•Capitulo 3•

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MADELINE

|TORPE QUE ERES, MADELINE|

Habíamos llegado a Puerto Rico en la madrugada. Fue un viaje largo y, al llegar al hotel, me quedé dormida profundamente. El sonido de mi teléfono vibrando me despertó, y con un tono de disgusto contesté.

—¿Qué mierda quieres, Elena? —dije, acomodando el teléfono en mi oreja.

—Al fin despiertas, bella durmiente —respondió ella, y pude escuchar la risa de su novia al fondo—. Vinimos por unas cosas, ni se te ocurra salir del hotel hasta que lleguemos.

Corté la llamada y me dirigí al baño. Pasaron unas dos horas y aún no había rastro de Elena. El aburrimiento me estaba matando. Vi una película en el televisor, revisé todas mis redes sociales y respondí algunos mensajes de mi madre.

Cuando miré la hora, ya eran las tres de la tarde. Elena no daba señales de vida, así que decidí salir un rato a la playa. No estaba lejos y no podían preocuparse por mí. Salí del hotel y me encontré con un chico en la puerta. Era alto, de cabello castaño y unos ojos verdes lindos.

«Eres homosexual, estúpida», pensé, recordándome.

Le devolví la sonrisa y seguí caminando. El viento se estrellaba contra mi cuerpo. No sabía exactamente a dónde ir, así que me decidí por la derecha. A veces uno necesita aventurarse para poder llegar a ser una adulta responsable. Quizás lo mío no lo era, pero tenía mi teléfono para ubicarme más tarde cuando empezara a desesperarme.

Mientras caminaba por las calles de Puerto Rico, encontré una cafetería que se veía linda y acogedora. Decidí entrar. Sentí unos ojos sobre mí. Soy modelo, no influencer, así que no todo el mundo me podía reconocer. ¿Verdad?

—¡¿Madeline Bennett?! —El grito de la chica me espantó.

—Eh, sí, sí —respondí, sonriendo nerviosa.

Ella se acercó para pedirme una foto. Charlamos un rato y me contó que su sueño era ser una modelo como yo. Le encantaba mi actitud y muchos otros halagos.

Llegué a la playa sana y salva. Las olas me transmitían una paz increíble. La brisa sobre mi cuerpo era lo mejor. La arena bajo mis pies, podría estar aquí toda la vida. El cielo se empezaba a teñir de un hermoso tono rosado por el atardecer. Creo que fue una buena idea no hacerle caso a Elena después de todo, porque la vista frente a mí era espectacular.

Pasaron las horas y me di cuenta de que era momento de regresar al hotel. Busqué mi teléfono en los bolsillos de mi short y... mierda, no lo tenía conmigo. Me levanté rápido para ver si se me había caído, pero no estaba por ningún lugar.

No recordaba el camino de regreso. Salí de la playa hacia la calle, esperando encontrar a alguien que pudiera ayudarme. Debería dejar de ser tan penosa, pero siempre ha sido mi problema al final del día. No tenía mi teléfono y probablemente Elena estaría preocupada por mí en estos momentos.

Estaba ahí, sin saber hacia dónde ir, hasta que a lo lejos vi a una chica sentada en la arena con otras dos personas. Me acerqué a ellos con la esperanza de pedir ayuda.

—Hola, ¿crees que podrías prestarme tu teléfono para llamar a mi amiga? No soy de aquí y estoy perdida.

La chica de cabello platinado levantó la mirada y me observó con curiosidad. Podía ver sus brazos llenos de tatuajes, y sus ojos azules recorrían todo mi cuerpo sin ningún disimulo. La vergüenza me invadió y sentí mis mejillas enrojecer.

—Acho, baby, deberías tener más cuidado al salir sin phone —dijo uno de los chicos, levantándose para ayudarme—. Te presto el mío, ¿todo bien?

Asentí con la cabeza, mientras la platinada seguía cada uno de mis movimientos. Su mirada intensa me ponía nerviosa.

«Torpe que eres, Madeline», me dije, dándome una cachetada mental.

Después de unos minutos, Elena al fin respondió la llamada.

—¿Hola? —dijo al otro lado de la línea.

—¡Oh, por dios, Elena, al fin respondes! —solté un suspiro de alivio.

—¿¡Dónde mierda estás!? —me gritó—. I've been calling you for hours!

Mientras Elena seguía con sus regaños, vi al chico intentando contener una risa. Rodé los ojos cuando por fin se detuvo.

—Help me, por favor. Un chico me prestó su celular para llamarte.

El chico me ayudó a pasarle la dirección y le devolví su teléfono. No podía creer que había dejado mi propio teléfono en el hotel. Debería ser más cuidadosa al salir.

Cuando al fin vi el auto de Elena, sentí una ola de paz recorrer mi cuerpo.

—Muchas gracias por ayudarme, chamo —dije, despidiéndome de los demás. Sin embargo, no podía quitarme de la cabeza a esa platinada.

Cuando me subí al auto, podía sentir el enojo de Elena al verme. Margaret me devolvió mi teléfono y le di una sonrisa.

—¿Qué tal tu aventura, Maddie? —dijo con gracia Maggie.

—Todo como una adulta responsable —dije riéndome—. Pero la moraleja del día es: revisa si llevas tu teléfono antes.

Maggie y yo nos reímos, mientras Elena seguía enojada. Cuando al fin llegamos al hotel, me dejé caer en el sillón. Había sido un momento de suspenso y necesitaba relajarme.

—Te trajimos comida, come antes de que me enoje más —me ordenó Elena, señalando la bolsa de comida sobre la mesa.

—A la orden, capitán —hice el saludo de un soldado y ella solo rodó los ojos.

—Ay, vamos, Elena, no es para tanto —dijo Maggie, intentando calmar el ambiente.

Me acerqué a la mesa y saqué la comida de la bolsa. El aroma era delicioso y mi estómago gruñó en respuesta. Comencé a comer, disfrutando de cada bocado. El día había sido una locura, pero al menos ahora estaba a salvo y con la gente que me importaba.

Elena se sentó a mi lado y dejó escapar un suspiro.

—Solo quiero que te cuides, Maddie. Este lugar es desconocido para nosotras y no quiero que algo malo te pase —dijo más calmada.

—Lo sé, Elena. Prometo ser más cuidadosa —respondí, dándole una sonrisa de agradecimiento.

Elena asintió, aparentemente satisfecha con mi respuesta. Nos quedamos en silencio por un momento, disfrutando de la comida y la tranquilidad del hotel.

—Mañana tenemos un día ocupado —dijo finalmente Elena—. Quiero que estés descansada y lista para las reuniones.

—Sí, capitán —respondí de nuevo, esta vez con una sonrisa genuina.

Después de la comida, me retiré a mi habitación. Mientras me preparaba para dormir, no podía dejar de pensar en la chica de cabello platinado que había conocido en la playa. Había algo en su mirada que me intrigaba, y me pregunté si volvería a verla durante nuestro tiempo en Puerto Rico.

HELOUUUUUU, me di cuenta que cometí un error en el capítulo 2, en donde puse "Madison" en vez de "Madeline" 😭😭😭😭😭😭

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HELOUUUUUU, me di cuenta que cometí un error en el capítulo 2, en donde puse "Madison" en vez de "Madeline" 😭😭😭😭😭😭

BESOS, NIX💗

(Nix es mi apodo anónimo, no tiene nada que ver con mi nombre real)

I CAN SEE YOU (YOUNG MIKO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora