•Capitulo 5•

2K 119 32
                                    

MADELINE

|PARTY EN LA PLAYA|

Después de un largo día de fotografías, decidimos que era hora de irnos. Eran las cuatro de la tarde y el atardecer empezaba a teñir el cielo con colores hermosos que me cautivaban.

—¿Y si vamos a la playa? Me he enterado de que va a haber una mini party ahí—informó Maggie, emocionada.

Negué con la cabeza, no tenía ánimos de nada. Solo quería acostarme en mi cama y dormir hasta el siguiente día.

«Eso se llama anemia», pensé con sarcasmo.

Me recosté en la parte de atrás del carro mientras Elena manejaba y Maggie me volteó a ver, arqueando una ceja.

—¿Todo bien, Maddie?—preguntó.

Asentí con la cabeza, aunque claramente no estaba bien. Pero no quería arruinarles el ánimo.

—¡Entonces, party en la playa, vamos las tres!—dijo Maggie, intentando animar el ambiente.

—No. Qué aburrido, vayan solo ustedes dos. Después se empiezan a besar y quedo excluida—dije, intentando sonar divertida pero sin mucho éxito.

Maggie rodó los ojos y se volvió hacia el frente, mientras Elena sonreía ligeramente desde el asiento del conductor. Yo, por mi parte, me sumergía en mis pensamientos, observando los colores cambiantes del cielo y deseando que el día llegara a su fin rápidamente.

Cuando llegamos al hotel, me dirigí a la nevera en busca de mi helado de fresa. Me senté en el desayunador y me serví una generosa porción, mientras Maggie me miraba con una expresión de súplica.

—Te lo suplico, Maddie. Por favor, di que sí. Creo que en la playa podrías encontrar a tu futura novia—me rogó con esa mirada de cachorrito que siempre me desarma.

—¿Futura novia?—dije, con una cuchara de helado a punto de entrar en mi boca.

—Sí, todos vimos cómo te ponías nerviosa cada vez que ella te miraba—respondió Maggie, con una sonrisa pícara.

—Puf, claro que no—respondí, rodando los ojos—. Esos son inventos tuyos. Yo estuve súper profesional.

Maggie se acercó, se sentó frente a mí y apoyó la barbilla en sus manos, mirándome con intensidad.

—Vamos, Maddie. Te pusiste colorada con cada que te daba el mínimo toque—dijo, riendo.

Suspiré, intentando mantener mi indiferencia, pero sabía que Maggie tenía razón. Había algo en esa chica que me afectaba más de lo que quería admitir.

—Bueno, ¿qué más da?—dije, encogiéndome de hombros—. No creo que la volvamos a ver.

Elena, que había estado escuchando desde el otro lado de la cocina, se acercó con una sonrisa.

—Nunca se sabe, Maddie. La vida tiene una forma curiosa de sorprendernos—dijo, guiñándome un ojo.

Maggie aprovechó el momento para insistir.

—Entonces, ¿vamos a la playa? Solo un rato. Prometo que si te aburres, nos vamos.

Me quedé pensativa, jugando con la cuchara en el helado. Finalmente, suspiré y asentí.

—Está bien, solo por un rato—acepté, tratando de no mostrar demasiado entusiasmo.

Maggie lanzó un grito de alegría y se lanzó a darme un abrazo.

—¡Gracias, Maddie! No te vas a arrepentir, lo prometo.

Elena se fue a prepararse, mientras Maggie y yo terminábamos el helado y nos alistábamos para lo que prometía ser una noche interesante en la playa.

I CAN SEE YOU (YOUNG MIKO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora