•● 4 ●•
—¿De verdad es necesario que nos acompañen? —preguntó Felix mientras observaba a los guerreros. Cuatro vampiros, de increíble tamaño, controlaban con sus ojos felinos cada centímetro de la sala vip del aeropuerto de Dublín en la que esperaban su embarque.
—No voy a descuidar tu seguridad. Son necesarios —respondió Hyunjin con la vista clavada en la pista de aterrizaje.
—Bueno, sí... pero todo el mundo los está mirando —susurró él. Llamaban demasiado la atención. Era imposible no darse cuenta de su actitud marcial. Ni siquiera el elegante traje oscuro que vestían disimulaba lo que eran: peligrosos soldados. Y no solo eso, eran vampiros, poseían ese atractivo innato que los hacía destacar entre los humanos. —Fíjate en los pasajeros, están boquiabiertos —continuó él.
Hyunjin paseó su mirada indolente por la sala. Las gafas de sol ocultaban sus ojos, demasiado llamativos. Estudió a su escolta y se encogió de hombros.
—Solemos causar ese efecto. Ya deberías haberte acostumbrado —comentó con indiferencia.
Felix suspiró sin apartar los ojos de Hyunjin. Desde hacía unos días su actitud estaba cambiando, estaba más frío y callado de lo normal, también ausente. A menudo lo encontraba sumido en sus pensamientos, ajeno a cuanto ocurría a su alrededor; y no solo eso: parte de su dulzura estaba desapareciendo tras un halo de agresividad y superioridad que lo ponía de los nervios. Había tratado de no darle importancia, pero su extraña conducta le estaba afectando a un nivel más íntimo y personal. Sabía que algo no marchaba bien, y en las últimas horas sus temores cobraban fuerza.
Hyunjin estaba cambiando.
—¿Qué te ocurre? —preguntó de repente Felix.
—Nada. ¿Qué te hace pensar que me
ocurre algo?—Para empezar, que apenas me miras cuando me hablas —respondió él. Se colocó entre él y el cristal que los separaba del exterior, obligándolo así a que lo mirara. Hyunjin bajó los ojos y lentamente se quitó las gafas.
—No me ocurre nada —declaró, atravesándola con sus pupilas. Dio un paso hacia él y lo tomó por la nuca para que alzara la cabeza—. Nada —repitió.
—Entonces ¿por qué de repente este viaje?
Hyunjin suspiró con un atisbo de exasperación y lo soltó.
—Ya te lo he explicado. El Consejo va a reunirse en Roma. Debemos trazar un plan contra los renegados.
—Eso ya lo sé, pero tengo la sensación de que hay algo más, de que hay algo que no me estás contando.
—Bueno, tampoco me sorprende. Es lo que sueles hacer, ¿no? Si no hay motivos ya te encargas tú de buscarlos —le espetó Hyunjin. Las aletas de su nariz se dilataron y un tic contrajo el músculo de su mandíbula—. A veces, las cosas simplemente son sencillas, Lix. No hay necesidad de complicarlas con suspicacias infundadas. —Poco a poco lo arrinconó contra el cristal—. Tu desconfianza no me deja en muy buen lugar, ¿no crees?
Hyunjin se quedó de piedra.
—¿A qué ha venido eso? —inquirió con un hilito de voz y los ojos muy abiertos, sorprendido a la par que molesto por su salida de tono.
—A que no entiendo por qué tienes que darle siempre vueltas a todo. ¿Por qué no te limitas a confiar en mí y ya está?
—Confío en ti, es solo que...
—¡¿Qué?! —replicó exasperado. Tenía la mirada encendida—. ¿Quieres que diga que hay algo más que no te he contado? Está bien, lo hay. ¿Te sientes mejor? ¿No es eso lo que quieres oír?
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Donde el cielo cae... [HYUNLIX ver.]
Hayran KurguHyunjin es callado, distante, y su mirada esconde grandes secretos. Sus cambios de personalidad intimidan y su atractivo revela tantas luces como sombras. Quizá, por eso, Felix no puede quitárselo de la cabeza. Pronto descubrirá que no es un chico...