57

1.2K 102 28
                                    

Ane's POV

Los segundos pasan como si fueran minutos hasta que mi novio por fin aparta la perplejidad de su rostro y muestra su emoción. Por cómo me mira puedo estar tranquila porque sé perfectamente que le ha gustado. Tiene los ojos llorosos y la sonrisa no le cabe en la cara, a pesar de que aún no ha pronunciado ni media palabra. Mueve su mano para apartar mi pelo y mirar el tatuaje más de cerca aún si cabe.

 Mueve su mano para apartar mi pelo y mirar el tatuaje más de cerca aún si cabe

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-Es mi letra...- susurra mirándolo y asiento.

-Sí, amor. Recién salida de la nota que me diste.- sonrío orgullosa y veo cómo se le contagia mi sonrisa.

Rodea mis hombros con sus dos brazos mientras me besa y comienza a hacerme retroceder a ciegas hasta dentro de la habitación. Noto que paremos cuando choco contra el escritorio y me río sobre su boca. Suelta un poco su agarre aunque seguimos besándonos mientras con una de sus manos revuelve todo el escritorio, supongo que haciendo sitio para sentarme encima.

De la nada deja de besarme y cuando abro los ojos vislumbro lo último que esperaba ver hoy: Robin está agachado apoyado sobre una de sus rodillas con una caja de terciopelo azul en sus manos.
Me llevo la mano rápidamente a la boca para tratar de acallar mi sollozo, pero sin ningún éxito. De hecho, empiezo a llorar al instante.

-Ane, no sé ni por dónde empezar esto... No tenía nada preparado porque siempre me he dicho a mí mismo que llegado el momento sabría qué decirte, pero tú siempre consigues dejarme sin palabras.
Tenía el anillo preparado para pedírtelo ayer cuando estuviste aquí, para demostrarte que las finales se ganan y se pierden pero que yo siempre, en cualquier escenario posible, querría casarme contigo independientemente de un resultado en el fútbol.
¿Ves lo que has conseguido?- ríe intentando darle un punto cómico porque, a estas alturas, ya caen algunas lágrimas también de sus ojos.- Has hecho que todo, incluso el fútbol, pase a no ser tan importante. O al menos no tanto como tú. Eres la persona más importante para mí en el mundo. Bueno, ¿qué digo? Es que eres mi mundo. Y desde que te conocí ha sido así. Te convertiste muy rápido en el centro de toda mi atención y meses después sigues siéndolo. Cada día, a cada hora y a cada minuto pienso en ti. En cuánto quiero un futuro contigo, en cuánto me gusta compartir cualquier mínima cosa contigo, en cuánto disfruto de cualquier momento el doble contigo. Ya te he dicho muchas veces que eres el amor de mi vida, pero ahora solo me queda demostrártelo y prometerte que te haré sentir la mujer más afortunada del mundo cada día de nuestras vidas.
Así que solo me queda saber si tú también quieres pasar el resto de tu vida conmigo.

No sé cómo he sido capaz de dejar que termine su discurso sin lanzarme a sus brazos. Será ese efecto que tiene en mi que hace que me hipnotice por completo.
Consigo reaccionar y asiento aún llorando para lanzarme, por fin, a sus brazos.
Nos quedamos ambos en el suelo abrazados y cuando nos separamos veo que no soy la única que está llorando. Cojo su cara entre mis manos y le beso, notando el sabor salado de nuestras lágrimas entremezcladas.

-Te amo tantísimo, Robin.- digo sobre sus labios y vuelvo a besarle.

-No sé si es la pedida que esperabas y tenías en tu cabeza pero...- comienza a decir y le interrumpo.

-Ha sido perfecto, Robin. Es todo con lo que he soñado siempre: íntimo, sincero, inesperado y, sobre todo, con el amor de mi vida.- sonríe ante mis palabras y expulsa todo el aire acumulado.

Pone por fin el anillo en mi dedo y es increíble pero me queda perfecto. Lo observo y es justamente el anillo con el que he soñado toda mi vida.

-Me acabo de dar cuenta de que es el anillo de mis sueños y, además, me queda perfecto de talla. ¿Quién sabía de tus planes, bandido?- pregunto mientras observo al segundo amor de mi vida: mi anillo.

-Puede que Irene haya tenido algo que ver ahí...- dice haciéndose el loco y suelto una risita.

No deja que haga muchas más preguntas porque me coge en brazos para llevarme hacia la cama con la excusa de que nos queda muy poco tiempo a solas para celebrar nuestro compromiso.
Solo os diré que el sexo cuando estás comprometida es mucho mejor. Bueno, realmente cada día con Robin es mejor, no os engañaré.

-Ha merecido la pena llevarlo encima estos días solo por ver tu cara cuando lo miras.- susurra abrazándome mientras vuelvo a mirar mi anillo mientras cubro un poco mi cuerpo desnudo que comienza a enfriarse tras el arrebato de pasión.

-El anillo me encanta. Pero no sonreía por eso... Estaba imaginándome cómo será el proceso de preparar nuestra boda, nuestra vida de casados, nuestra jubilación juntitos...- le cuento mientras se incorpora sobre su costado, dejando descansar su cabeza en su brazo para mirarme.

-Pero yo flores no elijo eh.- bromea y suelto una carcajada.

-Bueno, tú de eso no te preocupes. Tenemos todo el tiempo del mundo para casarnos. Ahora tienes una Eurocopa que celebrar.- digo dejando un suave beso en sus labios.

-Sí, lo que tú digas. Pero ya eres mi prometida.

Nos volvemos a besar, esta vez un beso algo más largo y me abrazo a su torso queriendo que este momento no acabe nunca.

-¿Estabas nervioso?- niega y río.- Jo, pues yo muchísimo. Y por culpa de eso no recuerdo la mitad de las cosas que me has dicho.- digo haciendo un puchero y él levanta los hombros desentendiéndose.

-No estaba nervioso porque no esperaba hacerlo hoy. Pensaba esperar ya a Maldivas, creo. Pero claro, apareces habiéndote tatuado mi letra y cómo no iba a querer casarme contigo de inmediato.

Suelto una risita tímida y vuelve a atacar mi boca. Tengo que frenarle cuando veo que se emociona porque realmente nos queda media hora para tener que bajar al hall si no queremos quedarnos en tierra.

-¿Quiere mi prometido darse una ducha rápida conmigo?- pregunto escapando de sus garras y se levanta rápidamente.

-Qué bien suena eso... Lo de la ducha digo, lo de prometido aún no lo asimilo.

Tras una ducha rápida pero reparadora nos volvemos a vestir y cerramos la maleta de Robin. Doy gracias que mi padre y Amaia se han encargado de cerrar la mía y la bajarán ellos, porque esa habría costado más cerrarla tras las compras compulsivas que me dio por hacer.

-Bueno, ahora viene lo difícil: explicar por qué llevo esto.- comento haciendo referencia al anillo.

-Fácil: porque no aguantaba las ganas de poder decir que eres mi prometida.

Cuando te vi - Robin Le NormandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora