•Capitulo 26•

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MADELINE
|ULTIMA NOCHE|

+18

Estaba sentada sobre la encimera de la cocina, con la espalda apoyada contra el frío mármol. Victoria se inclinaba hacia mí, sus besos ardientes se extendían por mi cuello, deslizándose hacia mi pecho. Con una delicadeza que contrastaba con el fervor de sus labios, me quitó la sudadera. Sentía cada succión en mi piel, como si intentara dejarme una marca permanente.

—María Victoria, si me dejas una marca, te juro que te mataré—, murmuré con una amenaza juguetona en mi voz, a pesar de que mis gemidos revelaban mi placer.

Ella levantó la cabeza, sus ojos reflejando un destello travieso y desafiante.

—Yo marco lo que es mío—, susurró en mi oído, su aliento cálido enviando ondas de electricidad por mi cuerpo.

Su tono provocador y la intensidad de su mirada hicieron que mi respiración se acelerara. Intenté mantener la calma, pero la tensión entre nosotras crecía, cargando el ambiente con un deseo palpable. Cada palabra, cada toque, intensificaba el ardor que sentía, haciéndome anhelar aún más su cercanía.

Cuando Victoria me dejó completamente desnuda, sus dedos acariciaron mi espalda con una suavidad que me hizo estremecer. Poco a poco, sus manos descendieron hasta mi trasero, donde apretó con firmeza. Un jadeo escapó de mis labios, y ella respondió con una risa coqueta.

Sus besos continuaron bajando por mi abdomen, descendiendo por mis piernas con una delicadeza que me hacía temblar. Su pulgar comenzó a juguetear con mi clítoris, y el contacto me dejó deseando más. Cada beso en mi muslo aumentaba la anticipación, y cuando finalmente le dio una lamida a mi intimidad, no pude evitar soltar un gemido de placer.

—Me encanta tu sabor, mi amor—, murmuró Victoria con una voz ronca, su aliento caliente añadiendo otra capa de excitación a la experiencia.

Solo solté un gemido al escuchar lo que me había dicho, el calor de mi cuerpo era cada vez más intenso. Podía sentir cómo su lengua no dejaba de jugar entre mis piernas, y entrelazando mis dedos en su cabello, la acercaba cada vez más a mí. Su habilidad con la lengua estaba a punto de llevarme al borde del éxtasis.

—Victoria...— gemí, mi voz temblando con el placer que me estaba provocando.

Cuando finalmente llegué al clímax, Victoria se levantó con un gesto seductor, pasando su pulgar por la comisura de sus labios antes de dejar un suave beso en los míos. Sus dedos rozaron mi intimidad, sintiendo que aún estaba húmeda y deseosa. Sin previo aviso, introdujo sus dedos en mí, y me aferré a su cuello con fuerza, jadeando por la intensidad de sus movimientos rápidos y seguros. Me acomodé mejor en la encimera para estar más cómoda, mientras ella bajaba su atención a mis pechos, usando su lengua para explorar y estimular cada centímetro. Su toque en mi piel, combinado con el ritmo de sus dedos, me llevó a un estado de éxtasis profundo, donde todo se desvaneció excepto el ardor y la pasión entre nosotras.

Mientras Victoria continuaba con su exploración, sus movimientos se volvían más intensos y calculados, como si conociera cada respuesta de mi cuerpo. La sensación de su lengua en mis pechos era casi eléctrica, y sus manos, ahora firmes, mantenían un ritmo que me hacía perder el aliento.

Susurró mi nombre con una voz cargada de deseo mientras me recorría con sus dedos, aumentando la presión y el ritmo de sus movimientos. La combinación de su estimulación y el ardor de su lengua sobre mis pezones me llevó a un estado de pura rendición. Cada gemido y cada suspiro escapaban de mis labios, y mi cuerpo respondía de manera intensa a cada caricia.

Finalmente, con un último movimiento experto, Victoria me condujo al borde de otro clímax, dejándome temblando de placer mientras ella se inclinaba hacia mí, su aliento cálido en mi piel. Se detuvo un momento, mirándome con una mezcla de satisfacción y ternura, antes de inclinarse y dejar un beso suave y prolongado en mis labios.

—Te tengo completamente—, murmuró contra mis labios, su voz llena de emoción contenida.

Caí rendida en los brazos de Victoria, que con cuidado me levantó y me llevó hacia la ducha. La bañera era lo suficientemente grande para que estuviéramos cómodas, y mientras ella se desnudaba, yo la seguía con la mirada, sintiendo el agua caliente que comenzaba a llenar el espacio.

Victoria se metió en la ducha conmigo, el agua caía sobre nosotras, creando un ambiente íntimo y relajante. Me acomodé y me recosté contra su pecho, disfrutando del calor y la comodidad de su cercanía. Sus manos, aún cargadas de deseo, descendieron lentamente hasta mis pechos, dándoles un apretón juguetón.

—¡Mano larga!—, protesté con una risa, dándole un leve manotazo en la mano.

—Vamos, baby, te tengo desnuda a mi lado, te dejé temblando, y te quejas por eso—, susurró con una sonrisa en su voz, su aliento cálido en mi oído.

Me reí suavemente, sintiendo el agua y su toque, mientras intentaba no pensar en lo que se avecinaba. Su presencia era un consuelo en medio de la inminente despedida.

Mientras permanecíamos en la bañera, el silencio se volvió un cómodo acompañante. El agua caliente seguía envolviéndonos, y las burbujas que se formaban a nuestro alrededor creaban una atmósfera aún más íntima. Victoria me abrazaba con ternura, sus manos acariciaban mi piel con suavidad.

—No puedo creer que ya se haya acabado el tiempo—, dijo Victoria con un susurro, sus dedos trazando suaves círculos en mi espalda.

—Yo tampoco—, respondí, sintiendo un nudo en el estómago al pensar en nuestra despedida. —Quisiera que pudiera durar un poco más.

—A veces los momentos más breves son los más intensos—, comentó, inclinándose para besarme la frente. —Pero siempre guardo un recuerdo especial de ellos.

La conversación se volvió más ligera mientras compartíamos historias y risas, tratando de mantener el ánimo alto. El vapor del agua y el calor del ambiente creaban una sensación de relajación que ayudaba a aliviar la tristeza de la despedida inminente.

Victoria siguió acariciando mis pechos con suavidad, su toque era reconfortante. Me miró con una sonrisa juguetona, sus ojos brillando con una mezcla de deseo y cariño.

—No puedo prometer que no me hará falta, pero te prometo que pensaré en ti en cada paso que dé—, dijo con sinceridad, sus labios rozando mis labios en un beso suave.

Me incliné hacia adelante, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, y dejé que el calor de su cuerpo me envolviera por completo. El agua caía sobre nosotras, mezclando las gotas con nuestros susurros y risas, haciendo que el tiempo se deslizara suavemente mientras disfrutábamos de los últimos momentos juntas en esa bañera.

Finalmente, cuando el agua comenzó a enfriarse, nos levantamos y nos secamos juntas.

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Holiiiiiii, cuando se hagan las sorprendidas nos hacemos novias todas, va? JAJJAJAJSJSJSJ

buenooo, baiiii, les mando un besote a sus mamis

NIX💗

I CAN SEE YOU (YOUNG MIKO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora