● 36 ●
Felix se dirigió en su resplandeciente coche hasta la que sería su nueva casa muy pronto. El más leve roce sobre el acelerador y aquel vehículo pasaba de cero a cien en un suspiro. Sonrió encantado, ya no tenía que ir encorvado sobre el volante mientras lo sujetaba con fuerza como si así pudiera hacer que fuera más deprisa, como cuando conducía su viejo Volkswagen.
Llegó a la bifurcación, giró a la izquierda y el corazón comenzó a latirle con fuerza. Se le encogió el estómago con la sensación de tenerlo lleno de mariposas y sus labios se curvaron dibujando una sonrisa imposible de borrar. Se detuvo frente a la entrada y sacó las llaves del bolsillo de sus vaqueros. Su sonrisa se ensanchó mientras pensaba que no iba a costarle mucho acostumbrarse a todo aquello.
—¡Jinnie! —lo llamó al entrar. Dejó las
llaves sobre la repisa de la chimenea—.
¡Jin! —insistió.Subió a la planta de arriba, en el pasillo
encontró un par de cajas con un matasellos inglés y no pudo resistir la tentación de curiosear dentro. Eran algunas de las pertenencias que Hyunjin tenía en Blackhill House: unos pocos libros, fotografías, un estuche con lo que parecía una colección de relojes… Salió de la casa por la parte trasera, a través de la cocina.—¡Hyunjin! —insistió—. ¿Dónde se habrá metido?
El aire se agitó con una especie de onda
expansiva que retumbó dentro de su pecho y después otra algo más fuerte, seguida de un estruendo en el bosque. Siguió esa dirección, deslizándose bajo las ramas de los árboles y saltando sobre sus raíces nudosas. Alcanzó la orilla del arroyo y la siguió con paso vacilante por culpa de los guijarros arrastrados en la última crecida.De nuevo aquella vibración y el ruido de algo desintegrándose. Lo encontró junto a la cascada. Abrió la boca para llamarlo, pero el nombre se le atragantó. Hyunjin había agitado su mano y una especie de fuerza invisible había surgido de ella, doblando ramas y troncos hasta impactar contra una roca al otro lado del arroyo. Lanzó aquella cosa una vez más, dos, y la roca quedó reducida a grava y polvo.
—Empecé a hacerlo esta mañana, sin saber cómo. Casi mato a Changbin —dijo Hyunjin mirándose las manos. Se giró y su cara se iluminó al contemplar a Felix.
—Llevo un rato llamándote —dijo este un poco preocupado.
—Lo siento, debía de estar muy
concentrado.—Sí, tan concentrado que si llego a ser otra persona, ahora tu secreto ya no sería tan secreto. ¡Jinnie, podría haberte visto cualquiera!
Él esbozó una sonrisa compungida por el apodo, se acercó a él y lo abrazó por la cintura.
—Me gusta que te preocupes por mí. —Lo besó en los labios—. Pero necesito saber cómo funciona, aprender a controlarlo. Cuanto más fuerte sea y más poderes domine, más posibilidades tendré de vencer.
—Vencer a Jeongin —musitó él desviando
la mirada—. No has encontrado nada en ese diario, ¿verdad?Hyunjin negó con la cabeza.
—El diario nos condujo al viejo granero de Cave Creek, dentro había una especie de cripta. Pero si el cáliz estaba allí, ya no está, alguien se nos adelantó. La habían abierto hace poco, supongo que Jeongin, por lo que no sé si lo ha encontrado o no.
—¿En el granero? Yo estuve allí con Jeongin poco después de que llegara al pueblo. Estuvo rebuscando bajo las tablas del suelo.
Hyunjin lo soltó y se frotó la mandíbula
tratando de esconder su disgusto.
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Donde el cielo cae... [HYUNLIX ver.]
FanfictionHyunjin es callado, distante, y su mirada esconde grandes secretos. Sus cambios de personalidad intimidan y su atractivo revela tantas luces como sombras. Quizá, por eso, Felix no puede quitárselo de la cabeza. Pronto descubrirá que no es un chico...