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Hyunjin se frotó los ojos. Apoyó los codos sobre la mesa del salón y miró por la ventana de su villa en Laglio. Las aguas del lago de Como estaban tan quietas que parecían una pintura sobre un enorme lienzo. Se alegraba de no haber vendido aún la casa. Después de darle muchas vueltas, había decidido que era el mejor sitio para pasar inadvertido y no correr el riesgo de sufrir alguna filtración inoportuna de los planes que se estaban trazando, y que complicara aún más la situación.

Necesitaba un sitio tranquilo en el que pensar y aquel era el mejor con diferencia. La puerta se abrió y Felix entró completamente mojado y envuelto en una toalla. Un cachorro de labrador lo seguía meneando su cola, mientras lo miraba con total adoración.

—¿De dónde ha salido eso? —preguntó él alzando una ceja.

—No lo sé, pero me sigue a todas partes —se quejó Felix con una mueca exasperada. Aunque el tono de su voz era bastante divertido. Hyunjin sonrió mientras se repantigaba en la silla y lo miraba. El cachorro gimoteó, llamando la atención de Felix. —No sabes cómo te entiendo, pequeñajo. A mí también me vuelve loco —le dijo al animal. Le sorprendía que aquella bolita peluda no tuviera miedo, normalmente los animales huían de los vampiros. Para ellos eran depredadores y reaccionaban con un instinto irracional de supervivencia. —Muy gracioso, anímale —masculló Felix. Rodeó la mesa y se sentó en las rodillas de Hyunjin. Le echó un vistazo a los papeles y mapas que tenía esparcidos por toda la superficie—. ¿Qué es todo esto? —preguntó.

Hyunjin lo abrazó por la cintura y se inclinó hacia delante; con la barbilla apoyada sobre su hombro contempló los mapas.

—Las marcas amarillas señalan los lugares donde hay comunidades de vampiros acogidas al pacto: regiones seguras. Las verdes marcan las zonas donde ya se ha hecho limpieza —respondió.

—¿Limpieza?

—Así es como llamamos a la búsqueda y eliminación de renegados —aclaró Hyunjin —. Las naranjas señalan los lugares donde hemos localizado objetivos, nidos pequeños que no suponen un gran problema.

El teléfono de Hyunjin sonó. Le echó un vistazo a la pantalla y descolgó. Escuchó en silencio durante un par de minutos y colgó con un simple «gracias». Tomó un marcador de color verde e hizo un círculo sobre las marcas naranjas que rodeaban las ciudades de Ámsterdam y Praga.

—¿Y las rojas? —preguntó Felix. De esas había muchas.

Hyunjin tomó una bocanada de aire y miró el mapa con el ceño fruncido.

—Ahí es donde creemos que se esconden los nidos más peligrosos. La mayoría están liderados por asesinos sin escrúpulos, pero eso no es lo malo. El problema es que no se contentan con alimentarse y matar. Tienen ideales, creen en la supremacía de la raza y odian todo aquello que representa el pacto, incluida la alianza con los licántropos. Sabemos con seguridad que se están organizando para una rebelión, por eso no podemos perder tiempo.

—Todos esos nidos están en Estados Unidos y Canadá —dijo Felix con un hilito de voz. Miró a Hyunjin con los ojos muy abiertos—. ¿Por qué?

—Nuestra presencia allí siempre ha sido limitada; y los lobos solo tomaban medidas cuando alguno llamaba demasiado la atención. Es un territorio grande con millones y millones de personas: gente anónima, vagabundos, extranjeros…, donde un par de desaparecidos aquí o allí no preocupan a nadie; entran dentro de las estadísticas. Y lo más importante, no tienen que competir entre ellos por la caza, hay buffet libre para todos.

Felix miró con atención el mapa. En el sur solo había marcas amarillas.

—¿Y por qué no hay renegados en Sudamérica?

Donde el cielo cae... [HYUNLIX ver.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora