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Ane's POV

Al día siguiente consigo abrir los ojos definitivamente cerca de las 11 de la mañana. Llegar tarde del viaje me ha pasado factura, hacía meses que no me levantaba tan tarde de la cama. Mi padre y su mujer han insistido en que vaya a comer a casa hoy y, aunque me encantaría estar todo el día vagueando en el sofá de mi piso, asumo que finalmente tendré que ir. Sé perfectamente que lo que buscan es que les cuente salseos del equipo y de mi nuevo puesto y quién soy yo para negarle algo a mi familia.

A eso de las 2 de la tarde, y tras buscar desesperadamente un aparcamiento en el que quepa mi coche, toco al timbre de la casa de mi padre.

-¡Ane, hija! Qué guapa estás.- me saluda Amaia, la mujer de mi padre, mientras me da un cálido abrazo.

Mis padres se separaron cuando yo tenía tan solo 14 años. Mi madre aguantó 4 años más en Donosti para poder llevar bien la custodia compartida y a mis 18 se marchó a Roma, su ciudad natal. A pesar de que mis padres desde su divorcio han mantenido una gran relación, mi madre sentía que su sitio ya no estaba en España. Así que cuando ella se marchó, lo vi como una oportunidad para cambiar de aires y estudiar mi carrera en Roma. Los 4 años que pasé en Roma estudiando se coronaron como los mejores de mi vida: hice nuevos amigos, perfeccioné el idioma y, sobre todo, conecté con la familia en Italia que solo veía de verano en verano. A mi vuelta de Roma, conviví un año en casa con mi padre y Amaia hasta que, con lo ahorrado con mi primer trabajo pude mudarme a mi primer piso. Durante mi estancia en Roma surgió el amor entre mi padre y Amaia y en cuanto me la presentó sabía que me alegraría de tenerla en la familia.

-Hola, Amaia. Os he echado de menos.- respondo sincera mientras la abrazo.

Me coge de la mano y tira de mi hacia el salón, donde veo a mi padre rondando la mesa y picando de los platos que probablemente Amaia le haya advertido que no toque.

-¡Aitor! ¿Qué te he dicho de comer antes de que llegue tu hija?- le regaña y me río yendo a abrazar a mi padre.

La comida transcurre entre detalles sobre mi nuevo trabajo, bromas y preguntas de mi padre. Es un fan acérrimo de la Real y necesita saber hasta el último detalle. No todos los días tu hija trabaja con el club de tu vida y, a pesar de que lleve ya casi 3 años en el club, el hombre no se acostumbra.

-Bueno, ahora con chocolate de por medio: ¿cómo de guapo es André Silva en persona?- pregunta Amaia mientras destapa el bizcocho de chocolate que ha preparado.

-Pues no te creas que me he fijado mucho...- respondo y me mira incrédula.- ¡Te lo juro! He estado tan a tope que no me ha dado tiempo.

-No me creo nada...- vuelve a insistir riéndose.- No me creo que no hayas echado una ojeada.

-A ver, he hecho más miga con otros jugadores ayer durante el viaje... Te puedo decir que Remiro, Robin, Zubimendi... Son bastante monos, la verdad. Pero son aún más simpáticos.

-Te juntas con los mejores.- interviene mi padre esta vez.

-Sí, la verdad. Además, en ese grupito también está Take que es el mejor. No me he reído más con una persona en mi vida.- añado y les cuento algunas de las trastadas que me ha hecho en las a penas 24 horas que hemos compartido en el viaje.

Aprovecho para dormir la siesta en el sofá de su casa que es bastante más cómodo que el mío y vuelvo a casa a eso de las 7 de la tarde. Como una buena loca de la limpieza, mi día termina limpiando mi casa como si me fuese la vida en ello. Eso sí, al llegar a la cama, mi cabeza comienza a planificar el trabajo de cara al día siguiente sin poder evitarlo. ¿Desconexión? No entiendo de eso.

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La semana empieza con mucho trabajo y continúa de la misma forma. Haber ganado el sábado le da un chute de energía al equipo y nosotros desde las redes sociales debemos transmitírselo a la afición. Hemos aprovechado el buen humor de los jugadores tras la victoria para meter todas las grabaciones de contenido que teníamos pendientes entre el equipo de comunicación y el de marketing, por lo que estando a jueves ya les tengo más que vistos.

Justo ahora estamos grabando un mini spot para uno de los sponsors del Club: Yasuda. Al ser una empresa japonesa, os podéis imaginar a quién estamos soportando. Exacto, Take está desplegando todas sus dotes japonesas mientras que Oyarzabal no puede hacer otra cosa que reírse y flipar con la situación. Tenemos a Take tratando de enseñarle palabras en japonés y a Mikel enseñándole las mismas en euskera y pista: esto está siendo un cachondeo.

Llevamos ya 40 minutos de grabación y los compañeros que estaban en el fisio o en las duchas comienzan a salir, apuntándose a unas risas con estos dos personajes antes de irse a casa.

-¿Qué tenéis aquí montado?- pregunta Robin acercándose a mirar qué hacemos mientras sus dos compañeros discuten sobre quién lo está haciendo peor.

Me giro a mirarle y, una vez más, me quedo embobada durante un segundo. Es guapísimo y lo peor es que lo sabe y lo usa a su favor.

-Aquí tus amigos que se han empeñado en que yo no salga de trabajar hoy. No dan una.- contesto fingiendo estar muy cansada de ellos cuando la realidad es que me lo estoy pasando increíble.

-Eso os pasa por no contar conmigo.-replica Robin y Tomás, uno de los más veteranos del equipo de comunicación aprovecha para darle una colleja.- Va a pasar Ane a ser mi favorita, eh. Es menos violenta.

-Bueno, no te pases o comprobarás el nivel de violencia que manejo.

-Ni tan mal...- contesta con cara de pícaro a lo que respondo pegándole en el brazo y girándome a atender a los dos personajes.

Mi jefe les pide concentración a los dos implicados para la última palabra que les queda y Robin decide quedarse con nosotros y ser él quien les desconcentre en esta ocasión. De primeras pensaba que sería un chico tímido, claramente me equivoqué. Lo peor es que, además de guapo, es gracioso.

Cuando por fin acabamos la grabación me despido de ellos y ayudo a los compañeros a recoger el material. Take y Mikel se iban directos a la ducha y Robin a casa y, por supuesto, antes de irse se ha despedido con su ya característico guiño de ojo. Se ha propuesto que me quede siempre sin palabras y lo está consiguiendo el muy idiota.

Cuando te vi - Robin Le NormandDonde viven las historias. Descúbrelo ahora