°•● 115 ●•°

42 5 0
                                    

•● 43 ●•

Miguel dio un paso adelante.

—Lucifer, no me obligues a hacer esto.

—Nadie obliga a nadie a hacer nada. Acepta tu derrota y pongámosle fin —dijo Lucifer fingiendo un tono inocente.

—No puedo hacer eso y lo sabes —indicó Miguel. Miró a Mefisto. Sus emociones destellaban en su interior como dagas afilándose en las rocas—. ¿Cómo puedes seguir de su lado? ¿Cómo puedes enfrentarte a tu propio hijo y no sentir nada?

—Mi hijo tuvo la oportunidad de elegir y ha elegido —replicó Mefisto con la vista clavada en el chico. Su expresión no dejaba entrever la más mínima emoción.

Entonces Miguel se dirigió a Uriel.

—¿Y tú? Siempre has estado con nosotros. Has luchado contra ellos desde su caída y ahora…

—Y ahora —lo atajó el arcángel—, por fin me he dado cuenta de lo equivocados que estábamos. El hombre es una plaga que debe ser controlada. El libre albedrio no funciona y han de aprender que su vida es un regalo, no un derecho; aunque para ello tengan que perderla. Despierta, Miguel, las quimeras pertenecen a la inocencia del pasado. Han tenido milenios para demostrar que su creación fue un acierto. El tiempo se ha agotado.

Miguel sacudió la cabeza con el corazón roto. Nunca conseguiría lo que deseaba con toda su alma. Su familia nunca volvería a estar unida. Suspiró como si se arrepintiera de la decisión de Uriel.

—Te lo imploro una vez más —se dirigió a Lucifer—. Ven conmigo, y lo olvidaré todo. Él lo olvidará todo. Te ama.

Lucifer fingió reflexionar sobre el ultimátum de su hermano. Suspiró y sus ojos se transformaron en fuego. Sombras oscuras atravesaban su cuerpo, como gatitos demandando caricias. Empezó a tronar y una tormenta eléctrica sin precedentes creció sobre sus cabezas a una velocidad sobrenatural. Se fue extendiendo por el cielo y, a ese ritmo, tardaría pocos minutos en cubrir todo el planeta. Soltó una carcajada cargada de ironía.

—¿De verdad solo quieres vivir para servir? —le espetó a Miguel—. ¿No crees que ha llegado el momento de que tengamos algo más que las migajas que esas aberraciones humanas nos dejan? No volveré a arrodillarme. Todo lo que tiene un principio tiene un final, hermano. Ese final ha llegado. Los dos hermanos se miraron durante largo rato. Miguel fue el primero en apartar la mirada. No había esperanza.

—No puedo creer que el final del mundo lo decidan un puñado de arcángeles —masculló Jeongin.

—¿Y qué esperabas, legiones de ángeles con armaduras doradas y trompetas anunciando la batalla? —replicó Rafael.

Jeongin se encogió de hombros.

—Pues ya que lo dices —respondió. Legiones de ángeles con armaduras no sonaba nada mal.

—Pues siento decirte que no existen tales ejércitos —comentó Gabriel mientras le guiñaba un ojo. La expresión de su rostro cambió de inmediato y el fuego de su espada cobró intensidad—. Prepárense —ordenó con un susurro.

Rayos y truenos cobraron más fuerza. En la distancia, las luces de las ciudades se fueron apagando. Países enteros se sumieron en la oscuridad, desatándose el caos. Miguel lanzó una mirada al cielo. De pronto, sus ojos cambiaron, se tornaron más salvajes y desaparecieron de ellos cualquier rastro de aprecio y bondad.

—Pues que así sea —sentenció.

Embistió contra Lucifer haciendo girar la espada sobre su cabeza. Hyunjin se lanzó hacia delante. Uriel salió a su encuentro y sus espadas chocaron provocando una lluvia de chispas. La tormenta se había convertido en una espiral que no dejaba de dar vueltas sobre sus cabezas. La tierra comenzó a resquebrajarse y de las profundidades surgieron columnas de humo y llamaradas naranjas. El suelo temblaba como si un fuerte terremoto lo estuviera sacudiendo.

Donde el cielo cae... [HYUNLIX ver.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora