Tras los primeros segundos de shock, la pareja de amigos se miró y sonrieron. Al fin y al cabo aquel era el camino que habían elegido fueran cuales fuesen sus consecuencias. Terminaron del salir del templo, para no importunar a los pocos turistas que aquella tarde habían decidido, como ellos, visitar uno de los puntos culturales más importantes de la ciudad, y se colocaron en el centro de la norme plaza. Todos aquellos fans parecían más que felices con su presencia, y aquello les encantaba; conseguían contagiarles su entusiasmo. Muchas preguntaron tímidamente por Joel, otras por Rina, ya que su estilismo parecía apasionarlas, pero la mayoría solo querían alguna firma por su parte y fotos con ellos, cosa a lo que no se negaron. Las redes debían estar ardiendo en ese momento, porque cada vez llegaba más gente. Los dueños de los establecimientos cercanos salían para ver qué causaba aquel alboroto, otros aprovechaban la oportunidad para acercarse y repartir propaganda de sus restaurantes o tiendas cercanas. Pero aquellos jóvenes solo tenían ojos para sus ídolos.
Pero tanto hablar y tanto firmar tenía su lado malo, y es que a Jacky se le estaba secando mucho la boca. Cuando terminó de firmarle en un cuaderno a una tímida muchachita que le agradeció varias veces el gesto, se giró hacia Ed, posando la mano sobre su pecho suavemente.
─¿Tienes tú la botella de agua?
─¡No le toques de ese modo! ─Antes de que Ed pudiera dar su respuesta, una voz entre la multitud, bastante cercana, llamó la atención de los dos. Incluso algunas fans se habían apartado ligeramente para ver quién había gritado aquello. Jacky ni se había movido. ¿Qué tenía de malo que tocara el pecho de Ed?
─¡Eh, tía, no te pases! ─dijo otra muchacha, cercana a la primera, que no les quitaba ojo de encima a ninguno de los dos. Desde luego a Jacky su mirada no le gustó nada─. Todo el mundo sabe que los cinco son muy amigos.
─¡Pero le está tocando! ¡¿No se supone que ella está con Toni?! ¡¿Qué hace zorreando con Ed en público?! ─No, desde luego aquella muchacha era una de aquellas fans de las que había que cuidarse un poco. Jacky soltó a su amigo y, sonriendo, alzó un poco las manos.
─Venga, no le deis importancia a lo que no hay que dársela. ¿Por qué empañar una tarde que está siendo tan...? ─Escuchó varios gritos, alguien tiró de ella hacia un lado y, a su vez, sintió un lacerante dolor en la cadera. De repente todo a su alrededor se había quedado en silencio y tan solo podía escuchar los acelerados latidos de su corazón. Con la respiración agitada y aún entre los brazos de quien había tirado de ella, se llevó la mano a la zona dolorida. Sintió la humedad escurrirse entre sus dedos, y aquello la aterrorizó. Aunque no tanto como al ver esa mano, totalmente cubierta de sangre. Se sintió mareada, como si su consciencia empezara a desvanecerse, a la vez que el terror se apoderaba de ella. No podía ser, no podía llegar a...
─¡Jacky! ─La voz de Ed parecía querer llevarla de vuelta a la realidad─. ¡Jacky, ¿estás bien?!
─¡Apartaos! ¡No dejéis que se vaya! ─De nuevo podía escuchar el alboroto a su alrededor. Sus mejillas estaban empapadas por lágrimas que no recordaba haber derramado y sentía el pantalón cada vez más calado por la sangre. Dos hombres vestidos de azul se habían abalanzado sobre su atacante, y uno de ellos la esposaba en el suelo mientras esta gritaba, el otro intentaba detener a aquellos que, curiosos, se acercaban a hacer fotos con el móvil. Hasta aquella desgracia iba a quedar para siempre colgada en la red. Y pensar en la cantidad de gente que vería aquello y en como el incidente marcaría aún más su carrera solo hizo que rompiera a llorar con más fuerza, agarrada a su salvador, que no podía haber sido otro que su mejor amigo.
─Vosotros dos, llevaos a esa loca a la comisaría y llevaos el cuchillo como prueba ─dijo una voz femenina no muy lejos de ellos─. Joder, mira que he visto locos en la calle, pero no dejan de sorprenderme.
─¿Sheila? ─Alzó la cabeza cuando escuchó a su amigo. Frente a ellos había una policía, una preciosa mujer de uniforme que sonreía con ternura. Por lo visto algún vecino había avisado a la policía de que se había montado una "protesta ilegal multitudinaria" en plena plaza de la catedral y habían enviado a dos patrullas cercanas a ver qué ocurría.
─A ver, que esto es muy escandaloso pero no tiene pinta de ser grave. Cielo, incorpórate un poco aunque te duela. Vamos a ver esa herida ─la mujer, acuclillándose a su lado. Jacky se limpió las lágrimas, haciendo caso a la policía. Cuando se estiró, sintió el tirón de la herida y aquello le provocó que un par de lágrimas más salieran de sus ojos. Le escocía bastante─. Creo que va a necesitar puntos, pero no ha llegado a rasgar más que músculo. ¡Nicolás! ¡Trae mi camiseta del maletero!
─Creo que quería clavarle el cuchillo en el vientre. Si hubiera tenido más reflejos...
─¿Tú eres idiota, yogurín? Si no hubieras tenido reflejos, ahora mismo tendría una herida bastante más grave. Esto con un par de puntos y una buena desinfección se acabó. Nicolás─ dijo la morena al policía que se acercaba con su camiseta─, prepara el coche, que tú y yo vamos a llevar a estos dos a su casa.
─Sheila, deberían verle la herida y...
─¿Te crees que no lo sé, zopenco? Pero si les llevamos al hospital el revuelo será mayor, y no creo que quieran algo así, y menos por algo que pueden solucionarle en casa ─dijo la morena, limpiándose la mano de sangre en el pantalón antes de sacar su móvil. Por un lado tenía razón, si fueran al hospital, después de aquellas fotos, la salida sería aún peor, pero tampoco quería seguir perdiendo sangre. La morena le dio la camiseta a Ed, ya manchada con restos de sangre─. Tú, yogurín, presiona con esto la herida y llevadla al coche entre los dos. Hay que evitar que pierda más sangre.
─Gracias... ─dijo ella por fin, mirando a la mujer, que le dedicó una preciosa sonrisa y un guiño mientras se llevaba el móvil a la oreja.
─Ni me las des. Vamos, anda, que si nos quedamos aquí solo vendrán curiosos. ─Ed y el otro policía la ayudaron a ir hacia el coche mientras la morena caminaba detrás. Había llamado a una tal "morenita" y le había dicho que la esperaba en casa de su "palito de regaliz". Aquello hizo que Ed girara el rostro extrañado.
─Espera, espera... ¿Conoces a Leah? ─Jacky entró con cuidado en el coche, seguida de Nicolás quien, al ver que Ed se detenía a mirar a su compañera, había tomado su relevo y estaba presionando la herida con cuidado además de hablar con ella para evitar que pensara en aquello. Por encima del amable policía pudo ver a la mujer sonreír a su amigo y guiñarle el ojo con picardía.
─¿Por qué te crees que os voy a llevar a casa? No conozco mejor enfermera en León que ella. Y me da en la nariz que os conoce un poquito, ¿verdad?
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The Black Rose
RomanceAVISO: Esta historia es para mayores de 18 años. La historia puede contener escenas de sexo explícito en algunas de sus partes. A sus 35 años Sheila es una mujer feliz, una gran policía, una mujer independiente y madre de una enérgica adolescente. D...