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Hyunjin terminó de vestirse mientras Felix se daba una larga ducha borrando de su cuerpo cualquier rastro de los últimos dos días. Estaba agotado y sediento, había evitado tomar sangre por si Felix la necesitaba, y no sabía cuánto tiempo iba a poder estar así. Esperaba que el envío urgente que la Fundación Hwang les había remitido llegara pronto. Cinco vampiros en Heaven Falls ya eran demasiados para que la pobre Jane los alimentara con sus pequeños robos al banco de sangre.

Se recostó en la cama y desde allí tuvo una amplia visión del baño a través de la puerta entreabierta. Felix, envuelto en una toalla, se miraba en el espejo con atención, recorriendo con los dedos la pálida piel de su rostro. Se inclinó sobre el lavabo para ver más de cerca sus ojos y después elevó el labio para observar sus diminutos colmillos.

—Sigues siendo precioso, más aún —dijo él. Felix lo miró con escepticismo por encima del hombro.

—Mis ojos son violetas, ¿a cuántas
personas conoces con unos ojos como estos? —preguntó de vuelta a la habitación.

—Lo que yo decía, precioso y único. —Esbozó una sonrisa torcida que también lo hizo sonreír a él.

—No vas a dejarme solo ni un segundo,
¿verdad? —inquirió Felix arrojándole la toalla con la que se estaba secando el pelo.

Hyunjin negó con la cabeza y se encogió de hombros con una expresión de es lo que hay. Se levanto, fue hasta él y le rodeó la cintura con los brazos, besándolo en el hombro descubierto mientras rebuscaba en una pequeña maleta que Alice había preparado con algo de ropa.

—Quizá podamos salir un rato —dijo Hyunjin. Él asintió con una enorme sonrisa—, pero solo a la terraza, no nos alejaremos de la casa, ¿de acuerdo?

Felix volvió a asentir. Agarró unos
pantalones y una camiseta, y empezó a vestirse. Contemplaron abrazados el cielo cubierto de estrellas. Todo estaba tranquilo, en calma, sumido en una especie de hipnótico letargo.

Hyunjin cerró los ojos e inspiró reteniendo el nuevo olor de Felix en sus pulmones. No era del todo diferente, pero sí más intenso, y le provocaba miles de mariposas revoloteando en su interior descontroladas.

Él se estremeció y se puso tenso de repente.

—¿Qué? —preguntó Hyunjin.

—¿Tú también lo oyes? —inquirió él un
poco nervioso.

—¿El qué?

—Todos esos sonidos, el ruido, los golpes. El «pum pum» y el «zas zas», ese repiqueteo y los susurros.

Hyunjin escuchó tratando de identificar
esos sonidos. Sonrió y lo estrechó con fuerza para que se sintiera mejor.

—El «pum pum» parece el latido de algún animal, probablemente el de algún ratón asustado. El «zas zas» son pájaros batiendo sus alas. El repiqueteo es del grifo que hay en el garaje, aún no he tenido tiempo de arreglarlo. Y los susurros solo son las hojas de los árboles agitadas por la brisa.

—¿Puedo oír el corazón de un ratón desde aquí? —preguntó muy sorprendido.

—Sí.

—¡Vaya! Es tan... —vaciló buscando las
palabras.

—Abrumador, increíble, atrayente...

Felix rompió a reír.

—Sí —De golpe se puso serio. Un halo de
tristeza lo rodeó y deshaciéndose del abrazo de Hyunjin se alejó unos pasos. Alzó la cabeza y contempló el cielo—. Pero hay otras que no lo son tanto —suspiró—. No hay colores en la noche, no hay amarillos, ni azules, ni rojos... no hay luz.

Donde el cielo cae... [HYUNLIX ver.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora