Sheila y Anne se fueron pasada la cena y tan solo porque la jovencita tenía clases al día siguiente. Tras darles varias veces las gracias al grupo por acogerla, y con la promesa de repetirlo cuando volvieran de sus conciertos la semana próxima, Edward se ofreció a llevarlas de nuevo a su casa mientras que Leah se ocupó de llevar a Patricia a la suya antes de irse a casa. En cuanto la puerta se cerró, Joel se adelantó a todos para recoger la mesa y poner el lavavajillas mientras que Rina, disculpándose, se fue directa a su habitación para darse una ducha.
─Ha sido divertido ─dijo la pelirroja, subiéndose de un salto a la encimera de la cocina para que Joel no estuviera allí solo fregando.
─Mucho. ─Asintió el guitarrista, esbozando una sonrisa mientras continuaba su labor─. ¿Sabes? Cuando he visto a Anne llorar me he dado cuenta de lo que tienen que sentir esos chicos que vienen a escucharnos a nuestros conciertos. ¿Tú pensabas que podía ser así?
─¿Es que tú nunca has sido fan de nadie, Joel? ─rio la pelirroja, alargando la mano para coger una manzana y darle un mordisco─. A mí hace unos años se me planta delante Hugh Jackman y habría acabado igual. O él habría impuesto contra mí una demanda por acoso.
─Ya, jolín, pero cuando estoy en el escenario, o aquí en casa... No sé, no soy muy distinto a como era hace cinco o seis años. Me sigue gustando ir al hospital a tocarles música a los ancianitos que están ingresados, y tú siempre que puedes vas a oncología infantil. Y Rina siempre que vuelve a su pueblo se pasa unos días ayudando en la asociación de animales. Es decir... no sé, somos como todo el mundo.
─Pero ellos no nos ven así. Es cierto que me sorprende ver esas reacciones, y... guau, mucho más de cerca, ¿sabes? Pero creo que eso es porque nuestra música les llega, porque conectan con nosotros y...
─¿Ya estás con tus putos rollos de conexiones místicas? ─Toni había hecho acto de presencia, apareciendo por la puerta de la cocina y apoyándose en el marco de la misma.
─¿Y tú ya estás tocando los cojones, gorila peludo? ─contestó ella, frunciendo el ceño y girando el rostro para mirarle. Pero pese a aquel reproche por parte del batería, su rostro no era ni mucho menos el de siempre. Parecía preocupado y aquello no le gustó nada a la pelirroja─. Ey, ¿qué pasa?
─Creo que deberíais ver esto. ─Se acercó hacia ellos, con la tablet en la mano. En ella estaba abierta la aplicación de twitter donde aparecía, en grande, una foto de Edward y Sheila en una situación más que comprometida.
─¡Joder, que es nuestra cocina! ─exclamó Jacky, quitándole la tablet de las manos a Toni para poder ver todo lo que estaban diciendo sobre aquello. Obviamente las fans rugían, la compartían, insultaban sin piedad a la mujer, muchas alegando que aquella "vieja" había debido de engañar al pobre solista con alguna artimaña.
─¿Se sabe quién la ha subido? ─preguntó Joel.
─No, aún no he encontrado el tweet que lo comenzó todo. Pero ha tenido que ser alguien que estuviera hoy en casa. ─Jacky asintió a las palabras de Toni, más enfadada que nunca, devolviéndole el aparato casi de golpe. Se bajó de la encimera y caminó con paso firme hacia la puerta de la cocina bajo la atenta mirada de los dos chicos─. ¿Dónde coño vas?
─A intentar parar las cosas antes de que vaya a más. Como Ed se entere de esto, y creedme que lo hará, este grupo va a sufrir la peor crisis que hemos tenido en años.
─¿Sabes quién...?
─Dejádmelo a mí ─dijo, cortando al pobre Joel─. Vosotros terminad de recoger y, oigáis lo que oigáis, no entréis.
Entró en la habitación de Rina como un huracán, cerrando la puerta tras de sí de un sonoro portazo. No le eran desconocidos los sentimientos de la bajista respecto a Ed, y aunque los comprendía, no consideraba lógico aquel comportamiento. Esas cosas, aunque no sean de buen gusto nunca, se hacen a los quince años, no pasados ya los veinte y con una influencia tan grande en la gente joven. Rina salió de su cuarto de baño envuelta en una toalla y con el pelo aún empapado. Miró a Jacky desconcertada, como si no supiera a qué venía aquel numerito.
─¿Se puede saber en qué estabas pensando? ─Intentó mantener la compostura y un tono de voz lo suficientemente bajo como para que no resonara por el resto de la casa.
─¿A qué te refieres?
─Mira, Rina, si normalmente tengo poca paciencia, hoy tengo muchísima menos, así que deja de tratarme como si fuera gilipollas y dime qué mierda pretendías soltando esa foto. ¿O me vas a decir que no fuiste tú? ─Antes de que su compañera pudiera hacer nada, la pelirroja se acercó con grandes zancadas a la mesilla de noche, donde reposaba su móvil, el cual cogió y alzó en alto─. ¿Prefieres contármelo antes de contarme una mentira que pueda desmontar? ─Se miraron durante unos segundos; Jacky con una expresión de lo más fiera, como una leona a punto de lanzarse contra quien amenaza a sus cachorros; Rina con una expresión entre avergonzada y temerosa de una reprimenda que era obvio que iba a llegar.
─Yo solo...
─¡Joder, Rina! ─exclamó, antes de que pudiera continuar─. Estas cosas no deben hacerse. ¿Qué eres? ¿Una adolescente celosa y hormonada?
─¡Esa tía no se merece tantas atenciones por su parte! ¡Ni siquiera la conoce! ¡Podría estar loca! ─se quejó ella, apretando los puños.
─¿Y tú sí las mereces? ¿Tú, que la primera vez que nos presentó me tomaste por una rival y no parabas de intentar humillarme? ¿Tú, que siempre que hay prensa te pegas lo suficiente como para que haya rumores acerca de vosotros dos? ─Alzó el móvil, sin dejar de mirarla─. ¿La misma que acaba de comportarse como una puta quinceañera? ¿Sabes lo que esa foto puede suponer?
─No será más que un rumor. Tan solo...
─¡No, Rina! ¡Sheila no es una fan que luego irá por ahí contando que se folló al guapo de Edward!
─¡Solo es una cazafortunas! ─gritó la muchacha. Jacky, aún con el móvil en la mano, se acercó hacia su compañera y, sin que esta pudiera evitarlo, le cruzó la cara de una bofetada.
─¡Sheila es madre! ¡Y además policía! ¿Sabes lo que eso puede suponerle? ¿Sabes las consecuencias que podrían sufrir ambas? ─Rina se llevó la mano a la mejilla, sorprendida por aquel arrebato. Los ojos se le inundaron de lágrimas y su labio comenzó a temblar.
─¿Me has...?
─Sí, te he dado una bofetada. ─La agarró de los brazos, agitándola un poco para que la mirara─. Rina, ¿te das cuenta de que puedes haber destrozado dos vidas? Y no solo eso. ¿Eres consciente de que cuando Ed se entere, va a querer echarte del grupo en cuanto sea posible?
─Y- yo no... ─Rina comenzó a llorar. Alzó los brazos, intentando agarrarse a Jacky, pero esta se apartó, negándole el consuelo. Si siempre que hacía algo mal acababan perdonándola a los dos minutos, no aprendería la lección.
─Las redes sociales no deben usarse para mortificar a nadie. No sabes las heridas que se pueden hacer con un tweet mal intencionado o con una fotografía. Para tu desgracia, a estas horas ya es viral, así que espero que encuentres la manera de solucionarlo. O si no vas a cargar en tu conciencia con el hundimiento de dos personas inocentes que lo único que han hecho ha sido salvarme, en el caso de Sheila, y venir a conocernos en el caso de la pobre Anne. ¿Sabes la decepción que esa chica se llevará cuando su vida quede destrozada solo por haber tenido la oportunidad de conocer a sus ídolos? ─Lanzó el móvil sobre la cama de Rina, caminando hacia la puerta, la cual golpeó varias veces, ya a sabiendas de que Joel y Toni estarían tras ésta escuchando. Y así era, porque tras los golpes oyó a Toni regañando a su compañero.
─Lo siento...
─Vas a tener que hacer más que sentirlo. ─Abrió la puerta y, tras lanzarle una mirada reprobatoria a los dos muchachos, que la miraron avergonzados, cerró la puerta, alejándose por el pasillo, dejando a Rina a solas con sus pensamientos y a los dos muchachos tan pálidos como la pared. La pelirroja siempre se había comportado con todos como una hermana mayor, a veces casi rozando el comportamiento de una madre, pero nunca hasta la fecha había tenido que levantar la mano contra ninguno de ellos. Y por desgracia, lo había hecho por una buena razón.
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The Black Rose
RomanceAVISO: Esta historia es para mayores de 18 años. La historia puede contener escenas de sexo explícito en algunas de sus partes. A sus 35 años Sheila es una mujer feliz, una gran policía, una mujer independiente y madre de una enérgica adolescente. D...