Capítulo 9 (Parte 1)

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La semana estaba siendo bastante dura para Sheila. Aunque al principio no le dio mucha importancia a la desafortunada fotografía que pululaba por internet, no tardó en ver la repercusión que esta tuvo en la gente. El lunes fue bastante tranquilo, y salvo las bromas de algunos de sus compañeros, sobre todo alegando a la diferencia de edad, no hubo ningún altercado. Nicolás y Carla se habían mostrado especialmente curiosos, aunque no habían dejado de advertirle que tuviera mucho cuidado, sobre todo a la hora de ir sola por la calle a la vuelta del trabajo. Sheila, aunque agradeció enormemente la preocupación de sus amigos, les aseguró que no tenían por qué preocuparse. Tan solo era una fotografía que, aunque armaría revuelo entre las fans más acérrimas del grupo, no iba a salpicarla. No podía estar más equivocada.

A medida que pasaban los días, cada vez que Nicolás y ella salían a sus rondas o a atender algún aviso, alguien les hacía una fotografía. En alguna que otra ocasión su compañero tuvo que explicarles a las jovencitas que lo hacían que al ser agentes de la ley, no podían publicarlas en redes públicas ya que podrían poner en peligro su seguridad además de ser un delito, y aunque su buena fe le llevaba a pensar que todas mantendrían las fotos en sus teléfonos, no tardaron en empezar a salir las primeras fotografías en twitter. Aunque no habían salido escándalos y, por el momento, nadie había entorpecido las actuaciones policiales en las que había participado la morena, su superior ya le había echado una de sus famosas miradas de advertencia, lo cual había conseguido ponerla alerta. Al final de la semana la cara de Sheila estaba por todo internet y hasta la habían apodado "la cuarentona cachonda".

─¡Cuarentona! ¡Yo! ─exclamó molesta. Era viernes por la noche y, tras dejar a Anne en casa de Sara, había salido por el barrio húmedo con Nicolás, Carla y unos cuantos amigos más a tomar unas copas. Nunca se había sentido tan observada en su vida, y eso que normalmente la gente les miraba de reojo cuando hacían la ronda por las calles de la ciudad.

─Mujer, sabes que la mayoría de las fans son quinceañeras. Te ven como a sus madres, así de simple ─dijo Nicolás, dándole un trago a su cerveza.

─Joder, que no soy tan mayor. Es deprimente que te llamen eso cuando no estás ni cerca de cumplir los cuarenta ─resopló ella, cruzándose de piernas. Sus compañeros rieron e incluso Carla se acercó a darle un abrazo a la mujer, lo cual ella agradeció devolviéndoselo.

─¿Cómo llevas eso de que haya paparazzi esperando en tu portal a que llegues? Tiene que ser incómodo ─preguntó Carla tras soltarla.

─Bueno, solo hubo un par ayer cuando regresé con Anne, y como está prohibido sacar a menores de edad en los medios sin el consentimiento paterno, les dije que como sacaran una sola fotografía de mi hija tendría a media comisaría de León en mi puerta en unos segundos. ─Se encogió de hombros tranquilamente, estirándose─. Me pidieron perdón, me hicieron un par de preguntas sobre mi relación con Ed y se fueron cuando no sacaron nada jugoso. Hoy no había nadie.

─Y... ¿has hablado con él o...? ─se atrevió a preguntar Nicolás.

─Hablamos un poco el lunes por la noche, pero no mucho. Esta semana la tenía ocupada y yo tampoco es que saque mucho tiempo en verdad, así que no hemos podido sentarnos a hablar de lo que ha pasado. ─Suspiró largamente. Le gustaría haber podido hablar de ello y, sobre todo, disculparse por no haber tenido cuidado. Se había relajado al estar en su casa y al final no había salido nada bien─. Pero va, dejemos de hablar de eso que hemos venido a divertirnos. ¿La boda para cuándo?

─¡Eso, eso! Que nos tenéis en ascuas, joder ─animó otro de los compañeros, lo que hizo que Carla apartara la mirada, algo avergonzada, y le diera un trago a su botellín.

─Macho, que agobiones sois todos ─dijo Nico entre risas─. Pues estamos esperando la confirmación de una de las fechas, pero como muy tarde para el diecinueve de septiembre. Sé que vamos con poco tiempo, pero tampoco va a ser algo muy grande.

─¿Y dónde lo vais a hacer? Va, Nico, una pista. ─ Sheila alargó el brazo, pinzándole la mejilla con los dedos y tirando de ella, maliciosa, a lo que él contestó con un quejido.

─Que no, coño, que no vamos a dar pistas hasta que no lleguen las invitaciones. Pesada eres, morena.

Durante un buen rato la mesa se llenó de risas y de cachondeo. Recordaron algunas anécdotas graciosas, animaron a Oliver, otro de sus compañeros, a lanzarse a la piscina con un chico que había conocido en un gimnasio e incluso planearon una salida de fin de semana todos juntos, cuando coincidiera que no tuvieran guardia, para ir a una casa rural en un pueblo cercano: aire puro, relax y comida de pueblo. Lo mejor para recuperar las fuerzas.

─Oye, Shei ─dijo de repente Oliver, el cual miraba interesado su móvil─. ¿Conoces a este portento de hombre? Porque acaban de subir la foto los de Corazón Actualidad diciendo que te espera a ti. ─El muchacho le pasó el teléfono a la policía, la cual lo agarró con cuidado, mirando la fotografía. Allí estaba George, con un macuto a la espalda, hablando animadamente con uno de los reporteros. Rápidamente y tras devolverle el aparato a su compañero, sacó el teléfono del bolsillo interior de su cazadora para comprobar las llamadas. Sí, tenía diez llamadas perdidas y varios mensajes.

─¡Joder, no sabía que venía! ─exclamó, levantándose de golpe.

─¡Ala, tía! ¿Te entiendes con dos? ¡Qué fuerte! ─dijo Oliver, cogiendo de nuevo su móvil y mirado la foto─. Desde luego tienes buen gusto, jodía. Este está para embadurnarlo de chocolate y quitárselo a lametones. ¡Dulce peca... Ay! Carla, tía, no me lo quites así.

─¡Anda el marine! Este no es su lío, Oliver, es su ex marido, el padre de su hija.

─Ay, tía, no sé cómo te separaste de él. ¿Tú has visto qué músculos? ¡Si se le marcan bajo el jersey y todo!

─Que estoy aquí, ¿eh? ─dijo finalmente ella, sacando el dinero del bolsillo y dejándolo en la mesa─. Siento dejaros aquí tirados, pero tengo me tengo que ir. No quiero ni que se quede ahí cogiendo frío ni que cuente mierda a la prensa, que este tiene la lengua muy larga.

─Eso para según qué cosas viene muy bien, ¿eh, bribona? ─dijo Oliver, pillo, lo que hizo que toda la mesa empezara a reír a carcajadas.

─Miraaaaa, mira. No te doy un capón porque estás lejos. Anda, os veo el lunes pandilla. Pasad buen fin de semana.

Tres lanzarles un beso y ellos despedirse de la morena, Sheila se abotonó la cazadora, salió a la calle y cogió un taxi rumbo a su casa esperando que su ex marido no hubiera liado alguna.


The Black RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora