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De pie en el tejado, inmóvil como una
enorme gárgola, Changbin observó a los vampiros.

Marcelo se despedía de Hyungsik,
disculpándose una y otra vez por el
comportamiento de Fabio. Podía oír la
conversación desde allí, las excusas propias de alguien que odiaba a los licántropos. Palabras vacías que carecían de sinceridad, a las que Hyungsik respondió sin inmutarse, que la próxima vez no habría juicio y que él mismo aplicaría sentencia y castigo sin importarle que Fabio estuviera bajo su protección. Nadie desafiaba a Hyungsik en su casa sin pagar un precio, y ahora Fabio no gozaba de ningún privilegio.

Changbin agradeció desde lo más profundo de su corazón aquellas palabras, pero no era suficiente. Se sentó con los brazos descansando sobre las rodillas y cerró los ojos. Oyó unos pasos acercarse. Suspiró, no tenía ganas de hablar con nadie, ni siquiera con él.

—Lo siento mucho —dijo Hyunjin,
sentándose a su lado en el tejado.

El último coche se perdió de vista al
adentrase en la arboleda, todos los vampiros se habían marchado.

—Tú no tienes la culpa —respondió Changbin, restregándose la mandíbula con frustración.

—Pero no puedo evitar sentirme responsable.

—Pues no debes. —Se recostó sobre los
codos y, al estirarse, su cuello mostró una línea rosada—. ¿Qué pasará con él?

—Lo han expulsado del consejo, ya no goza de privilegios, ni de protección —respondió Hyunjin.

Omitió que habían estado a punto de
condenar a Fabio a muerte, y que el
incomprensible voto de Christopher lo había salvado en el último momento. Eso tenía trastornado a Hyunjin; no entendía por qué su hermano había hecho semejante cosa. El Christopher que él conocía se habría ofrecido a ejecutarlo con sus propias manos.

—Bien, eso significa que podré matarlo la próxima vez que nos veamos las caras —dijo Changbin con rabia contenida. Se puso en pie, dio un paso adelante y se dejó caer al vacío.

Hyunjin lo imitó.

—¿Qué te pasó anoche? ¡Perdiste el
control! —preguntó caminando tras él.

—No perdí el control en ningún momento, sabía perfectamente lo que hacía —respondió el licántropo.

—¡Pero me atacaste! —exclamó sin dar
crédito.

—Te pusiste en medio. —Se detuvo y dio
media vuelta para encarar a Hyunjin—. Mira, en ningún momento tuve intención de hacerte daño y, si me conocieras de verdad, lo sabrías. Te pusiste en medio y yo quería destrozar a ese chupasangre. Ya está. Era asunto mío.

—No, no está. Estuviste a punto de hacer una estupidez. Una vez que mi hermano y yo aparecimos, tu asunto pasó a ser nuestro asunto. Ya sabes como funciona esto, Changbin, no es tu territorio.

Changbin se llevó las manos a la cabeza y enredó los dedos en su pelo con nerviosismo.

—Ese miserable apareció de la nada con su mini ejército. Me puso esa cosa en el cuello y entonces abofeteó e insultó a Yeji. Para mí era personal, así que, como comprenderás, me importa una mierda tu territorio.

—Están juntos, ¿verdad? Yeji y tú están
juntos —no era una acusación, pero en su voz había tanta tensión que lo pareció.

Changbin apretó los dientes y lo miró con expresión desafiante.

—Sí, y si eso te supone un problema, ve
haciéndote a la idea porque no voy a renunciar a ella.

Hyunjin sacudió la cabeza.

Donde el cielo cae... [HYUNLIX ver.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora