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Ane's POV

Stuttgart no destaca por ser una de las ciudades más famosas de Europa, pero cuando en ella tiene lugar unos cuartos de final de la Eurocopa entre España y Alemania, siendo la anfitriona además, pues la ciudad se convierte en el centro neurálgico del ambiente y de la fiesta.
Si os digo la verdad, hoy estoy muy nerviosa. Pensaba que ya lo había pasado suficientemente mal durante la fase de grupos pero, viéndolo con perspectiva, ha sido relativamente fácil y no ha habido percance alguno.

Pero si hablamos de partidos importantes y de nervios a flor de piel, estamos hablando del día de hoy. Esta mañana pudimos ver a Robin. Y digo pudimos, porque ya está aquí su familia y mi padre y Amaia, o sea que fuimos en excursión. Mi novio nunca aparenta estar nervioso pero una que ya se sabe cada gesto y cada movimiento de su cuerpo, aunque sea involuntario, se da cuenta de que el de hoy no es solo un partido más para él. Si bien es cierto que no hemos podido estar a solas simplemente besándonos y siendo nosotros como en las visitas que he podido hacerle en fase de grupos, el ratito todos juntos ha merecido la pena. Nada más llegar, mi novio me sentó sobre sus piernas y, a pesar de ser el centro de atención, cada momento que podía distraerse de la conversación lo aprovechaba para dejar un beso en mi mejilla y susurrarme al oído varios te echo de menos y muchos te quiero.

Una vez más hemos decidido apuntarnos a la previa de los españoles. Debo admitir que Ainhoa y yo lo teníamos todo planeado para arrastrar a los familiares de Remi y de Robin a la previa. De hecho, se nos han unido más familias de otros jugadores.

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ane_mp mi cuñi @theolenormand ya merecía una buena spanish previa 🤙🏻 VAMOS ESPAÑA! 🇪🇸

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He cogido la costumbre de matar el tiempo entre el calentamiento y los himnos subiendo fotos, lo admito. Pero es que vaya locura lo que estamos viviendo, ni en cien vidas habría imaginado vivir así una Eurocopa y muchísimo menos tener al amor de mi vida de central en mi selección. Pero bueno, vueltas da la vida y ojalá todas las que de sean así de increíbles.

Salgo de mis pensamientos cuando suena el himno español y me pongo en pie. Miro hacia las gradas y aún no me acostumbro al ambiente Eurocopa, esto es increíble. A lo que tampoco me acostumbraré nunca es a lo guapo que está mi novio con la camiseta de España y su cara de concentración. A veces me planteo saltar como espontánea y comérmelo, lo digo.

Cuando el árbitro pita el final del partido os confesaré que suelto un par de lágrimas abrazada a mi suegro. Es cierto que cuando cambiaron a Robin en la segunda parte por tener tarjeta amarilla me debería haber quedado más tranquila, pero no es así. Confío tanto en Robin que lo siento pero no confío en ningún otro jugador así. Aunque os diré que a partir de ahora Mikel Merino es mi pastor y le seguiré a cualquier parte después del golazo que ha marcado para llevarnos a semis.

Abren la valla que separa a las familias del césped cuando los jugadores de Alemania ya se han retirado al vestuario y salgo corriendo hacia mi novio. Nos abrazamos durante segundos que parecen eternos y solo se separa de mi para coger mi cara entre sus manos y besarme. Intento apartarme para que pueda saludar a su familia pero es él quien no me deja irme muy lejos entrelazando nuestros dedos.
Aprovecho que se funde en un abrazo con su madre para escapar de sus garras y poder ir a darle la enhorabuena a Zubi que pasaba por al lado. Aprovecho ya que estoy para buscar al resto de mis chicos de la Real y acabo por Remi, cuya familia ya está al lado de la de mi novio charlando.
Vuelvo a la posición de antes y Robin pasa su brazo por encima de mis hombros atrayéndome a su cuerpo.

-¿Crees que alguna vez me cansaré de verte con mi camiseta puesta?- pregunta en mi oído dejando después un beso en mi mejilla.

-El próximo partido consígueme la de Ayme, porque tú a la grada por lo de siempre: no hacerme caso.- le regaño y se ríe.- Sí, ríete. Llegas a entrar un segundo más tarde ahí y te partes una cadera, Robin.

-Pero no ha pasado nada. Solo me pierdo unas semis, que es mejor que perderse una final. Las semis las veré en la grada cerquita de ti y en la final podrás decir que tu futuro marido es titular. ¿Qué te parece?

-Que tienes la cara muy dura, eso me parece.- respondo derrotada y sonríe inocente.

Seguimos un rato más todos juntos en el césped hasta que ya se tiene que retirar para ir a las duchas, así que procedemos a la despedida.

-Mi amor, nos vemos en cuatro días.- digo entre beso y beso mientras nos abrazamos.

-Y en nueve dormimos juntos, te lo prometo.

-Me estás haciendo muy feliz. Siempre te digo lo feliz que me haces como novio, pero no sabes lo contenta que tienes a la aficionada que llevo dentro. Gracias por permitirme vivir esta experiencia a tu lado, Robin.

-Haría lo que fuera por ti. No me pidas que marque en la final, por favor.- bromea y ambos nos reímos.

Es esa complicidad que sentimos juntos lo que hace que nuestras despedidas siempre sean eternas, pero es que os juro que se me hace un mundo separarme de él.
Nos damos los últimos besos y se dirige al vestuario diciendo adiós con la mano a nuestras familias.

-El chico sabe que tiene que pedirme permiso antes de querer llevarte al altar, ¿verdad?- pregunta mi padre mientras caminamos fuera del estadio y suelto una carcajada.

-Anda, no seas antiguo, Aitor.- le regaña Amaia.

-¿Qué?- se encoge de hombros mi padre.- En Euskal Herria eso es así de toda la vida de Dios.

-Y en Francia también.- le apoya Nora metiendose en la conversación.

-Me alegra saber entonces que aún no lo ha hecho.- digo y todos me miran.- Es que me amenaza a cada momento con pedírmelo en público.

-Sería magnífico.- contesta Theo y le miro mal.

Comienzo una guerra de collejas con mi cuñado ante las risas del resto y caigo en la cuenta de que ahora mismo no se puede ser más feliz: tengo salud, tengo trabajo, tengo una familia increíble, tengo un novio que me adora y al que amo, tengo una familia política inmejorable que además se lleva increíble con la mía. Solo me queda por pedir que Robin levante la Eurocopa en nueve días.

Cuando te vi - Robin Le NormandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora