● 34 ●
La chica de la Polaroid terminó de guardar sus cosas en la parte trasera de la furgoneta, y con gesto cansado se apoyó contra las puertas. Reprimiendo un bostezo, se soltó el pelo y lo agitó con los dedos hasta que cayó desgreñado sobre los hombros. Sacó de sus pantalones negros de cuero una pitillera lacada en rojo y tomó un cigarrillo.
La primera calada le supo a gloria y la
segunda le dio hambre. Se moría por una taza de café y un bocadillo, pero decidió esperar hasta que Salma terminara de recoger. Desde el incidente con aquella pareja, estaba bastante rara.—¡Deja de mirarme así! —le espetó Salma.
Agachada en el suelo, intentaba doblar sin arrugas la lona de su carpa.
—¿Cómo?
—Como si estuviera loca.
—¿Y no lo estás?
Salma la fulminó con la mirada.
—No —respondió.
—Pues hace un rato…
—¿Sabes? Deberías ir a cenar algo a la
cafetería de la entrada. Ese chico que trabaja en la caseta de tiro ha decidido dar el primer el paso, te está esperando. Ah, y por si te interesa, acabaran dándose el lote en su caravana.—¡Lo dices para que te deje en paz! —
replicó frunciendo el ceño.—Es posible, pero también puede que sea verdad. Llevas semanas intentando ligar con ese friki. ¿Vas a perder la oportunidad si estoy en lo cierto?
La chica miró fijamente a Salma unos
instantes. Entonces la apuntó con el dedo a modo de amenaza, porque si todo aquello era una patraña, más tarde iban a tener unas palabras. Subió a la furgoneta y se marchó.Salma continuó doblando la lona, una tarea que parecía imposible porque las manos no dejaban de temblarle. El Lamia había aparecido, pero no de la forma en la que lo había visto en su cabeza, ni siquiera se parecía. Pero el chico era el mismo, los mismos ojos, el mismo cabello. Y había más detalles que no encajaban, el Lamia había acudido a protegerlo y no a hacerle daño. Sí, esos dos estaban juntos y, probablemente, él no sabía que salía con un muerto. Frunció los labios con una mueca de asco, era una abominación que esos monstruos tomaran humanas. Se escondían tras rostros extremadamente hermosos, con los que conseguían engañar a los pobres mortales. Y en verdad que eran hermosos, el vampiro de su visión era la viva imagen de la perfección, pero el de carne y hueso que había aparecido frente a ella era la estampa de un dios.
Se masajeó la frente, empezaba a dolerle la cabeza con tantos pensamientos incoherentes, no por los monstruos, sabía desde niña que existían y que lo más sensato era evitarlos. Lo que de verdad le preocupaba era que se había equivocado por primera vez en su vida.
Alisó las últimas arrugas y se levantó
cargando con la lona. La dejó sobre la mesita que utilizaba para colocar la bola de cristal. Miró su reloj, Bill no tardaría en aparecer con el coche para ayudarla a recoger. De repente todo se oscureció, tuvo que agarrarse a la mesa para no caer, y se preparó como pudo para recibir la nueva visión sin vomitar. Abrió los ojos de golpe, lo que acababa de ver era el presente, en ese mismo instante y… justo detrás de ella. Se dio la vuelta y palideció. Giró sobre sus talones y echó a correr, pero él se materializó ante ella como un muro contra el que chocó, rebotó hacia atrás y cayó al suelo.Empezó a arrastrarse sobre el trasero,
ayudándose de las manos y los pies para ir más rápido. Pero aquel ser la alcanzó con un par de pasos, la agarró por la camisa y la levantó sin esfuerzo. Sin soltarla, se inclinó y acercó el rostro a ella, hasta que sus labios quedaron a la altura de su oreja.
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Donde el cielo cae... [HYUNLIX ver.]
أدب الهواةHyunjin es callado, distante, y su mirada esconde grandes secretos. Sus cambios de personalidad intimidan y su atractivo revela tantas luces como sombras. Quizá, por eso, Felix no puede quitárselo de la cabeza. Pronto descubrirá que no es un chico...