a conocer antes de estar con Toni, ese habría caído.

─No, no lo he visto. Y tú te lo tienes muy creído, ¿no? ─se burló, girándose hacia su amiga y esbozando una media sonrisa.

─Pero eso no es nuevo, cariño. Y además sabes que tengo razón. ─Se levantó tras besar su mejilla suavemente─. Llévale algo. Es muy pronto para que aparezcas con un ramo de rosas o con bombones, pero si vas con unos pasteles para compartir con ella seguro que te lo agradece. Y oye, podéis jugar con ellos incluso. ─La sonrisa pilla de la muchacha le hizo soltar una carcajada. ¿Qué le pasaba que estaba tan revolucionada?

─Anda, vete a proponerle esas cosas a Toni a ver si te baja los calores, que la temperatura aquí ha empezado a subir. ─Jacky reio con él, caminando hacia la puerta y abriéndola con cuidado.

─Termina de desayunar, anda. Y a menos cuarto en el parking, que hay que pillar el coche.

─Que sí, pesada. ─Cuando la muchacha cerró la puerta dejó escapar un suspiro. ¿Qué habría sido de ambos si no se hubieran tenido siempre el uno para el otro?

Se terminó el donut poco después, bebió el resto del zumo y se levantó de la cama. No era momento de pensar en aquello, sino de coger las cosas y bajar al coche para poner rumbo a León. 


The Black RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora