•Capitulo 33•

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MADELINE

|BODA|

—¿Entonces por qué actúas así con ella?—pregunté mientras caminábamos por las calles de Nueva York. Era una tarde fresca, de esas que invitan a pasear y a tener una charla entre amigas. Aunque, con Elena, esas charlas solían ser más bien secas y al grano, como su personalidad.

—Le pediré matrimonio—dijo Elena, con la misma calma con la que informaría que iba a comprar café.

Me detuve de golpe, dejando escapar un grito de emoción.

—¡¿Se van a casar?!

—Grítalo al mundo, Maddie, gracias—respondió rodando los ojos, aunque una pequeña sonrisa se asomó en sus labios.

—Bueno ya, perdón—dije haciendo un puchero—. ¡Pero es que estoy tan feliz por ti! ¿Sabes que Maggie cree que le eres infiel, verdad?

—He intentado hablar con ella sobre eso, no quiero que se sienta así—dijo, mientras yo la abrazaba—. Llevamos una relación de cuatro años y la amo desde que éramos adolescentes. Quiero que sea mi esposa.

—Ay, qué hermoso es el amor lésbico—comenté en tono de broma, y ambas nos reímos—. Lástima que a mí la vida no me trate así.

—No digas eso, Maddie. Solo necesitas encontrar a la persona correcta—dijo Elena con más suavidad de la que esperaba.

—Quizás—suspiré—, pero después de todo lo que ha pasado, no sé si eso sea posible.

—Y Maddie, no le digas nada a Maggie ni indirectas, por favor—, me suplico y yo asentí con mi cabeza.

Nos detuvimos en una cafetería, y le lancé una mirada de complicidad a Elena, esperando que aceptara la invitación a entrar. Ella negó con la cabeza, pero cuando hice un puchero, no tuvo más remedio que ceder. Entramos juntas.

—Creo que el amor de tu vida llegará cuando dejes la cafeína—comentó mientras yo pedía un café frío.

—Entonces que nunca llegue, tampoco lo necesito—respondí con un tono despreocupado.

Mientras esperaba mi café, noté que la atención de todas las personas en la cafetería se dirigía hacia la entrada. Me levanté por curiosidad, y para mi mala suerte, allí estaba ella: la platinada que no había dejado de rondar en mis pensamientos y causar caos en mi vida.

Solté un suspiro y fruncí los labios, tratando de mantener la compostura.

—Y quizás el amor de tu vida acaba de entrar—me susurró Elena al oído, con un tono divertido.

Solté un bufido, tratando de ignorar el comentario, y me acerqué al mostrador para recoger mi café. Pude sentir la mirada de Victoria fija en mí, sin ningún intento de disimulo. Los nervios me traicionaron, y me mordí el labio de manera inconsciente.

Elena, siempre la sociable, se acercó a saludar a los recién llegados. «Maldita traicionera», pensé mientras me unía a ella, ofreciendo una sonrisa y un abrazo a Mariana y a Mauro. No quería parecer maleducada, así que también saludé a Victoria.

—Hola, Victoria—dije mientras la abrazaba brevemente.

No soporté quedarme más tiempo allí, así que salí de la cafetería mientras Elena continuaba conversando con los chicos. Afuera, saqué mi teléfono y comencé a responderle unos mensajes a Maggie, coordinando dónde nos encontraríamos para almorzar.

Sentí que alguien se sentaba a mi lado. Miré de reojo, y vi esa mano tatuada que conocía tan bien. Intenté ignorar su presencia, pero su voz rompió el silencio.

I CAN SEE YOU (YOUNG MIKO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora