El día de que la familia supiera la noticia había llegado.Con la delicadeza de un artesano que moldea una pieza única e invaluable, la atrajo hacia sí, acomodándola en sus piernas como si se tratara de una frágil muñeca de porcelana. El contacto de sus cuerpos, la calidez que emanaba de Vladimir como un bálsamo reconfortante, lograron apaciguar la ansiedad de Isabella, al menos por un instante.
"Mi amor, cálmate", murmuró, su voz profunda y pausada acariciando el oído de Isabella como una caricia tangible. "No tienes nada que temer. Ya somos marido y mujer, este hijo es fruto de nuestro amor, y te prometo que voy a estar a tu lado en cada paso que demos, en cada desafío que nos depare el destino".
Sus palabras, pronunciadas con la solemnidad de un juramento sagrado, lograron calmar el ritmo desenfrenado del corazón de Isabella. Sin embargo, la sombra de inquietud no se disipó por completo. Con un suspiro que delató la batalla interna que libraba, Isabella buscó la mirada de Vladimir, sus ojos reflejando una mezcla de vulnerabilidad y amor incondicional.
"No se trata de eso, mi amor", confesó, su voz apenas un susurro en la intimidad del avión que los transportaba hacia lo desconocido. "Son los nervios propios del momento... Decirles a mis padres que van a ser abuelos... Es un paso importante, un umbral que no sé cómo van a cruzar".
Vladimir, que la conocía mejor que nadie, comprendió la raíz de su inquietud. No era el miedo al qué dirán, ni la abrumadora responsabilidad de traer una vida al mundo lo que atormentaba a Isabella, sino el profundo amor y respeto que sentía por sus padres, el anhelo de ver reflejada en sus rostros la misma felicidad que ella albergaba en su corazón. Isabella, a pesar de la fuerza y la determinación que proyectaba al mundo, poseía un alma sensible, un corazón que vibraba al unísono con las emociones de sus seres queridos.
"Todo saldrá bien, Isabella. Confía en mí", le aseguró Vladimir, depositando un beso en su frente que supo a promesa inquebrantable, a refugio seguro en medio de la tormenta.
Mientras tanto, en otro avión que surcaba los cielos con rumbo a Inglaterra, los hijos y nietos de Vladimir se perdían en un mar de especulaciones. La repentina invitación a Clarence House, sin motivo aparente, había despertado un sinfín de teorías y conjeturas. ¿Una renovacion de votos sorpresa? ¿La firma de un tratado internacional de vital importancia? Las posibilidades, tan variadas como improbables, se sucedían en sus mentes, tejiendo un velo de misterio que solo la propia Isabella y Vladimir podían desvelar.
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Al aterrizar en suelo británico y llegar al palacio, la familia se encontró con un escenario mágico, como extraído de un cuento de hadas. El jardín, bañado por la suave luz del atardecer, se había transformado en un oasis de colores y aromas. Un sinfín de flores multicolores, cuidadosamente dispuestas por manos expertas, creaban un camino mágico que conducía hacia una larga mesa engalanada con exquisitos manjares y reluciente cubertería. El ambiente, cargado de una expectación contenida, invitaba a disfrutar de una velada inolvidable.
Las preguntas y especulaciones, como era de esperar, no se hicieron esperar. Los hijos de Vladimir, acostumbrados a las excentricidades de su padre, no podían contener su curiosidad. Sin embargo, Isabella, con la diplomacia innata que la caracterizaba, logró calmar la impaciencia de la familia.
"Por favor, dennos un respiro", pidió con una sonrisa desarmadora. "Al menos déjennos acomodar nuestras ideas y disfrutar de esta maravillosa velada. Tenemos toda la noche para conversar, ¿no es así?".
Y así, rodeados por el aroma embriagador de las flores y mecidos por el murmullo de las conversaciones, la familia se dispuso a disfrutar de una cena inolvidable. Risas, anécdotas y recuerdos compartidos llenaron el ambiente, creando una atmósfera cálida y distendida, como si el peso del secreto que Isabella y Vladimir guardaban no fuera más que un espejismo.
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Amor Diplomático: Vladimir Putin Y La Princesa De Inglaterra
RomanceEn los salones dorados del Palacio de Buckingham, donde las sombras esconden intrigas y los retratos de antiguos monarcas observan en silencio, se forja una historia prohibida. La princesa Isabella, cuarta en línea de sucesión al trono de Inglaterra...