69

3 0 0
                                    

Matías

No sabría describir qué fue lo que sentí al verla sonreír. Su mirada viajaba curiosa de estrella en estrella, de pintura en pintura, de trazo en trazo.

Noté un cosquilleo nervioso recorrerme de arriba a abajo cuando prefirió dejar de ver aquello, aquello que era mágico y solo podía ver una vez, para mirarme a mí.

Su mirada revoloteó nerviosa por toda mi cara cómo si estuviera buscando el lugar perfecto donde quedarse, eligiendo finalmente mis ojos.

Juro que creí que todo aquel que estaba a nuestro alrededor había desaparecido y que ahí sólo estábamos, una vez más: ella, las estrellas y yo.

Fue cuando vi ese brillo cruzar por sus ojos, cuando vi cómo se mecía inquieta sobre su propio eje, cuando leí esas ocho letras en sus labios, que supe que había conseguido bajar la correcta.

Desde entonces, su nombre estaría escrito en una estrella. Porque, si mi destino no lo había escrito, yo, personalmente, me iba a encargar de hacerlo.

Bajando EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora