○● 53 ●○

36 4 0
                                    

● 24 ●

La luz rojiza del crepúsculo inundó la
habitación a través de las ventanas. Hyunjin se levantó de la silla que había estado ocupando las últimas horas y se acercó a la puerta del baño. La golpeó con los nudillos.

—Es la hora —gritó. A continuación agarró su bolsa de viaje, la abrió sobre la cama y sacó un par de dagas que guardó bajo su camiseta.

La puerta del baño se abrió y Christopher  apareció desnudo de cintura para arriba, la expresión de su rostro dejaba a las claras que estaba de un humor de perros.

—Si tengo que volver a pasar una hora más en un sitio como ese, te despellejo —dijo enfurruñado.

—Perdone, majestad. Pero el baño era el único lugar sin ventanas.

—Podías haber buscado otro sitio. Esta
habitación parece un solárium con tantas ventanas. Seguro que en el pueblo hay algún lugar donde un vampiro pueda descansar tranquilo.

Hyunjin le dio la espalda con los ojos en
blanco.

—La próxima vez dejaré que te achicharres en una suite de lujo, ¿contento?

—Vete a la mierda.

—¿Desde cuándo eres tan llorón? —
preguntó Hyunjin y le dio un empujón a Christopher mientras este se abotonaba la camisa.

—No soy un llorón, pero me gustan las
comodidades —respondió devolviéndole el empujón.

—Me alegro de que estés aquí.

—No intentes hacerme la pelota, Hyunjin.
Soy el mayor y siempre cuidaré de ti, ese es mi deber.

—Lo único bueno de todo esto ha sido
saber que de verdad eres mi hermano, que compartimos la misma sangre.

Christopher también guardó un par de dagas bajo su camisa. Se acercó al minibar en silencio, sacó una botella, desenroscó el tapón y dio un largo trago. Frunció los labios con una mueca de asco al tragar la sangre demasiado fría, y le pasó la botella a Hyunjin.

—La noche que naciste fue la peor de toda mi vida —empezó a decir. Sonrió al ver el gesto de Hyunjin—. Nos habíamos trasladado a Waterford porque no teníamos constancia de que allí hubiera vampiros, y así podríamos pasar desapercibidos y mantenerte oculto tras tu nacimiento. El parto se complicó, por lo visto venías de nalgas y ni Hyungsik ni yo sabíamos qué hacer. Cuando por fin naciste, no respirabas, estabas muerto, Hyunjin. —Suspiró concentrado, como si estuviera reviviendo aquellos momentos y le causaran el mismo dolor que en aquel entonces—. Hyungsik te
puso en mis brazos mientras él atendía a Sana, y yo no podía dejar de mirarte. Eras mi carne, mi sangre, un milagro, y yo te deseaba. Te necesitaba como los humanos el aire, porque mi vida estaba dejando de tener sentido. Nada me ataba a este mundo y comenzaba a sumirme en mi propia oscuridad. Pero tú eras el futuro que yo necesitaba, mi propósito en la vida, y te habías apagado antes de que pudiera conocerte. »Estaba a punto de amanecer, te envolví en una manta y salí afuera. Me dirigí a la playa, decidido a esperar el sol para reunirme contigo. Te abracé muy fuerte, mientras el maldito astro despuntaba en el horizonte, y entonces abriste los ojos, me miraste y tu boca se curvó con una sonrisa. Me salvaste la vida. Me juré que siempre te protegería y he intentado cumplir mi promesa. Aunque tú no me lo has puesto nada fácil —sonrió.

Se quedaron en silencio. La habitación del hotel se había sumido en la penumbra y la luz de las farolas se colaba a través de la ventana proyectando sus sombras en la pared.

—Gracias —dijo Hyunjin tras unos segundos—. Gracias por cuidar de mí.

Christopher no respondió, se acercó a su hermano y le dio un golpe cariñoso en la nuca. Hyunjin se lo devolvió en el hombro. Al final acabaron fundidos en un rápido abrazo.

Donde el cielo cae... [HYUNLIX ver.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora