•Capitulo 2•

2.1K 142 71
                                    

MADISON

|DECEPCION|

Estaba frente a la puerta de la casa de mis padres, sumida en una batalla interna. No sabía si debía tocar el timbre o dar la vuelta y regresar a mi departamento, fingiendo que mis padres no estaban en casa. Solo tenía dos días de descanso antes de ir a Puerto Rico por trabajo.

Quizás necesitaba esos días de paz para mí, pero sabía que si entraba en esa casa, mi tranquilidad se iría por la ventana. No podía decidir mi futuro, pero tampoco esperaba mucho de esta familia.

«Vamos, Madeline, no seas cobarde.»

Antes de poder decidir, la puerta se abrió y vi a mi hermano mayor. Me quedé paralizada, sin poder articular palabra, mientras él esbozaba una sonrisa y se acercaba para darme un abrazo fuerte.

—¡Madeline! Pensé que nunca vendrías, nunca quieres venir a casa—dijo, sin soltarme.

No le devolví el abrazo, intentando zafarme y forzando una sonrisa.

—No me jodas, Alexander. No me vengas con tu papel de felicidad al verme.

—Estúpida, mamá está adentro. Pasa si quieres—respondió, haciéndose a un lado y dándome el espacio para entrar.

Sentí cómo la puerta se cerraba tras de mí. Al avanzar por el pasillo, vi a mi mamá y a mi hermana Regina con copas de vino en las manos. Me acerqué a ellas para saludarlas.

—Maddie, cuánto tiempo sin verte—dijo Regina, abrazándome con calidez—. Pensé que nunca regresarías entre tantos viajes de modelo.

Regina se apartó y me dejó a solas con mi madre, quien me miraba con una expresión de frustración. Quizás fue un error venir a casa después de todo.

Me senté en el sillón sin decir una palabra, y una de las chicas que ayudaba en la casa se acercó para servirme una copa de vino. Le sonreí en agradecimiento.

—Me decepcionas, Madeline—dijo mi madre al fin, rompiendo el silencio.

—¿Por qué, madre?—pregunté, tratando de mantener la calma.

—Tus gustos hacia las mujeres, pensé que ya lo habíamos dejado claro. No es apropiado, especialmente para alguien como tú, una modelo reconocida.

—Mamá, no hablemos de esto ahora—dije, intentando desviar la conversación.

—No, Madeline. No creí verte después de esa entrevista. Deberías estar encerrada y llena de vergüenza.

—Creo que ya no soy esa niña de 16 años que podías manipular, mamá—dije, forzando la calma para no decir algo que luego lamentara.

Mi madre solo negó con la cabeza. En ese momento, por el pasillo se asomó un hombre alto con un traje negro. Levanté la vista y vi a mi padre. Era el único de la familia que realmente entendía y aceptaba.

—Mi amor—escuchó, me levanto para abrazarlo, sintiendo un alivio al volver a sentir sus abrazos—. Me alegra volver a verte en esta casa. La cena está lista, pasemos a cenar—. Dice cuando me suelta del abrazo.

Luego mi padre rodeó la cintura de mi madre con un brazo, dejándole un beso. Luego me dirigí al comedor, donde mis dos hermanos ya estaban sentados mientras se servía la comida.

El ambiente estaba lleno de un silencio incómodo. No recordaba que las cenas en casa fueran tan silenciosas, y eso era lo que más odiaba de venir aquí; todo se sentía como si fuéramos unos desconocidos.

—Y Madeline, ¿qué te trae por aquí?—preguntó Alexander, tratando de romper el hielo.

—Nada en particular. Decidimos regresar a Londres por descanso. Mi manager quería visitar a su familia, y yo aproveché para ver cómo estaban las cosas por aquí—dije, sonriendo mientras me servía un pedazo de carne.

I CAN SEE YOU (YOUNG MIKO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora