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Emocional - Dani Martín

—Hola —alargué la última vocal tras abrir la puerta de casa. Dejé el abrigo en el perchero y entré al salón.

—Menos mal —exclamó Dani, aliviado, al verme.

—Estábamos preocupados —reprendió Helena —, supuestamente la que volvía tarde era yo —rechistó, aunque lo hizo con tono aliviado.

—Ya pensábamos que nos ibas a dejar plantados por un buenorro —bromeó Lena levantándose del sofá para venir a darme un abrazo. Dejé mis cosas en el suelo, al lado del brazo del sofá, para corresponderle.

—¿Buenorro? —salté nerviosa —. Anda que...

Vi por encima de su hombro que la mesa ya estaba puesta.

—¿Que hora es? —pregunté atolondrada —¿Queréis cenar tan temprano?

—¿Temprano? Son casi y media.

Le miré con el entrecejo fruncido.

—Las diez y media —especificó su hermano.

¿Cómo se me había podido pasar el tiempo tan rápido?

***

Me di un buen baño cuando terminé de cenar. De esos en los que el agua te llega hasta el cuello, y la espuma te ciega la visión. En el que te sumerges dentro del agua escuchando solo el impacto de las gotitas que se escapan del grifo cayendo en la superficie del agua y, mientras, te peleas con tus propios pensamientos en silencio.

Ni si quiere puse música. Necesitaba hablar conmigo misma. En silencio.

Me enrollé en la toalla y salí de la bañera cuando el agua ya había desaparecido por el desagüe. Un pequeño porcentaje de la espuma se había quedado impregnada en mi piel, resbalándose poco a poco.

Paré frente a mi reflejo y contuve el aliento fijándome en las ojeras, que aún se me notaban, de debajo de mis ojos.

Salí del cuarto de baño ya con el pijama puesto, los rizos tratados y la piel cómo la de un bebé. Entré al salón, cuya iluminación se había reducido a las luces leds que perfilaban el techo de la habitación.

—¿Qué vamos a ver? —Me senté junto a Lena con cuidado de que los rizos no tocasen el sofá. Ésta me cedió parte de su manta.

—No sabemos aún —explicó en susurros —. Helena quiere ver Regreso al futuro y Dani quiere ver Ghost.

Hice una mueca. No por dios, bastante tenía con lo mío como para encima llorar por personajes ficticios.

—Voto por Regreso al futuro —dije haciendo que los hermanos se girasen hacia mí dejando de pelearse por coger el mando de la televisión.

Dani se cercó a Lena sobornándola con abrazos y besos para que ella eligiese su película.

—Lo siento, yo me abstengo —elevó las manos al aire.

—Maldita traidora —farfulló Dani alejándose de ella —. Pues nada, viajemos al pasado, pues.

***

¿Os acordáis de lo que dije antes sobre que no quería llorar por personajes ficticios? Pues ahí estaba llorando cómo una tonta al ver por trigésima vez cómo el Doc del presente mostraba la carta que Marty le había dado en el pasado.

—Menos mal que la elegiste para no llorar —se quejó Dani mirándome.

—Déjame —mascullé pidiendo pañuelos con la mano —, soy de lágrima fácil, ¿vale?

Me soné la nariz.

—Yo me voy a ir ya. Tengo que... —Helena se levantó detrás de mí, dejando caer su manta sobre el sofá. —Que acabar unos trabajos de la uni.

—Yo también me voy, que mañana empiezo los intensivos —bostecé —. Cómo no empiece a estudiar ya, no llego.

Lena me miró y dibujó una sonrisa de comprensión.

—La verdad es que es un tochaco.

—Ni que lo digas —suspiré —. Buenas noches —me despedí soltando un beso al aire.

Al pasar por el pasillo para llegar a mi habitación, asomé la cabeza por el resquicio de la puerta de Helena. Ésta estaba frente al portátil, tecleando sin parar con la puntita de la lengua fuera. Tenía los cascos puestos así que supuse que ni me había escuchado ni me iba a escuchar.

***

—Vera, que te duermes —advirtió Lena con una sonrisa dejando los apuntes a un lado. Habíamos decidido quedar para estudiar juntas.

—Esto es infumable, de verdad te lo digo —resoplé dejándome de caer en mi cama, al lado de Lena.

—Ya ves. —Lena se puso un boli en el bigote e intentó hacer equilibrio. Se le calló. —Menos mal que sé que lo que haré después me gusta... porque vaya.

Me levanté de la cama y me senté de nuevo en el escritorio. Agarré uno de los bolis que estaba desperdigado por la mesa y empecé a darle vueltas. Me iba a replantear seriamente lo que me dijo Paula, mi psicóloga, antes de marcharme de Sevilla. Quizás tomar pastillas para poder dormir no hubiese sido tan descabellado. Esa noche, por ejemplo, había sido él quien consiguió que conciliara el sueño.

Cogí el móvil, presa del insomnio, dándome por vencida en la batalla. Al ver que estaba en línea, a pesar de que eran las tres de la mañana, decidí mandarle un mensaje.

Vera: ¿Tampoco puedes dormir?:(

No tardó en responderme y, tras quince minutos de charla, acabamos hablando, otra vez, de canciones.

Vera: Nooo, Un millón de cicatrices es mejor. No hay réplica que valga.

Me sinceré en un solo mensaje, guardándome para mí los motivos. Aunque estaba casi segura de que, sin haberle dicho nada, él sabría por donde iban los tiros.

Matías🐾🩺: Bueno, está bien. Pero esa es de El canto del loco, si tuvieses que elegir una de Dani, ¿Cual sería?

Su pregunta despertó en mí cierta curiosidad.

Vera: A la de tres mandamos nuestra preferida, ¿Va?

Matías🐾🩺: Vale.

Vera: Una.

Vera: Dos.

Vera: Tres.

Vera: Emocional.

Matías🐾🩺: Emocional.

Bajando EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora