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El Porsche circulaba muy deprisa por el camino de tierra con el Range Rover detrás. Cuando llegaron al cruce, se despidieron con un sonoro pitido del claxon y cada uno tomó una dirección distinta.

Pequeños riachuelos de barro cruzaban la carretera y Minho tuvo que disminuir la velocidad para evitar que el coche se saliera de la vía. Sus ojos escrutaban con atención la oscuridad que tenía por delante sin perder detalle de los espejos.

Estaba nervioso y Jisung era consciente de su estado, por eso él dudó de si debía hacer la pregunta que le rondaba por la cabeza desde hacía rato.

—¿No vas a contarme qué pasa? —preguntó cuando no pudo soportarlo más.

—¿De qué hablas? —preguntó él a su vez, perplejo.

—No me tomes por tonto, sé que ocurre algo. Todo ese teatro sobre la tormenta —lo observó muy serio, aguardando a que le diera alguna explicación.

Jisung se encogió de hombros, posando sus ojos grises sobre él con una mirada inocente.

—Cariño, te estás imaginando cosas.

—De acuerdo, no piensas decirme nada. Lo respeto, tienen sus secretos y, al fin y al cabo, yo no formo parte de la familia así que...

—¿Jisung, no hay ningún secreto. Es solo que... me quedo más tranquilo si te llevo yo a casa. Ya ves cómo está la carretera, y tu coche es un trasto.

—¿Mi Lexus nuevo un trasto? ¡Vamos, Minho, puedes hacerlo mucho mejor! —dijo en tono mordaz.

—Estás alucinando un poco.

—No me mientas, sé... ¡Cuidado! —gritó Jisung.

Una gran sombra se cernía sobre la carretera, justo delante de ellos. Minho pisó el freno a fondo, las ruedas se bloquearon y el coche derrapó en el asfalto mojado. Fueron los segundos más largos que Jisung había vivido nunca y, durante un instante, pensó que iba a morir aplastado por el enorme árbol que caía sobre la carretera. Cerró los ojos, esperando el impacto, pero Minho consiguió detener el vehículo unos metros antes del choque.

—¿Estás bien? ¿Te has hecho daño? —inquirió Minho preocupado, y tomó el rostro de Jisung entre sus manos, recorriéndolo con la mirada en busca de algún golpe.

—Sí, estoy bien, solo necesito que me vuelva a latir el corazón —contestó con las manos en el pecho.

Jisung lo besó aliviado y después lo abrazó con fuerza, tanta que casi lo dejó sin respiración.

Una figura oscura apareció caminando con lentitud sobre el árbol caído, daba pequeños pasos y hacía oscilar su cuerpo como si hiciera malabarismos sobre una cuerda. Se detuvo frente al coche, bajó de un salto del tronco y se quedó inmóvil con la mirada fija en el vehículo.

—¡Vamos, sal de ahí, no tengo toda la noche! —dijo el desconocido en tono malicioso.

—¿Adónde crees que vas? ¡No sabemos quién es! —replicó Jisung, alarmado al ver que Minho abría la puerta.

—No te muevas de aquí —dijo él entre dientes, destilaba agresividad.

La descarga de adrenalina que estaba sufriendo se filtraba a través de su sangre y sus huesos como si fuera ácido. Bajó del coche, con sus anchos hombros temblando por la tensión, y se colocó delante del parachoques, a poca distancia del vampiro. Su olor era inconfundible.

—Tú no eres... ¿Dónde está Hwang? —la voz del renegado sonó amenazadora.

—¡Hwang, Hwang... no me suena! —contestó Minho, frunciendo los labios.

Donde el cielo cae... [HYUNLIX ver.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora