•Capitulo 15•

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MADELINE
|¿CUERNOS?|

Todos estábamos reunidos en mi departamento, ya que Victoria y sus amigos se iban a seguir con su tour. Estaba en la cocina preparando algunas palomitas cuando sentí una mano casi tocando mi culo. Al voltear, vi a la platinada con una sonrisa en el rostro.

—¿Quieres que te ayude en algo, baby?—me preguntó, sin quitar su mano.

—Sí, lleva esos dos bowls a la mesita—le hice una seña con mi dedo.

Su mano apretó mi culo, y le lancé una mirada de advertencia. Ella solo me guiñó el ojo y se dirigió a dejar lo que le pedí. Cuando las palomitas estuvieron listas, me uní a los chicos y ellos estaban inmersos en una conversación animada.

—Aquí están las palomitas—dije mientras las ponía en la mesita y me sentaba en el suelo al lado de Vic—. ¿De qué hablan?

—De algunas anécdotas—respondió Jared.

—¿Cómo es eso de que tuvieron un canal de YouTube por hobby?—preguntó Mauro.

—Coño chico, ¿no lo habías borrado, Jared?—hablé.

—No, perdí la contraseña y no me volvió a dejar entrar—explicó.

Rodeé los ojos y continuamos con la charla. Ese canal había surgido en verano, recuerdo perfectamente cuando a Jared se le ocurrió la grandísima idea de crear un canal donde solo habláramos en español y publicáramos las cosas que hacíamos a diario. Era solo para joder entre todos, mayormente eran las travesuras que hacíamos en nuestra adolescencia, nada más que estupideces.

—Maggie, ¿recuerdas la vez que te quedaste atrapada en un elevador y estabas llorando?—dijo Elena entre risas.

—¡Cállate! Mi trauma de por vida—dijo ella mientras abrazaba sus piernas.

Solté una carcajada al recordar los llantos de la rubia.

—¡Cállate! Al menos a mí no me pusieron los cuernos—escuché la voz defensiva de Maggie.

—Ah maldita, ya no juego—rodé los ojos.

—Yo quiero saber esta historia—me volteé hacia Victoria y le di un golpe en el hombro.

—Dale, Maddie, cuéntala. Ellos quieren saber la historia, no seas mala —insistió Jared.

—Ustedes son mis mayores haters, no contaré nada.

Después de un rato en el que todos me rogaron para que contara la historia, no me quedó otra opción que relatarla.

—Bueno, hace dos años estuve en una relación con una chica. En esos momentos tenía muchos viajes por sesiones de modelaje y pasarelas—hice una pequeña pausa—. Resulta que ella siempre se molestaba porque nunca estaba en Londres, y cuando regresé me enteré de que me puso los cuernos con una de mis "amigas".

Hice comillas con mis dedos.

—¿¡Con tu amiga!?—preguntó sorprendida Mariana.

—Sí, resulta que cuando yo andaba de viaje, ellas dos follaban—expliqué.

Acho, baby, yo jamás te sería infiel—susurró Victoria cerca de mi oreja con su voz ronca, haciéndome estremecer.

Después de que Victoria susurrara esas palabras, me quedé con una sensación incómoda pero eléctrica. La conversación siguió, pero mi mente estaba en otra parte. Me levanté y me disculpé para ir al baño, buscando un momento para calmarme y ordenar mis pensamientos.

Me dirigí al baño y me encerré, respirando hondo para despejarme. Unos segundos después, la puerta del baño se abrió con un leve chirrido y Victoria entró detrás de mí, sin decir una palabra.

—¿Todo bien, baby?—preguntó Victoria, acercándose lentamente. Su voz era suave, casi un susurro.

La miré a través del espejo, sintiendo cómo la tensión aumentaba entre nosotras. No respondí de inmediato; en lugar de eso, me volví para enfrentarla, con el corazón acelerado por la proximidad.

—¿Qué haces aquí?—pregunté, tratando de mantener la calma.

—Solo quería estar cerca'—respondió, con una mirada que parecía atravesar mi alma. Su mano se deslizó por mi cintura, acercándome a ella.

—No deberíamos—murmuré, pero no era muy convincente.

Victoria no respondió con palabras, solo con acción. Se acercó más y su mano se posó en mi mejilla, inclinando mi rostro hacia el suyo. En un impulso, me incliné hacia adelante y nuestras bocas se encontraron en un beso lleno de deseo reprimido. Era intenso y apasionado.

La mano de Victoria se deslizó hacia mi cuello, mientras que la mía se aferraba a su cintura. El beso se volvió más profundo, y el calor entre nosotras creció. Nos separamos un momento, respirando pesadamente, y nos miramos a los ojos, la complicidad y la emoción claramente reflejadas en nuestras miradas.

Finalmente, nos besamos nuevamente, esta vez con una intensidad que parecía prometer más de lo que podríamos haber imaginado. La conexión entre nosotras estaba llena de una electricidad palpable, y en ese instante, todo lo demás dejó de existir.

Nos separamos rápidamente al escuchar un golpe en la puerta.

—Maddie, ¿todo bien?—preguntó Elena desde el otro lado.

—Sí, solo que mojé mi camisa con vino y la estoy limpiando—respondí, mirando a Victoria con una ceja levantada.

Elena tardó unos segundos en responder.

—¿Te busco otra? Déjame regreso—dijo con un tono que parecía preocupado.

—Bueno, tendré que mojarte—dijo Victoria con una sonrisa coqueta.

—¿Qué?—pregunté, sin comprender del todo.

—La camisa, Madeline. ¿Qué más?—dijo, sabiendo bien que su comentario tenía un doble sentido.

—Claro—respondí, un poco confundida.

Victoria se acercó con el vino y lo derramó intencionalmente sobre mi abdomen. Me sobresalté al sentir el líquido frío y me di vuelta para mirarla con una expresión molesta.

—No joda, marica—dije, observando mi camisa blanca ahora manchada de rojo.

—No sé si ofenderme por cómo me acabas de llamar—respondió Victoria con un tono divertido—. Y nadie te manda a mentir.

Antes de que pudiera replicar, Victoria me besó de nuevo, este beso fue breve pero intenso. Luego, se levantó y salió del baño justo cuando Elena estaba entrando con una nueva camisa en la mano.

—Estás bien pendeja, Madeline. Mira cómo estás toda manchada—dijo Elena mientras me entregaba la camisa y se cruzaba de brazos.

—Ya, déjame—le respondí, intentando desviar la atención de lo que había pasado.

Puedo ver como Victoria asomó la cabeza en la puerta.

—¿Dónde estabas? Mauro preguntó por ti.

—Estaba en el balcón, recibí una llamada de mi mai—Mintió la platinada.

Entró a la habitación y cerró la puerta detrás de Elena. Se sentó en mi cama mientras me cambiaba.

—Salte, me cambiaré de camisa—dije, sintiendo la presión de su presencia mientras me vestía.

—Ya te vi desnuda, Madeline. ¿Qué diferencia hace si ahora te veo sin camisa?—dijo con una sonrisa burlona.

Mis mejillas se sonrojaron al instante.

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HOLIIIIII, NUEVO CAPITULOOOOOOO

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I CAN SEE YOU (YOUNG MIKO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora