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•● 15 ●•

Felix entró en la cocina con la última caja entre los brazos. La habitación de Alice ya estaba vacía y al día siguiente podrían instalar el nuevo suelo. La dejó sobre la mesa y la cerró con cinta de embalaje. Se quedó mirándola con aprensión, mientras un montón de recuerdos afloraban con un dolor intenso. Dar sus cosas a la beneficencia iba a ser muy duro. Sentía como si se estuviera desprendiendo de ella y no de un montón de ropa usada.

—¿Estás bien? —preguntó Jeongin a su espalda.

Él lo miró por encima del hombro.

—Cuesta creer que ya no esté, que se haya ido para siempre —susurró. Se dio la vuelta y apoyó la cadera contra la mesa.

—Sigue aquí, contigo —aseguró él—. Las personas que queremos nunca nos abandonan, porque siempre las llevamos con nosotros, aquí adentro. —Le rozó el esternón con la punta del dedo.

Él sonrió, agradecido.

Un coche se detuvo junto a la puerta principal. Llamaron al timbre. Segundos después, Eunwoo aparecía en la cocina con tres pizzas de tamaño familiar. Arrastró una silla a su paso y se sentó a horcajadas mientras destapaba la primera, de queso y salchichas.

—¿Qué hace todavía por aquí? Piensa mudarse o qué —masculló Jeongin, fulminándolo con la mirada.

Eunwoo no se percató del comentario malicioso. Toda su atención estaba puesta en Cecil, que le sonreía con timidez desde la encimera donde envolvía unas figuritas de porcelana en plástico de burbujas. Felix sonrió. Ver a Eunwoo flirteando con una chica era tan normal y frecuente como verle respirar, pero el brillo de sus ojos al mirar a Cecil era completamente nuevo y encantador.

—Algo me dice que lo vas a ver bastante. En tu lugar, yo empezaría a asumirlo —dijo Delix. La música sonaba en la radio, amortiguando sus voces.

—¡Y un cuerno! —Jeongin se cruzó de brazos y le dio la espalda a la «parejita». La sonrisa coqueta de Cecil le estaba provocando dolor de estómago—. Mi hermana... mi hermana es demasiado... Debo cuidar de ella. No dejaré que un tipo que colecciona figuritas de acción y miniaturas de coches salga con ella.

Felix se plantó delante de Jeongin y le tomó las manos.

—Ese tipo liderará algún día el clan licántropo. Esa responsabilidad no recae sobre cualquiera, ¿no crees? Lo conozco, es un buen chico. Cecil está en buenas manos.

—Eso es lo que me preocupa... —susurró Jeongin inclinándose sobre su oído— sus manos sobre ella.

A Felix se le escapó una carcajada. El instinto protector de Jeongin hacia Cecil no dejaba de ser sorprendente; sobre todo, cuando él se comportaba como un auténtico Casanova. Felix estaba convencido de que la cama de Amanda no era la única que el chico había visitado desde que se instaló en Heaven Falls.

Eunwoo se giró en la silla y echó un vistazo por encima de su hombro, con una pequeña sonrisa de despiste en los labios.

—¿Y a ustedes qué les pasa? —preguntó, intrigado.

Una canción comenzó a sonar. Jeongin y Felix se quedaron mirándose, sin soltarse de las manos. Una sonrisa se extendió por la cara del chico. Un par de meses antes, en aquella misma cocina, estuvo sonando la misma canción. Desde entonces habían pasado muchas cosas que habían cambiado y unido sus vidas para siempre. Lo miró con la sensación de estar viviendo un déjà vu. Sin previo aviso le hizo girar entre sus brazos y lo inclinó hacia atrás hasta que su ahora larga melena se balanceó cerca del suelo.

Donde el cielo cae... [HYUNLIX ver.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora