14

7 2 0
                                    

Mientras esperaba a que Marta saliera de la ducha, acaricié a Queso hasta que se hubo marchado satisfecho dejándome sola con los monstruos acechadores de la sombra.

Acababa de llegar de la universidad. El autobús había ido, quizás, demasiado rápido ese día y había llegado a la protectora antes de lo previsto.

Solté el aire que había estado conteniendo y relajé mis músculos haciéndome resbalar por la pared hasta caer al suelo. Ya empezaba a notar cómo las pocas horas de sueño me afectaban. El insomnio había vuelto y eso solo hacía que mis emociones estuviesen más a flor de piel.

Maldije para mis adentros exteriorizando un breve quejido. No había sido consciente hasta ese momento de que mis uñas habían ocasionado pequeñas heridas en las palmas de mis manos, ni de que mis ojos habían permitido desbordar un par de lágrimas.

—Hola, Vera. Necesito qu... —La voz de Marta apareció por el pasillo. En cuanto me vio, sentí su mano en mis rodillas. —Oh, cariño. —Su voz preocupada acariciaba mi piel por encima del chaquetón.

Sentí cómo mi pecho se hundía. Era cómo si hubiese tenido todo este tiempo más de setenta kilos por encima de mi cabeza, esperando al momento correcto en el que caer sobre mí. Dejándome inmóvil. Indefensa.

Marta me acogió la cara entre sus manos y empezó a secar las lágrimas que sin darme cuenta habían empezado a rodar por mis mejillas. Me miró directamente a los ojos y, sin si quiera ser partícipe de mis pensamientos, sin saber qué era lo que rondaba en mi cabeza, supo exactamente lo que tenía que decir.

—No pasa nada por romperse de vez en cuando. Pero para hacerlo, primero, debes de aceptar que lo estás. —Asintió con la cabeza un par de veces. — Debes de aceptar que estás rota, Vera. Solo así podrás empezar a repararte. Solo así podrás sanar. Seguir adelante. ¿Comprendes?

Asentí, aunque no era capaz de darle un sentido fijo en mi cabeza. Fue más por impulso.

Marta escondió mi cabeza en su pequeño hombro y me acurrucó durante lo que pudieron ser horas. 

Bajando EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora