El Kremlin se tiñe de amor 2

36 2 0
                                    

La Princesa sonrió, una mezcla de alivio y anticipación brillando en sus ojos. Se acomodó en el asiento trasero, sintiendo el peso de la expectación pública desvanecerse a medida que el auto se alejaba del bullicio. A su lado, el Presidente tomó su mano entre las suyas, su contacto cálido y reconfortante.

Había sido un día largo, agotador e histórico. Pero al fin y al cabo, solo eran ellos dos: un Presidente y una Princesa, unidos por un amor improbable que desafiaba las convenciones y prometía un futuro lleno de posibilidades. La aventura, sin duda, apenas comenzaba.
_____

El eco de los aplausos aún resonaba en los oídos de Isabella mientras el helicóptero aterrizaba suavemente en el jardín de un palacio a las afueras de Moscú. La pareja acababa de concluir una agotadora, pero emocionante, rueda de prensa donde, por fin, habían anunciado su relación al mundo.

"¿Lista para la segunda parte?", preguntó Vladimir con una sonrisa, ofreciéndole su mano para ayudarla a bajar.

"Si la segunda parte involucra menos flashes y más dulces, entonces sí, estoy más que lista", respondió ella con una carcajada, aceptando su ayuda.

Vladimir había planeado una celebración íntima para los dos: una cena bajo las estrellas en el palacio, un lugar aislado y tranquilo que se sentía a un mundo de distancia del bullicio de Moscú. A la luz de las velas, rodeados de un mar de flores blancas que inundaban el patio con su aroma, Isabella se sintió transportada a un cuento de hadas.

"No puedo creer que lo hayamos hecho", murmuró, mientras disfrutaba del sabor exquisito del vino que Vladimir había elegido.

"Fue tu valentía lo que lo hizo posible", dijo él, alzando su copa en un brindis. "Eres aún más increíble de lo que pensé".

Isabella se sonrojó ante sus palabras, conmovida por su sinceridad. Aunque el anuncio había sido abrumador, la reacción del público había sido en su mayoría positiva, incluso festiva.

"Un brindis por nosotros", propuso Isabella, sus ojos brillando con felicidad. "Por desafiar las expectativas y encontrar el amor en el lugar menos esperado".

"Por nosotros", repitió Isabella, su mirada fija en la suya con una intensidad que le aceleraba el pulso. "Y por un futuro donde nada, ni siquiera la política, pueda separarnos".

La cena transcurrió entre risas, confidencias y miradas cargadas de complicidad.

Mientras el cielo se teñía de las tonalidades doradas y rosadas del atardecer, un grupo de músicos apareció en el jardín, inundando el ambiente con las notas de una melodía romántica. Vladimir la condujo a la pista de baile improvisada, sus cuerpos moviéndose al unísono bajo la luz de las estrellas.

Isabella se sintió segura y amada en sus brazos, como si el mundo entero se redujera a ese pequeño oasis de felicidad. Por un instante, olvidaron las presiones, los protocolos y la atención mediática. Solo eran Vladimir e Isabella, dos almas que se habían encontrado y reconocido, celebrando su amor sin ataduras.

Al final de la noche, mientras observaban juntos la luna desde el balcón del palacio, Vladimir la atrajo hacia sí en un abrazo.

"Te amo, Isabella", susurró, su aliento cálido en su oído. "Gracias por compartir este viaje conmigo".

Isabella apoyó la cabeza en su pecho, escuchando los latidos de su corazón. "Te amo, Vladimir", respondió ella. "Y no puedo esperar a ver qué nos depara el futuro... juntos".

Se giró hacia él, apoyando la cabeza en su hombro.

"¿Aburrida?", preguntó con sorna, dedicándole toda su atención.

"Para nada", respondió ella, jugueteando con un botón de su camisa. "Solo pensaba... en el futuro".

La sonrisa de Vladimir se desvaneció ligeramente, una sombra de preocupación cruzó por sus ojos grises azulado. "¿Algo te preocupa, mi amor?".

Isabella dudó un momento, mordiendo su labio inferior. La propuesta de Vladimir de hacer pública su relación, había desencadenado una avalancha de emociones y preguntas sobre el futuro. Sabía que Vladimir estaba dispuesto a mover cielo y tierra para que ella fuera feliz, pero Isabella no quería ser una carga, una distracción o, peor aún, un escándalo para su carrera política.

"He estado pensando en... en mi carrera", comenzó tímidamente. "En mi país era una médica  prometedora, pero ahora... ahora todo es diferente. No puedo simplemente retomar mi vida donde la dejé".

Vladimir la observó con atención, su mirada llena de comprensión y ternura. "Isabella, tu felicidad es mi prioridad. Si quieres continuar con tus estudios, podemos hacerlo posible. Aquí, en Moscú".

Los ojos de Isabella se abrieron con sorpresa. "¿En Moscú? Pero... ¿cómo?".

"Moscú alberga algunas de las mejores universidades de medicina del mundo", explicó Vladimir con una sonrisa. "Podrías especializarte en lo que quieras, tener acceso a los mejores profesores, las últimas tecnologías... las posibilidades son infinitas".

Una mezcla de emoción y duda se apoderó de Isabella. Era una oportunidad única, un sueño hecho realidad. Pero... ¿podría adaptarse a una nueva vida, una nueva cultura, tan lejos de todo lo que conocía?

Vladimir pareció leer sus pensamientos. "Entiendo tus dudas, Isabella", dijo con suavidad, tomando su mano entre las suyas. "Pero quiero que sepas que no estarías sola. Estaría contigo en cada paso del camino, apoyándote en todo lo que necesites".

Y entonces, como si leyera sus sueños más profundos, Vladimir añadió: "Imagínate, Isabella. Podrías tener tu propia clínica aquí, en Moscú. Un lugar donde puedas ayudar a la gente, hacer una verdadera diferencia en el mundo. Y yo estaría a tu lado, orgulloso de ti, de todo lo que lograrías".

La visión que Vladimiri pintó con sus palabras, la imagen de ella misma como una médica exitosa, con su propia clínica, ayudando a quienes más lo necesitaban, con Vladimir a su lado, llenó a Isabellade una oleada de emoción.

"Vladimir, yo..." Su voz se quebró por la emoción, incapaz de articular las palabras que expresaran la gratitud y el amor que sentía en ese momento.

Vladimir la atrajo hacia sí en un abrazo cálido y reconfortante. "Lo sé, mi amor", murmuró contra su cabello. "Lo sé".

En ese momento, rodeada por la calidez del amor de Vladimir, Isabella supo que el futuro, aunque incierto, estaba lleno de posibilidades. Tenía una segunda oportunidad de perseguir sus sueños, y esta vez, lo haría de la mano del hombre que amaba.

En ese momento, bajo la luz mágica de la luna, Isabella supo que su historia de amor, aunque poco convencional, estaba destinada a ser legendaria. Habían superado el primer obstáculo, y aunque el camino a seguir seguramente estaría lleno de desafíos, lo enfrentarían juntos, unidos por un amor tan fuerte como el destino mismo.

---------------

Los medios de comunicación reaccionaron con un frenesí de inmediato.

Las noticias sobre la relación entre la princesa Isabella y el presidente Putin se propagan como la pólvora, los títulos van desde:

- Amor real: La princesa de Inglaterra y el presidente ruso ¿un romance prohibido?

- ¿crisis diplomática? El palacio de Buckingham y el Kremlin guardan silencio

- ¿un nuevo tratado de paz? El amor entre dos naciones.

- El escándalo del siglo ¿la princesa Isabella rompe las reglas por amor?

- ¿una boda real en el Horizonte?

Amor Diplomático: Vladimir Putin Y La Princesa De InglaterraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora