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—Me hubiera encantado ver a Jisung vestido de blanco —dijo Alice.

—Estaba precioso, como un príncipe. ¡Y
tan feliz! —comentó Felix mientras se ponía unos calcetines.

Alice tomó el traje del suelo y lo colgó
de una percha tras la puerta.

—Debería haber ido, conozco a ese niño
desde que era un bebé.

—Sabes que no debes exponerte, podrías atrapar una gripe o algo más serio y tendrían que hospitalizarte —replicó Felix mientras guardaba la corona de flores en un cajón de la cómoda.

—Lo sé, lo sé. ¿Quieres un consejo? No envejezcas, mantente siempre joven y
hermoso… y sano. —Suspiró y acarició la mejilla de su nieto—. ¿Y qué tal se comportó Luce? Esa mujer es tan superficial y vanidosa, que no me extrañaría que hubiera intentado robarle el día a su propio hijo. ¿Y el doctor Han? ¿Iba solo o acompañado por alguna amiguita?

—Abuela, estoy muy cansado —dijo Felix con un mohín.

—Vale, pero por la mañana me lo contarás todo.

—Hasta el último detalle, prometido.

—Bien, entonces hasta mañana, tesoro. —Besó a Felix en la frente y cerró la puerta al salir—. ¡Tómate el chocolate, te ayudará a dormir! —gritó desde el pasillo.

Felix esperó tras la puerta. Cuando estuvo seguro de que su abuela ya estaba en su habitación, apagó las luces, corrió a la ventana y la abrió. Una décima de segundo después, Hyunjin se colaba en el cuarto.

—Te he echado de menos —susurró él, lo estrechó con fuerza entre sus brazos y lo alzó haciéndolo girar.

—¡Pero si apenas has estado un ratito ahí fuera!

—Me ha parecido una eternidad. —Le rozó la nariz con un dedo y sus ojos brillaron con total adoración. Olfateó el aire—. ¡Chocolate!—Fue hasta el escritorio y acercó la nariz a la taza—. ¿Vas a tomártelo?

—Eh… no, no me apetece. Me lo llevaré si te molesta el olor.

—¡Molestarme! —exclamó tomando la taza entre las manos. Lo agitó con la cuchara y se la llevó a los labios para lamerla. Felix lo miró asombrado y sus ojos se abrieron aún más cuando él pescó un malvavisco y lo masticó con deleite—. ¿Qué son estas cosas?

—Malvaviscos —respondió Felix como una autómata.

—Me gustan. —Y se comió otra. Entonces se detuvo con la cuchara suspendida en su mano a medio camino de la boca—. ¿Qué? — preguntó con el ceño fruncido al ver que Felix lo miraba boquiabierto.

—¡Estás comiendo! —musitó.

—Sí, bueno… es una de las pocas ventajas que tiene convertirse en medio ángel —reconoció un poco cortado. Él se llevó las manos a las mejillas y soltó una risita—. ¿Qué? —volvió a preguntar, y también empezó a reír.

—Es que verte comer te hace parecer tan normal.

En ese mismo instante recordó que Jeongin también comía, ese había sido uno de los motivos por los que no había desconfiado de él.

—Y eso es bueno, ¿no? —preguntó Hyunjin. Dejó la taza y relamiéndose agarró a Felix por la cintura.

Él asintió con una sonrisa radiante.

—Sí, porque me debes una cena, ¿recuerdas?

Hyunjin le devolvió una sonrisa pícara y en un visto y no visto saltó hacia la cama arrastrándolo con él, arreglándoselas para caer de espaldas con él encima.

Donde el cielo cae... [HYUNLIX ver.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora