•Capitulo 19•

1.3K 96 32
                                    

MADELINE
|NO TUVO QUE PASAR|

El día había sido largo pero productivo. Después de horas de grabación, todas decidimos relajarnos en la casa de Victoria. La atmósfera era ligera, con risas y bromas mientras nos acomodábamos en el espacioso salón. La música suave se mezclaba con el murmullo del viento, creando una especie de burbuja de tranquilidad a nuestro alrededor. Maggie se acercó a mí mientras todos estábamos disfrutando el momento.

—¿Dónde estuviste anoche?—su voz apenas era un susurro, pero la curiosidad en sus ojos era evidente.

Intenté mantener la compostura y no mostrar ninguna incomodidad.

—En ningún lado importante—respondí, tratando de sonar despreocupada.

—No volviste al hotel, Madeline. ¿Acaso te encontraste con Miko para tener sexo otra vez?—insistió, sin ningún atisbo de vergüenza en su tono.

Sus palabras me hicieron soltar una pequeña risa nerviosa, aunque por dentro me sentía un poco acorralada.

—¡No, Maggie!—exclamé, negando con la cabeza—. Fui a la playa, necesitaba despejarme, y cuando regresé, ya todas estaban dormidas.

Sus ojos azules me escrutaron, como si intentara leer más allá de lo que decía. Aunque parecía que no estaba del todo convencida, no presionó más. Tomé un respiro, aliviada de que la conversación no fuera más allá.

Decidimos unirnos al resto de los chicos en el patio. El jacuzzi burbujeaba bajo la luz tenue, y el ambiente era cálido y relajado. Me permití un momento para respirar profundamente, sintiendo la humedad en el aire y el leve olor a cloro que emanaba del agua. Los demás ya estaban dentro, riendo y compartiendo anécdotas del día. Me senté al borde, dejando que mis pies colgaran en el agua mientras el calor relajante envolvía mis piernas.

—Maddie, ¿puedes ayudarme con algo, por favor?—. Escuché la voz de Miko y, sin pensarlo, me levanté para seguirla.

Entramos a la casa y nos dirigimos hasta su habitación. Cuando llegamos, ella cerró la puerta detrás de mí, y sentí cómo los nervios empezaban a apoderarse de mí. Miko se acercó, acomodando los lazos de mi falda playera con una delicadeza que me hizo estremecer. Sus ojos azules estaban fijos en los míos, intensos y llenos de algo que no podía descifrar.

—¿Qué pasa?—pregunté, tratando de mantener la compostura.

—Tenemos que hablar sobre lo que está pasando entre nosotras—respondió con voz firme.

—Miko, si te refieres a lo que pasó anoche, eso no tuvo que pasar—dije, buscando alejarme de la tensión que llenaba el aire.

—¿Por qué dices que' no debió pasar?—. Su tono se volvió más bajo mientras se acercaba un poco más a mí.

—Porque no eres mi tipo, Victoria.

«Si es tu tipo» cállate.

—Lo único que podríamos tener es una relación profesional o, como mucho, una amistad—. Sentí mi espalda chocar con la pared mientras ella se acercaba aún más, su respiración cálida acariciando mi oído.

—¿Por qué?—susurró, su voz apenas audible—. ¿Mami vas a negal' que no te gusta' cuando te toco'?—. Su acento puertorriqueño, tan familiar y embriagador, me hizo temblar.

Victoria... Alguien podría entrar y malinterpretar lo que está pasando—intenté justificarme, aunque en realidad lo que me asustaba era perder el control y ceder ante ella.

—¿Y qué importa, baby?—. Antes de que pudiera decir algo más, sus labios se encontraron con los míos.

El beso fue intenso, lleno de una mezcla de deseos reprimidos y emociones que no quería admitir. Sus manos, firmes pero suaves, se aferraron a mi cintura, bajando lentamente hasta mi trasero, que apretó con determinación. Nos separamos cuando la falta de aire se hizo evidente, pero sus palabras seguían retumbando en mi mente.

I CAN SEE YOU (YOUNG MIKO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora