30

1.9K 138 9
                                    

Ane's POV

Llegamos al hotel RIU y aparcamos en el parking interno. Entre una cosa y otra, cuando hacemos el check in ya son las ocho y media de la tarde, así que nos dirigimos a la habitación para ducharnos e irnos a cenar fuera. Por el camino me he encargado de reservar en un mexicano cerca del hotel para asegurarnos de que salíamos de la habitación y no acabábamos pidiendo servicio de habitaciones.

Me ducho yo primero y sola, tras declinar su oferta de meterse en la ducha conmigo para ahorrar agua. Cuando salgo, me envuelvo en la toalla y abro la puerta del baño para que salga un poco el vapor y también para que Robin pase. Le veo aparecer por el espejo y viene ya sin camiseta, lo que hace que me gire para abrazarle y dejar varios besos en su mandíbula. Coge el cepillo que tengo en la mano y se encarga él mismo de desenredar el pelo mojado que cae por mi espalda. Sin duda, el momento más relajante de mi día. Una vez desenredado, deja el cepillo a un lado y masajea mis hombros mientras reparte besos por mi mejilla.

-Va, venga, dúchate.- ordenó dándole un golpe en el culo y él bufa.

Salgo del baño y me asomo al balcón para ver el mar. Hace más frío del que pensábamos y yo, como buena vasca, me he confiado trayéndome únicamente una blazer bastante fina.

-Amor, te cojo una sudadera que hace frío.- le informo mientras busco en su maleta.

Cuando caigo en la cuenta de lo que he dicho me giro sobre mi misma y veo a Robin salir del baño con los ojos muy abiertos y pongo la mano en mi boca intentando disimular una sonrisa nerviosa.

-¿Qué has dicho?- pregunta acercándose a mi.

-Que hace frío...- susurro tímida apretando bien la toalla a mi cuerpo.

Robin avanza más rápido hacia mi y me tira en la cama quedando encima de mi, abrazándome y besándome por toda la cara mientras yo me río porque me hace cosquillas.

-¿Me has llamado amor?- pregunta en mi cuello.

Asiento y levanta la mirada hacia mi. Ahí es cuando puedo ver el brillo en sus ojos y todas las mariposas de mi estómago revolotean al mismo tiempo. Estoy enamorada de él y es un hecho.

-Te quiero.- pronuncia esas dos palabras y siento que el corazón me da un vuelco.

Mi sonrisa se ensancha e incluso mis ojos se aguan un poco mientras me aparta el pelo de la cara para poder besarme.

-Yo te quiero más.- digo cuando me separo del beso.

Su sonrisa se ensancha y vuelve a besarme, desanudando la toalla que cubría mi cuerpo y dejándome desnuda ante él. Relame sus labios y me incorporo un poco para poder atrapar sus labios.

-Teníamos una reserva, ¿recuerdas?- digo riéndome y me ignora con éxito mientras baja sus besos a mi cuello.- ¡Robin! Que no me ignores.

-No puedes decirme que me quieres y pretender que no te haga el amor.

Lo dice con tal determinación que ya me da igual la reserva, el paseo y todo. Así que sucumbo a sus besos y me dejo hacer cuando sus manos recorren todo mi cuerpo. Se desplaza a un lado de la cama, apoyado en su brazo para con su otra mano comenzar a masturbarme. Cierro los ojos por el placer y siento como lame mi cuello.

-Abre los ojos, mi amor. Quiero que me mires.- me pide y le hago caso al momento.

Sigue tocándome mientras me mira fijamente y siento que podría correrme solo con mirarle a la cara. Aumenta el ritmo y cojo su muñeca, lo que le indica que estoy a punto.

-No voy a parar. Quiero que te corras para mi.- dice con la voz tan ronca que acelera mi orgasmo.

Cuando termino de correrme acaricia mi cara con ternura y nos besamos tranquilamente durante unos segundos. Sin embargo, no dura mucho porque llevo mis manos hacia su pantalón, bajando consigo su ropa interior y descubriendo su erección.

-¿Así estamos ya?- pregunto en modo burlón.

-Es lo que causas en mi cada vez que te veo, lo que pasa que intento contenerme para no tenerte todo el día desnuda.- responde volviendo a colocarse encima de mi y suelto una risita.

Volvemos a besarnos y siento como se introduce en mi poco a poco, para después salir y volver a introducirse de una estocada esta vez. Entrelaza nuestras manos llevando mis brazos encima de mi cabeza y me besa mientras rodeo su cintura con mis piernas para sentirle más dentro aún.

-¿Te he dicho que te quiero?- pregunta besando mi cuello y asiento riéndome.- Pues a partir de ahora no pararé de decírtelo.

¿Sabéis esos momentos en los que no puedes expresar lo que sientes con palabras y parece que hagas lo que hagas no estarás demostrándolo tampoco? Pues así me siento en estos momentos.
Nos hago girar, quedando encima de él y le beso intentando demostrar todo el amor que siento por él. Me coge de las caderas para ayudarme a que vuelva a introducirse en mi y ahora soy yo quien toma el mando de la situación. Me muevo encima de él mientras me pide que siga haciéndolo más rápido y os diré que ver su cara de placer desde aquí arriba parecía insuperable, pero escuchar su voz ronca pidiéndome más lo consigue. Aumento el ritmo cuando azota mi nalga derecha y pone las manos en mis caderas para ayudarme a conservar ese ritmo. Le escucho gruñir en mi cuello cuando se corre y consigue que vuelva a venirme junto a él.
Nos quedamos abrazados tratando de controlar nuestras respiraciones y me incorporo un poco para mirarle.

-Eres increíble.- susurro besándole.

-¿Tanto te ha gustado?- se burla y le muerdo el labio inferior en protesta.

Me abraza fuerte contra su cuerpo de nuevo y me quedo unos segundos ahí relajada.

-¡Robin! ¡Que tenemos que cenar!- me sobresalto de un momento a otro y se incorpora riéndose.

Nos volvemos a dar una ducha rápida, esta vez juntos pero manteniendo las manos quietas. Por mi parte al menos, porque Robin la parte de que llegamos tarde a cenar parece que no la ha pillado aún.

Media hora después estamos los dos vestidos y dirigiéndonos al restaurante, rezando por que nos hayan mantenido la reserva.

-Buenas noches, teníamos reserva para dos a nombre de Robin Le Normand.- saluda al camarero mientras mantiene nuestras manos unidas.

-Sí. A las 9:30 era, ¿verdad?- pregunta el camarero y ambos sonreímos con culpa sabiendo que son algo más de las 10.

-Sí, lo siento. Mi mujer ha tardado un poco más de la cuenta en la ducha.- bromea Robin con el camarero y le doy un golpe en el pecho.

Me guiña el ojo mientras seguimos al camarero a nuestra mesa y niego con la cabeza. Aburrirme con él no me aburro, desde luego.

Cuando te vi - Robin Le NormandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora