•Capitulo 22•

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MADELINE
|VOLVIO A SUCEDER|

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Sé que había dicho que iba a ser la última vez. Sé que dije que no era mi tipo, que no caería de nuevo, pero...

Aquí estoy, encima de Victoria, besándonos como si el mundo se fuera a acabar. Sus manos recorrían mi espalda con una delicadeza que hacía que todo mi cuerpo se estremeciera. Estaba desnuda, mientras ella seguía semi desnuda, su piel cálida contrastando con el frío de la habitación.

Mis labios comenzaron a explorar su cuello, dejando pequeños besos que la hacían soltar suspiros y jadeos suaves. Cada sonido que escapaba de sus labios me volvía más loca, haciéndome perder el control que juré mantener.

Sentía la desesperación de Victoria, su necesidad creciente por tener más de mí. Sus manos se posaron con firmeza en mi cintura, queriendo tomar el control. Pero antes de que pudiera hacer cualquier movimiento, la detuve, sosteniendo su mirada con la mía.

—No, esta noche yo tomaré el control —le susurré contra sus labios, con una seguridad que no sabía que tenía.

Ella soltó una carcajada suave, pero no se resistió. Sus ojos brillaban con desafío y deseo, pero dejó que le sujetara los brazos por encima de su cabeza, entregándose por completo a mí. Con cada segundo que pasaba, mi boca descendía más y más, dejando un rastro de besos ardientes sobre su piel.

Cuando llegué a sus pechos, su respiración se volvió más pesada, y vi cómo cerraba los ojos, entregándose al placer que le estaba brindando. Sonreí con satisfacción, sintiendo cómo el poder de la situación me embriagaba.

Victoria solo llevaba un top deportivo y bragas, pero eso no duraría mucho. Con un movimiento lento, le quité el top, exponiendo su piel al aire fresco de la habitación. Mi boca siguió explorando, dejando besos en cada centímetro descubierto, disfrutando de cómo su cuerpo reaccionaba a cada caricia mía.

Mi lengua comenzó a explorar su pezón, haciendo círculos lentos y provocativos a su alrededor. Podía sentir cómo se endurecía bajo mi toque, mientras mi mano descendía hasta su parte más íntima. No hizo falta mucho para darme cuenta de lo mojada que estaba, su cuerpo hablando por ella.

Sin separar mi boca de sus pechos, dejé que mi pulgar acariciara su clítoris, moviéndolo en suaves y tortuosos movimientos. El primer gemido que escapó de sus labios fue suficiente para encenderme aún más. Su cuerpo se arqueó hacia mí, buscando más contacto, más fricción, más de todo.

—Mad...—gimió mi nombre entrecortadamente, su voz cargada de deseo, mientras sus caderas se movían involuntariamente, respondiendo a cada una de mis caricias.

Sin tanto rodeo, metí dos dedos en su interior, haciéndola soltar un gemido fuerte que resonó en la habitación. Su cuerpo se arqueaba con cada movimiento que hacía, mientras mis embestidas lentas pero profundamente placenteras la llevaban al borde. Quería hacer que se desesperara bajo mi tacto, y pronto lo conseguí.

—Puñeta, deja de hacerme sufrir, baby—, dijo con un toque de molestia en su acento, su voz cargada de deseo y frustración.

Mis labios se curvaron en una sonrisa traviesa al escuchar su súplica, pero no tenía intención de darle lo que quería tan fácilmente. Aceleré el ritmo apenas, lo suficiente para aumentar su frustración sin saciarla del todo. Podía sentir cómo su cuerpo se tensaba bajo el mío, su respiración cada vez más errática.

—¿Eso es lo que quieres?— susurré cerca de su oído, mi voz llena de malicia juguetona mientras aumentaba la presión de mis dedos dentro de ella.

Victoria soltó un gruñido de impaciencia, sus caderas moviéndose al ritmo de mis embestidas, tratando de tomar el control que le había quitado. Pero yo no se lo iba a permitir.

—Madeline, por favor...—, su voz era apenas un jadeo, y eso solo me animó a continuar mi tortura lenta.

Finalmente, cuando creí que no podría aguantar más su súplica, decidí darle lo que pedía. Aceleré mis movimientos, mis dedos encontrando ese punto que sabía la volvería loca. Su cuerpo reaccionó al instante, su espalda arqueándose mientras un gemido ahogado escapaba de sus labios. Sus paredes internas se contraían alrededor de mis dedos, su orgasmo acercándose rápidamente.

—Así, princess... déjate llevar—, la animé, mientras seguía moviendo mis dedos dentro de ella con firmeza, llevándola al borde hasta que finalmente, con un grito, se desbordó, su cuerpo temblando mientras alcanzaba su liberación.

[...]

Estaba entrando al cuarto del hotel donde nos estábamos quedando con mis amigas, eran las seis de la mañana e intenté hacer el menor ruido posible. Sin embargo, una voz detrás de mí rompió el silencio.

—Creo que deberías avisar si te quedarás cogiendo con Victoria—, era la voz de Maggie.

Me volteé, tratando de ocultar mi sorpresa, y le di una sonrisa nerviosa.

—No me quedé cogiendo con Victoria, solo que después de salir fuimos a su departamento y, sin darme cuenta, me quedé dormida—, mentí mientras ella levantaba una ceja, claramente sin creerme.

—Mentirosa, ¿te volviste a acostar con ella, verdad?—, se acercaba a paso lento, su mirada atravesando la mía.

Suspiré, sabiendo que no podía engañarla.

—Bien, sí, volvió a suceder—, admití finalmente, viendo cómo sus ojos brillaban con emoción—. Pero en mi defensa, cualquiera que estuviera en mi lugar y le hablaran con ese acento y con esos coqueteos, caería sin duda.

—¡Lo sabía! ¡Sabía que te estabas acostando con Victoria y por eso no llegabas!—, gritó con entusiasmo.

—¡Cállate! Si despiertas a Elena y nos escucha, me matará—, respondí, rodando los ojos.

—No lo creo, la dejé temblando y está muy cansada—, dijo con una sonrisa burlona.

—Okay, Margaret, creo que no necesitaba esa información—, respondí, tratando de ocultar mi risa.

Maggie soltó una carcajada y me dio un suave empujón en el hombro.

—No puedes culparme, todas tenemos nuestras debilidades, ¿no?—, dijo con un guiño antes de adoptar una expresión más seria—. Pero hablando en serio, ¿qué pasa con ustedes dos? Porque, de verdad, pareciera que hay más que solo... ya sabes, sexo.

Suspiré, sabiendo que no podría evadir la pregunta. Me dejé caer en una de las sillas del comedor y me pasé una mano por el cabello, desordenándolo más de lo que ya estaba.

—No lo sé, Maggie. Con Victoria todo es tan... complicado. Una parte de mí sabe que no es una buena idea, pero otra parte simplemente no puede resistirse. Es como si cada vez que estoy con ella, me olvido de todas las razones por las que debería mantenerme alejada.

Maggie me observó con atención, su sonrisa divertida desapareciendo.

—Mad, solo quiero que tengas cuidado. Victoria tiene una reputación, y no quiero verte lastimada—. Su voz era suave, pero había un trasfondo de preocupación genuina.

—Lo sé—, respondí con un suspiro—. Intento mantenerlo todo bajo control, pero... es difícil. Cada vez que me acerco, es como si me atrapara en su red, y no puedo evitar caer de nuevo.

Maggie asintió lentamente, como si estuviera sopesando mis palabras.

—Tal vez es momento de que hables con ella, de verdad. Averigua qué está buscando. Así, al menos sabrás si vale la pena seguir arriesgándote.

Asentí, sabiendo que tenía razón.




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HOLIIIIIII, eso estuvo un poquito potente y espero les haya gustadooooo. 

BESOS, NIX💗

I CAN SEE YOU (YOUNG MIKO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora