¿Un Fantasma que Acecha la Felicidad ?

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Vladimir: "Isabella... ¿Alguna vez... lo hiciste con él?"

(La pregunta, directa, casi brutal, rompió la magia del momento).

La pregunta de Vladimir, afilada como un cuchillo, cortó la tensión romántica como si fuera seda. Isabella lo miró a los ojos, un atisbo de tristeza mezclado con firmeza en su mirada.

Isabella: (Con voz serena) "¿De verdad me preguntas eso, Vladimir? ¿Después de todo lo que te he contado, dudas de mí?"

Isabella: (Con un suspiro) "Le puse las mismas condiciones que a ti, Vladimir. Las mismas que me enseñaron desde niña. El acto de entrega total solo se comparte con el hombre con el que te unes en matrimonio."

(Una lágrima solitaria rodó por la mejilla de Isabella. No era una lágrima de tristeza, sino de orgullo. Orgullo de haber mantenido sus principios, su dignidad intacta).

Isabella: (Con voz firme) "Por eso llevaré el velo y el vestido blanco el día de nuestra boda, Vladimir. Porque ante Dios y ante los hombres, tú serás el primero y el único en todo."

Las palabras de Isabella, llenas de una convicción inquebrantable, resonaron en el silencio de la noche. Vladimir la observaba con una mezcla de admiración y arrepentimiento. Se sentía avergonzado de haber dudado de ella, de haber permitido que los celos empañaran su juicio.

Vladimir se acercó a Isabella y la atrajo hacia sí en un abrazo apasionado.

Vladimir: (Con voz ronca) "Perdóname, Isabella. Fui un idiota al dudar de ti. Eres todo lo que siempre he deseado en una mujer: fuerte, inteligente, fiel a sus principios."

(Vladimir besó la frente de Isabella con ternura).

Vladimir: "Llevarás el vestido más hermoso que haya visto el mundo, mi amor. Y cuando camines hacia el altar, será el momento más feliz de mi vida."

(La tensión se había disipado, reemplazada por una ola de amor y comprensión mutua. El fantasma de los recuerdos, aunque siempre presente en los recuerdos de Isabella, ya no representaba una amenaza para su felicidad).

Pensamientos del príncipe Carlos, mientras veia a Vladimir e Isabella por una ventana del palacio: "Me tranquiliza ver que Vladimir es feliz con Isabella. Es una joven excepcional, sé que lo hará muy feliz".

"Espero que esta unión traiga consigo una nueva era de paz y prosperidad para nuestros países".

"Y pensar que llegué a dudar de que este matrimonio fuera a funcionar...".

Siguieron caminando Isabella, radiante en un vestido de verano, señalaba con entusiasmo un rincón del jardín donde imaginaba un pequeño escenario para la orquesta.

"Vladimir, ¿te imaginas? Justo ahí, bajo la pérgola. La música flotará entre las flores..."

Vladimir, con la mirada fija en la sonrisa de Isabella, asintió. Por un instante, el peso de sus responsabilidades pareció desvanecerse. Estaba a punto de casarse con la mujer que amaba, en un lugar de ensueño, lejos del frío glacial del Kremlin.

El agudo timbre de su teléfono móvil rompió el hechizo. Un escalofrío recorrió su espalda antes incluso de mirar la pantalla. Un número desconocido, pero la voz al otro lado no dejaba lugar a dudas. Era Serguéi , ministro de relaciones exteriores, su voz tensa, urgente.

"Vladimir Vladimirovich, ha surgido una situación... delicada. Debe regresar a Moscú inmediatamente."

El corazón de Vladimir se encogió. En ese instante, el jardín, las flores, la música... todo perdió su color. Miró a Isabella, sus ojos reflejando una disculpa que las palabras no podían expresar.

Amor Diplomático: Vladimir Putin Y La Princesa De InglaterraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora