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Felix llenó de aire sus pulmones y contuvo la respiración. Empezó a contar: uno, dos, tres, cuatro... Así hasta que los primeros síntomas de asfixia lo obligaron a soltar todo el aire de golpe. Lo intentó de nuevo: uno, dos, tres...
Esta vez no le estaba funcionando y la
sensación de ahogo se negaba a abandonarlo. Se miró en el espejo. Primero de frente, después de lado, se giró hasta quedar de espaldas y observó por encima del hombro su imagen reflejada. Sopló exasperado y comenzó a desabrocharse la camisa, se quitó los pantalones y se vistió con los vaqueros que había llevado el día anterior. Rebuscó en la maleta que tenía abierta sobre la cama y escogió una camiseta blanca de tirantes.Volvió a mirarse en el espejo y lo que vio le gustó, pero el cambio de ropa no consiguió aliviar la presión angustiosa que le estrujaba el pecho. Contempló la maleta con una mueca de desagrado. Deseó con todas sus fuerzas que la familia de Hyunjin no le diera demasiada importancia a la apariencia, porque su aspecto distaba mucho de parecerse al de un hombre sofisticado.
La imagen de Hyunjin y Yeji acudió a su
mente, y el pánico afloró de nuevo en su
interior. Los dos eran tan hermosos y
elegantes, inmaculados y perfectos. Y estaba convencido de que el resto de los Hwang serían así: sofisticados, ricos y... vampiros. Ni en mil años podría parecerse a ellos. Maldijo por lo bajo, aquella inseguridad lo mataba.Trató de distraerse haciendo un nuevo
recuento de todo aquello que no debía olvidar. Abrió su bolso y enumeró: pañuelos, hidratante labial, libro, cartera, pasaporte, teléfono y cargador, cámara de fotos, las vitaminas que el doctor Han le había recetado.«Ajo, crucifijos, agua bendita...», pensó.
Empezó a reír con un estúpido ataque de nervios, necesitaba bromear con toda aquella locura. ¡Por Dios, tenía un novio vampiro muy guapo, tanto que cortaba la respiración, pero vampiro! Y sus nuevos y únicos amigos eran hombres lobo. De hecho, su mejor amigo iba a casarse con uno de ellos. Su vida había cambiado tanto y tan rápido en los últimos días, que le costaba creer que todo era real y que no había perdido la cabeza.
Miró la foto de Hyunjin que tenía sobre la mesa, la que había tomado aquel día en la librería, y su estómago se llenó de mariposas.
Cuando estaba con él se olvidaba de todo. Solo existían ellos dos y la pequeña burbuja en la que se sumergían, su propio universo particular. Pero cuando se separaban, un vacío doloroso colmaba su interior, como el desasosiego que se siente al despertar de un sueño maravilloso y saber que solo era eso, un sueño.
Y así era como despertaba todas las
mañanas, de golpe, con la respiración acelerada y el miedo a que los últimos días hubieran sido una simple fantasía. Entonces giraba la cabeza sobre la almohada y allí estaba, una preciosa rosa roja que le recordaba que él era real y que lo amaba. Se acercó a la cama y tomó la flor entre sus manos. Aspiró el dulce olor y enrojeció con un calor sofocante en las mejillas. Había encontrado una cada mañana, y saber que él se colaba en su habitación para dejarlas allí le provocaba taquicardia.Unos golpecitos en la puerta lo sobresaltaron, frunció el ceño rezando para que no fuera Alice dispuesta a darle otra charla. Ya había tenido suficiente con las de los últimos días. Desde que le había dicho que pensaba ir con Hyunjin a Inglaterra para conocer a su familia, lo había perseguido por toda la casa con sus consejos y advertencias maternales. Cuando sacó a relucir el tema del sexo, Felix pensó que no sería capaz de mantener la compostura.
Pero lo peor fue el interrogatorio al que
había sometido a su flamante novio la tarde anterior. Aún sentía vergüenza al recordar cómo Alice le había preguntado por sus intenciones respecto a él. Hyunjin respondió algo que dejó a su abuela muda y con una sonrisa boba en el rostro, pero no conseguía recordar cuáles habían sido sus palabras. Se había distraído observando su rostro, la curva de sus labios al sonreír, la dulzura de sus ojos.
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Donde el cielo cae... [HYUNLIX ver.]
FanfictionHyunjin es callado, distante, y su mirada esconde grandes secretos. Sus cambios de personalidad intimidan y su atractivo revela tantas luces como sombras. Quizá, por eso, Felix no puede quitárselo de la cabeza. Pronto descubrirá que no es un chico...